
Directora regional adjunta para América Latina y el Caribe de la FAO, Eve Crowley, expresó disponibilidad de apoyar al país en las propuestas de políticas públicas sobre el tema.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) expresó su disponibilidad de apoyar al Perú en las propuestas de políticas públicas destinadas a prevenir y reducir las pérdidas y desperdicios de alimentos, afirmó su directora regional adjunta para América Latina y el Caribe, Eve Crowley.
En diálogo con el Diario Oficial El Peruano, la funcionaria internacional lamentó que un tercio de todos los alimentos que se producen en el mundo se desperdicien y pierdan durante la cadena alimenticia, que va desde la producción y distribución hasta el consumo.
Peso
“Solo en América Latina y el Caribe se calcula que se pierde o desperdicia 127 millones de toneladas de alimentos al año, lo que equivale a 223 kilogramos por persona al año. Es más que el doble o triple del peso de un ser humano”.
Para Crowley, esta situación “es algo inmoral” en un mundo donde hay hambre. “Tenemos países como Haití, que sufren de desnutrición crónica, incluso en el Perú el 13% de los niños menores de 5 años está en esa situación”.
Además de la cuestión ética, figura también el problema ambiental porque con los alimentos se pierden o desperdician también el agua usada en la producción, la tierra, la energía y el esfuerzo humano de agricultores y pescadores, por ejemplo, aseveró.
“En América Latina y el Caribe 36 millones de personas podrían cubrir sus necesidades calóricas con lo que se desperdicia en la región, solo entre la punta de venta directa y los consumidores, sin considerar toda la cadena de valor. Es un poco más que toda la población del Perú”.
Agua
Crowley sostuvo que el volumen total de agua que se usa cada año para producir los alimentos que se pierden o desperdician es de 250 kilómetros cúbicos, lo que es cinco veces el volumen total del lago Titicaca.
“Al excluir el pescado y mariscos, estas consecuencias económicas de las pérdidas y desperdicios superan los 750,000 millones de dólares anuales. Este es el costo global del desecho de los alimentos: tres veces mayor que el producto bruto interno (PBI) del Perú del 2017”.
En el caso de la papa, en el país, en el ámbito del productor se pierden entre 8.3% y 9.4%, mientras que en el comercio mayorista el índice se acerca al 12%, de acuerdo con cifras del Centro Internacional de la Papa (CIP), refirió.
Precisó que en el frijol, solo en Barranca y Huánuco, se calcula que se pierde entre 10% y 20%, respectivamente, en la producción. En la cadena de frijol procesado es de cerca del 18% y 27%, mientras que en la cadena de frijol a granel va entre 17% y 26%, anotó.
Ante esta situación, la funcionaria de la FAO destacó la necesidad de lograr una mejor cuantificación de las pérdidas y desperdicios. “Requerimos saber con exactitud qué estamos tratando y cuál es el punto actual”.
“Existe un compromiso a escala internacional, dentro de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), de buscar métodos de producción y consumo más eficientes. Un indicador en la meta internacional es reducir a la mitad las pérdidas y desperdicios alimentarios en la cadena de producción y consumo”.
Esfuerzos
Crowley resaltó que en el Perú, desde agosto del 2016, existe una ley que facilita y promueve la donación de alimentos, así como la entrega por casos de desastres naturales. “Esta norma es muy positiva porque da la posibilidad de efectuar donaciones de alimentos que pueden servir y aún son aptos para el consumo humano”.
“El Perú constituyó, en el 2015, la Comisión Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional, que es de carácter multisectorial e interdisciplinaria, que incluye un grupo de trabajo específico sobre desperdicios y pérdidas de alimentos”.
En el mismo año, dijo, se aprobó el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutricional 2015-2021, que toca también el tema de pérdidas y desperdicios alimentarios. “Existe el marco legislativo que permite dar pasos importantes”.
“En estos momentos, como FAO, queremos apoyar en las propuestas de políticas públicas para la prevención y reducción de pérdidas y desperdicios en el Perú”.
Además, ayudar a crear una red de actores para trabajar en este tema preventivo. “Queremos sensibilizarla, fortalecerla, porque la cadena involucra muchos actores y cada uno desempeña un papel específico, como los productores que pueden reusar los residuos de algunos de los alimentos perdidos”.
La funcionaria de la Organización de las Naciones Unidas destacó la importancia de la innovación para contrarrestar el problema. “Hay algunos restaurantes que están utilizando lo que se puede perder o desperdiciar en la gastronomía o usan partes de los alimentos que no se consumen directamente como, por ejemplo, la cáscara de la naranja o partes del pescado”.
“En otros países conocí una iniciativa llamada Disco Sopa, en la que jóvenes toman frutas y verduras que los encargados de los puestos de las ferias piensan que no van a poder vender, que no tienen ningún valor o que cortaban porque es una parte que no se consume, las rescatan y preparan un caldo que ofrecen a las personas que la desean”.
Crowley mencionó también los llamados refrigeradores comunitarios, en los que las personas que se van de vacaciones y tienen alimentos que no van a consumir los comparten en las comunidades en vez de botarlos.
Trabajo en casa
Eve Crowley formuló también recomendaciones para evitar las pérdidas y desperdicios en casa, entre ellas planificar mejor lo que consumirán los miembros del hogar. “Cuando vaya al supermercado o a la feria compre solo lo que va a preparar. Organice su refrigerador para poner las cosas que uno tiene que comer primero, más arriba y en un lugar más visible”. La funcionaria recomendó revisar las fechas de vencimiento que no necesariamente implica que el alimento no es apto para consumir, “dice que es el momento de consumirlo, pues a veces dura más”. La directora regional adjunta de la FAO para América Latina y el Caribe dijo que se puede experimentar en reusar los alimentos, compartirlos con sus amigos o preparar compostajes que pueden ser útiles para el suelo. “Tenemos que empezar la educación en este tema con nuestros niños. Es bonito que en la familia se acuerde que no hay que botar los alimentos que pueden servir todavía para los integrantes del hogar o a otras personas”.
Niveles
La cantidad que se pierde o desperdicia depende un poco del nivel de desarrollo del país, sostuvo Eve Crowley, quien dijo que en los menos desarrollados el problema se focaliza más en la producción, mientras que en las más desarrolladas, en el consumo.
“en muchos países, sobre todo en los de América Latina y el Caribe, se presenta una combinación de los dos aspectos; también varía según el producto”.
Se calcula que no se usa el 30% de los cereales; del 40% al 50% de las raíces, frutas, hortalizas y semillas oleaginosas; el 20% de carnes y productos lácteos; y el 35% de los pescados.
“El drama es que si estos alimentos no se perdieran o desperdiciaran serían suficiente para alimentar a 2,000 millones de personas al año”.
EL PERUANO
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