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jueves, 26 de marzo de 2020
Movimiento Político de Resistencia: El capitalismo es incompatible con la salud públic...
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viernes, 20 de marzo de 2020
Cesión de inmuebles, 'sanitarios del alma', teléfonos 24 horas, gran colecta online...La Iglesia, frente al coronavirus: siete propuestas concretas para una institución samaritana y que da trigo
Francisco sabe que, en este mundo sacudido por la pandemia, la Iglesia tiene que ser más que nunca 'hospital de campaña' y actuar institucionalmente con caridad concreta
Una catástrofe como ésta puede ser, por una parte, un kairós para la Iglesia y, por la otra, una oportunidad única, un agente pastoral extraordinario
La Iglesia tiene que ser más que nunca 'hospital de campaña' y actuar institucionalmente con caridad concreta
Presencia constante en tanatorios y cementerios, para atender debidamente (dentro o fuera de los recintos) a la gente que pida un responso, una oración antes de enterrar a sus seres queridos
La Iglesia católica es, junto al Estado, la institución más capilar y más encarnada en la realidad española. Por eso, los obispos y los curas, que comparten la vida del pueblo, sufren con ellos, consuelan lo que pueden y están lanzando todo tipo, de medidas, muchas veces inconexas, desperdigadas, sin un plan global y sin demasiado discernimiento. Con buena voluntad, pero sin eficacia y sin repercusión pública. Quizás fruto de la inédita situación que estamos viviendo.
Es evidente, asimismo, que el Papa Francisco está preocupado por la actitud que debe imprimir a la institución eclesial. Por un lado, cierra el Vaticano y se recluye como cualquier ciudadano y, por el otro, sale a la calle y visita al Cristo de la Peste y a la Virgen de la Salud, para contagiar esperanza. Por un lado, apoya las decisiones de las autoridades y, por otro, dice a sus curas que no se encierren, que salgan a las calles a acompañar y consolar a la gente.
En efecto, el Papa alienta la cuarentena por un lado y, por el otro, quiere y pide valentía a sus obispos, curas, frailes y monjas. “Quisiera agradecer la creatividad de los sacerdotes (…) Curas que piensan en mil formas de estar cerca del pueblo para que no se sienta abandonado”, dijo recientemente. Y añadió que, a su juicio, los clérigos tienen que estar consumidos “por el celo apostólico”, porque “en tiempos de pandemia no pueden ser Don Abundio", un sacerdote sin vocación, vil y cobarde, en alusión al personaje del libro de Alessandro Manzoni 'I promessi sposi'.
Francisco sabe que, en este mundo sacudido por la pandemia, la Iglesia tiene que ser más que nunca 'hospital de campaña' y actuar institucionalmente con caridad concreta. Predicar, sí. Mensajes, sí. Tañir las campanas, sí, pero siempre que las palabras y los gestos simbólicos vayan acompañados de otros reales.
En medio del flagelo del coronavirus, la Iglesia española tiene que volver a ser la buena samaritana, que se para ante el enfermo, lo recoge, lo lleva al hospital, paga su curación y vuelve para seguir acompañándolo.
Porque la Iglesia se juega su credibilidad social, quizás de manera definitiva. Todas las encuestas en confianza social sitúan a la institución eclesial en los últimos puestos, junto a los políticos. Una catástrofe como ésta puede ser, por una parte, un kairós para la Iglesia y, por la otra, una oportunidad única, un agente pastoral extraordinario.
Con dos objetivos. El primero, ser buenos samaritanos, que es a lo que nos obliga el ser seguidores del Nazareno. Y el segundo, que toda España se entere que hay muchos católicos, curas, frailes, monjas y obispos, dispuestos a jugarse la vida por los demás. Como los sanitarios. Ni más ni menos. Sólo que ellos quieren ser 'sanitarios del alma', para acompañar, consolar y transmitir esperanza, eso que tanta falta hace.
Para lograr este doble objetivo, la Iglesia católica tiene que romper el techo de cristal de los grandes medios de comunicación, que sólo le prestan atención cuando hace algo mal (pederastia, dineros, privilegios), como por otra parte es lógico en la dinámica mediática.
Desde nuestra atalaya mediático-pastoral privilegiada, nos atrevemos a sugerir a la institución una serie de medidas que podrían conducirla a ser realmente samaritana y, además, a que la gente se entere y valore lo que está haciendo. No para agradecérselo, sino para valorarlo en su debida medida. No se confía en quien no se cree ni se ama. Perdamos el prurito de la falsa modestia y de aquel pasaje evangélico mal entendido de que “tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda”. La gente sólo se volverá a acercar a la institución si confía en ella.
Las propuestas que ofrecemos son indicativas. Pueden ser ésta u otras parecidas o diferentes. Pero que sean algunas y que la institución se mueva, porque tiende a quedarse en tablas y no arriesgar. Tratamos de que sean concretas, factibles y realizables. Eso sí, tienen que ser globales y lanzadas desde la Conferencia episcopal, para evitar los reinos de taifas de las diócesis y generar impacto a través de los medios.
Las propuestas
1/ Poner de inmediato a disposición del Gobierno colegios, conventos, seminarios, casas de acogida, casas de ejercicios, casas rectorales, residencias de verano, colegios mayores...
2/ Convertir a curas, monjas, frailes y laicos que quieran en 'sanitarios del alma', que estén disponibles en sus pueblos y barrios a acudir a las llamadas de gente que solicita su presencia, para charlar un rato, para romper la soledad, para hablar de sus problemas, para pedir ayuda, para pedir la comunión o la confesión...
Los 'sanitarios del alma' o 'visitadores de enfermos' tendrían que ir debidamente identificados y uniformados, para no coger ni transmitir el coronavirus. Para no ser gravosos al Estado, los uniformes los confeccionaría y pagaría la propia Iglesia, que podría poner sus conventos de monjes y monjas a fabricar las ropas necesarias para esos menesteres.
3/ Teléfonos de atención las 24 horas en todas y cada una de las parroquias, conventos y colegios religiosos de España, para escuchar y/o ayudar en lo que se pueda, asi como ofrecer consuelo espiritual o acompañar (presencialmente o en la distancia) a los que están en cuarentena.
4/ Una gran colecta 'on line': Que la Conferencia Episcopal ponga todos los 'talentos' de la campaña Xtantos, así como los de otras instituciones que trabajan con ella, como el proyecto DONE, del Banco Sabadell, con casi medio millar de lampadarios, huchas solidarias y atriles, para hacer una gran recogida de fondos para ponerlos a disposición de la lucha contra el coronavirus. Tal vez la Semana Santa sea el mejor momento para hacerlo.
5/ Construir un gran 'ejército de la solidaridad': coordinar todos los servicios de Cáritas, Manos Unidas, Entreculturas, Misiones Salesianas, Confer, Mensajeros de la Paz y todas las ONG y proyectos solidarios de la Iglesia de ayuda a los demás. Hacer un 'mapa' on line de comedores, albergues, voluntarios, capellanes de hospitales, con teléfonos y webs de contactos, para ayudar a los que necesitan que se les haga la compra, están en la calle o sufren, ahora más que nunca, la 'cultura del descarte'
6/ Presencia constante en tanatorios y cementerios, para atender debidamente (dentro o fuera de los recintos) a la gente que pida un responso, una oración antes de enterrar a sus seres queridos. Esa presencia, si es cercana, tierna y humilde, no se olvida. Y menos en las actuales circunstancias, obligados a enterrar a toda prisa y sin apenas presencia de vecinos, amigos y familiares.
7/ En aquellos lugares donde no hay presencia de sacerdote, pero sí de fieles debidamente preparados, una 'dispensa' para que pudieran repartir la comunión en hospitales y en las familias, hoy más que nunca pequeñas 'iglesias domésticas'.
jueves, 19 de marzo de 2020
Monseñor Gabriel Marchesi: "Una Iglesia que se preocupa por sí misma, por sus leyes y privilegios, es una Iglesia que no sirve para nada”
¿Hasta cuándo vamos a dejar que el poder en la Iglesia se concentre en manos del clero?
"Una Iglesia que tiene sueños pequeños es una Iglesia que es como la sal que solo sirve para ser arrojada al suelo, no sirve para nada"
"La presencia de mujeres solo no la ven los ciegos. Solo aquellos que tienen prejuicios no pueden aceptarlo"
"A menudo hablamos del problema del clericalismo, de promover a los laicos, su protagonismo, pero todo esto no es suficiente si no llegamos a un camino de sinodalidad, una forma de vivir y caminar dentro de la Iglesia"
"Si pensamos que solo es bueno lo que nuestras generaciones hacen y no tenemos apertura, que las tradiciones, con t minúscula, sigan siendo las cosas más importantes dentro de la Iglesia, está claro que las dificultades continuarán"
"Mi sueño es que las CEBs puedan estar al servicio, al servicio de la vida, del bien, de la felicidad de las personas, que encuentren una forma de vida que ya no esté dominada por la ganancia, el poder, la explotación, por la desigualdad, por todo lo que estamos viendo hasta ahora"
El Papa Francisco quiere que se asuma la sinodalidad como la manera de ser Iglesia. "Las CEBs (comunidades eclesiales de base) tienen un gran potencial para ayudar a la Iglesia a redescubrir esta dimensión fundamental de la sinodalidad, de caminar juntos". Quien dice que es Monseñor Gabriel Maschesi, obispo de Floresta, que acompaña a las CEBs de Brasil desde 2019, dentro de la Comisión Episcopal Pastoral para els Laicado de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil - CNBB.
Nacido en Italia, ha sido misionero en Brasil desde 2003, cuando llegó a la diócesis de Viana, donde trabajó hasta que fue nombrado obispo en 2013. La sinodalidad debe estar presente "no solo en lo que se debe hacer, sino también en la reflexión, al observar los signos de los tiempos, al decidir los pasos a seguir, al decidir la misión de la Iglesia ”, según Monseñor Gabriel. Las CEBs, donde está presente el diálogo, la responsabilidad de cada bautizado, ayudan a promover este caminar juntos, que se puede ofrecer a la Iglesia.
El sueño, según el obispo, debe ser el Reino de Dios, en una Iglesia que mira hacia afuera, que quiere "ponerse al servicio de una vida verdadera, de una vida digna, a favor de todas las personas". En esta Iglesia, las CEBs deben ser "levadura que ayude a toda la Iglesia a caminar junta", reconociendo la importancia de "mujeres santas, mujeres que creen en la causa, que se entregan, que sirven".
El obispo se pregunta "¿hasta cuándo vamos a dejar que el poder en la Iglesia se concentre en manos del clero?", lo que exige distribuir "la responsabilidad en una actitud sinodal". También destaca la importancia de los jóvenes, "comprender su situación, comprender su lenguaje, comprender las dificultades y también creer en lo nuevo que están trayendo". Sueña "que las CEBs pueden estar al servicio, al servicio de la vida, al servicio del bien, al servicio de la felicidad de las personas"
El Papa Francisco está animando la realización cada vez mayor de una Iglesia sinodal. ¿Qué papel juegan las comunidades eclesiales de base en esta nueva forma de ser Iglesia que propone el Papa Francisco?
Las CEBs tienen un gran potencial para ayudar a la Iglesia a redescubrir esta dimensión fundamental de la sinodalidad, de caminar juntos. A menudo hablamos del problema del clericalismo, de promover a los laicos, su protagonismo, pero todo esto no es suficiente si no llegamos a un camino de sinodalidad, una forma de vivir y caminar dentro de la Iglesia. No solo en lo que se debe hacer, sino también en la reflexión, al observar los signos de los tiempos, al decidir los pasos a seguir, al decidir la misión de la Iglesia, el sentido de esta inserción de la presencia de la Iglesia y el mensaje del Evangelio dentro de la vida del mundo.
Creo que las CEBs tienen mucho que ofrecer a nuestra Iglesia en este sentido, porque esta postura de diálogo es parte del ADN de las comunidades, esta postura de responsabilidad, de valorar el bautismo de cada uno, lo que nos lleva a caminar juntos. Es una experiencia madurada durante muchos años y que debemos renovar y ofrecer como una experiencia vivida a esta Iglesia que quiere ser una Iglesia em salida y sinodal.
¿Qué pasos debe dar la Iglesia, especialmente las CEBs, para hacer realidad esta experiencia?
La base de todo es no tener sueños pequeños. Jesús predicó el Reino de Dios, y debemos anunciar y hacer carne la construcción de este Reino de Dios. Una Iglesia que tiene sueños pequeños es una Iglesia que es como la sal que solo sirve para ser arrojada al suelo, no sirve para nada. Una Iglesia que se preocupa por sí misma, por sus leyes y privilegios, es una Iglesia que no sirve para nada. Los pasos a seguir son mirar hacia afuera, mirar la vida y ponerse al servicio de una vida verdadera, de una vida digna en favor de todos.
La vida, la justicia, la paz, no son cosas que están fuera del Evangelio, por el contrario, son el terreno donde debe encarnarse el Evangelio. Observar más esta realidad, de acuerdo con esa expresión del Papa Francisco que a menudo se pasa por alto, para hacer de la Iglesia un hospital de campaña en este mundo que se ve afectado por muchas causas, por muchos problemas.
Pedro Casaldáliga dice que las comunidades eclesiales de base no son una pastoral o un movimiento, sino una forma de ser Iglesia de toda la Iglesia. Pero vemos que a veces las CEBs se han convertido en grupos cerrados, cada vez más identificados con esta dinámica de pastorales y movimientos. ¿Cuáles son los cambios que deberían suceder en las comunidades eclesiales de base para hacer realidad este sueño de Pedro Casaldáliga?
Tenemos que revisar algunas cosas, porque en el pasado, en el presente, se han cometido algunos errores. Lo importante es ser levadura, las CEBs no pueden continuar experimentándose a sí mismas como algo diferente, sino levadura en la masa. Algo que se dijo desde el principio pero que ha sido difícil de aplicar en la práctica, pero las CEBs como levadura dentro de la Iglesia. Por supuesto, hay diferentes formas, diferentes carismas, diferentes espiritualidades, pero creo que el camino de las CEBs debe ser una levadura que ayude a toda la Iglesia a caminar junta, con la ayuda de las CEBs y con la ayuda de tantas otras realidades.
Lo importante es que las CEBs no se entiendan como movimiento, sino que sean levadura en todas partes, de modo que este tipo de espiritualidad, que favorece una Iglesia en salida y vivencial, pueda ser acogida, pueda ser experimentada por todos, no solo por algunos.
En Brasil, la mayoría de las comunidades eclesiales de base son lideradas por mujeres. El Papa Francisco, en Querida Amazonía, reconoce el papel decisivo que tienen las mujeres para mantener vivas a las comunidades, y la necesidad de que el papel de las mujeres sea expresamente reconocido, incluso por los obispos. ¿Puede esto convertirse en una realidad, o sigue siendo algo que queda en el papel?
La presencia de mujeres solo no la ven los ciegos. Solo aquellos que tienen prejuicios no pueden aceptarlo. De hecho, la mayoría de nuestras comunidades están dirigidas por mujeres, mujeres santas, mujeres que creen en la causa, que se entregan, que sirven, porque la mujer está naturalmente al servicio de la vida. Es un espacio que se está conquistando, está claro que la Iglesia debe dar más espacio, pero el problema, para mí, no es solo el problema de la mujer, o no es solo el problema de un sacerdote casado, es un problema de poder.
¿Hasta cuándo dejaremos que el poder en la Iglesia se concentre en manos del clero? ¿Cuándo podremos entender que la Iglesia es un cuerpo que se mueve, que anda unido? Entonces podremos, en ese momento, valorar, de la manera correcta, diferentes carismas y ministerios sin la necesidad de sacerdotes. Porque es necesario ser sacerdotes si el poder está solo en manos de los sacerdotes. Para mí, el problema, más que el hombre, la mujer, casado, no casado, es el problema del poder, cómo hacer que la Iglesia experimente y pueda crecer distribuyendo la responsabilidad en una actitud sinodal y experimentando esta complementariedad, de servicios y de ministerios, sin necesariamente concentrar todo en manos del clero.
Muchos de quienes forman parte de las CEBs son personas que antes participaron en diferentes pastorales juveniles. Vemos que, últimamente, en las CEBs, hay menos presencia y protagonismo de los jóvenes. ¿Cómo podemos ayudar a escuchar los deseos de los jóvenes y permitirles desempeñar un papel más importante en la experiencia y las decisiones de las comunidades eclesiales de base?
La falta de presencia y protagonismo entre los jóvenes es una dificultad que no solo las CEBs están experimentando, sino que la Iglesia en su conjunto está experimentando. Creo que tenemos que abandonar la postura paternalista, creer en la juventud, en lo nuevo que están trayendo, creer en las demandas, en la forma de ser y expresarse de los jóvenes. Si pensamos que solo es bueno lo que nuestras generaciones hacen y no tenemos apertura, que las tradiciones, con t minúscula, sigan siendo las cosas más importantes dentro de la Iglesia, está claro que las dificultades continuarán.
La experiencia que se hizo en el encuentro continental de las CEBs es una experiencia que puede darnos una luz. Los jóvenes se conocieron antes, debatieron algunas cosas y luego participaron en el encuentro sin estar perdidos entre los adultos, que son la mayoría, sino con la conciencia de su fuerza, sus ideales. Se hizo de una manera que ayudó a los jóvenes a sentirse realmente protagonistas. En los días del encuentro vimos que eran protagonistas, se animaron para regresar y participar en sus comunidades. Comprender su situación, entender su lenguaje, sus dificultades y también creer en lo nuevo que están trayendo. No tengo recetas, pero puede ser algo que nos pueda ayudar.
Para 2022, el año del 15º Intereclesial de las CEBs de Brasil, el Papa Francisco ha convocado otro sínodo donde se debatirá el tema de la sinodalidad. ¿Cómo debería afectar esta convocatoria a la vida de las CEBs y cómo podrían ayudar a prepararse y que toda la Iglesia tome conciencia de la importancia de este sínodo?
Esta es una pregunta interesante e importante, pero no es posible responderla de inmediato, porque surgió hace unos días. Inmediatamente vimos la fuerte unión entre el caminar de las CEBs y este sínodo, eso nos animó mucho. Estamos reflexionando sobre este aspecto. Cómo la experiencia de las CEBs puede contribuir a este sínodo, ya que realmente tenemos una experiencia que puede estar disponible, y cómo este sínodo podría ayudar en la realización de nuestro intereclesial y nuestro caminar de CEBs, qué luces podría ofrecernos. Es un tema que se debate en estos días.
En Querida Amazonía, el Papa Francisco nos pide que soñemos. ¿Cuál es su sueño para las comunidades eclesiales de base y para la Iglesia de Brasil en los próximos años?
El sueño sigue siendo el Reino de Dios, tenemos que ser apasionados por este Reino de Dios, apasionados por la vida, por la vida verdadera de las personas. No podemos acomodarnos a lo que estamos viendo en el mundo y pensar que solo se puede resolver esperando. El futuro, el Reino de Dios, no es algo que está detrás de una puerta cerrada, es algo que está detrás de una ventana y proyecta una luz en nuestro caminar para darnos fuerzas, para decir que este es el objetivo que estamos persiguiendo. Estamos avanzando hacia la construcción de este modelo de vida a partir de ahora.
Mi sueño es que las CEBs puedan estar al servicio, al servicio de la vida, del bien, de la felicidad de las personas, que encuentren una forma de vida que ya no esté dominada por la ganancia, el poder, la explotación, por la desigualdad, por todo lo que estamos viendo hasta ahora. Poder formar comunidades en las que la gente pueda decir que es bueno estar aquí, es bueno estar juntos, es bueno que la gente pueda amar y reconocer la vida cada día, llenos de alegría y sufrimiento, pero como un regalo de Dios, porque están construyendo algo que realmente va más allá, que es crear vida.
Óscar Rodríguez: El coronavirus ha puesto de “rodillas” a un mundo “lleno de soberbia”
El cardenal de Honduras recuerda que el dengue ha causado más muertes
En su misa de ayer en la Catedral de Tegucigalpa, criticó "la soberbia de aquellos que creen en el poder de las armas, de los ejércitos, del progreso material, de la industria", que en un instante "se paraliza por un virus"
Pidió a los feligreses no olvidarse de amenazas más graves que azotan un país como Honduras: la violencia y el dengue
Durante la misa que celebró ayer domingo en la Catedral de Tegucigalpa, el cardenal de Honduras, Óscar Rodríguez, se dirigió a los fieles aludiendo a la actual crisis del coronavirus, al expresar que ha puesto de “rodillas” a un mundo “lleno de soberbia”.
"La soberbia de aquellos que creen en el poder de las armas, de los ejércitos, del progreso material, de la industria -matizó- en un instante se paraliza por un virus, por cosas invisibles, por cosas impredecibles".
Por un lado, Rodríguez quiso subrayar la lección de que "aunque se tenga todo el poder, todo el dinero, todas las armas, la vida del hombre, como dice el salmo, es frágil como la flor del campo". Por el otro, llamó la atención sobre un problema mayor: "Queridos hermanos, el dengue es mucho peor y ha causado muchísimas más muertes y somos indiferentes y sigue proliferando", describen las agencias de prensa que declaró el purpurado.
De la misma manera, el cardenal instó a los presentes en la catedral a desdramatizar ante el avance de la epidemia, que ya ha llegado al Centroamérica, y por el contrario preocuparse por lo que puede considerarse una amenaza permanente en países como Honduras: la violencia que impera.
Si los gobiernos y la ciudadanía no optan por soluciones pacíficas, dijo, el panorama del país "seguirá siendo un matadero", con cifras que superan la decena de muertes violentas diarias.
Sin embargo, el cardenal no dejó de recomendar a la feligresía responsabilidad ante la emergencia del coronavirus, recomendando "no esperar que todo venga de otros" sino poner medidas concretas para la prevención. "Sabemos que Dios nos ha dado la inteligencia" para protegernos del mal, apuntó.
martes, 17 de marzo de 2020
Los dilemas éticos que plantea el nuevo coronavirus
Humanitas
Decidir a quién salvar, utilizar tratamientos que aún no han sido probados, cuidar la propia salud y distribuir equitativamente los recursos, son algunos.
Si alguien inicialmente subestimó el peligro, el estado de emergencia ahora está claro para todos, especialmente para los italianos donde las unidades de cuidados intensivos hospitalarios están llenas, muchas instalaciones se han transformado y se han creado zonas especiales dedicadas al Covid-19. Parece no haber espacio para todos, el problema es tener que elegir a quién curar.
Alessia Amore, abogada y bioeticista, entrevistó al profesor Antonio Gioacchino Spagnolo, coordinador de la sección de Bioética y Humanidades Médicas del Departamento de Seguridad y Bioética de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Roma para Formiche.net publicada bajo el título "Terapia intensiva, principi etici ed emergenza Covid-19. Parla il prof. Spagnolo”.
A continuación, una traducción de la entrevista realizada por Humanitas:
Amore: Hace unos días se publicaron las recomendaciones de ética clínica de la Sociedad Italiana de Anestesia, Analgesia, Reanimación y Cuidados Intensivos (Siaarti). Acuerdan favorecer "la mayor esperanza de vida" entre aquellos que deben ser hospitalizados en cuidados intensivos, en una situación de desequilibrio entre las necesidades clínicas reales de la población y la disponibilidad efectiva de recursos. ¿Está de acuerdo con el criterio acordado por la Siaarti? ¿O hay otros principios éticos que se podrían aplicar en situaciones de emergencia, dada la imposibilidad de tratar a todos de la misma manera?
Spagnolo: Este es el llamado “dilema de la última cama” que indica los problemas que surgen cuando, en ausencia de recursos suficientes, los médicos tienen que "elegir pacientes" (por lo general, son los pacientes los que eligen a los médicos). Se deben definir las prioridades en el uso de los recursos para que el principio terapéutico y el principio de justicia puedan combinarse. Este es el procedimiento de clasificación, que normalmente se lleva a cabo en las salas de urgencia, pero que se vuelve particularmente relevante cuando la elección implica que algunas personas no serán tratadas porque no cumplen con los criterios definidos para la asignación de recursos, lo que puede tener como consecuencia la muerte del paciente. Las pautas de la Siaarti nos ilustran un escenario de guerra que representaría la extrema y peor de las hipótesis a las que podría conducirnos esta epidemia. Es una posibilidad que puede ocurrir pero que tal vez podría haberse comunicado mejor, representando de hecho una posición que incluso en situaciones de emergencia adopta el concepto de proporcionalidad de los tratamientos. Ante este dilema, los diversos autores que han reflexionado sobre el tema, en lo que se llama la medicina de los desastres (el Consejo de Europa ya había publicado en 2002 un buen manual de ética ante las diversas situaciones que podría ocurrir en desastres, un manual en el que mi difunto maestro Elio Sgreccia había colaborado), consideran dos opciones que podrían tenerse en cuenta: el criterio de temporalidad, donde se ofrece tratamiento a aquellos que acuden primero (primero que llega, primero que se atiende), o un criterio de pronóstico, reservando los recursos disponibles para aquellos que pueden beneficiarse más teniendo más posibilidades de ser salvados. En el primer caso, se destaca claramente la dedicación del médico a cada paciente que lo necesita y a quien ofrece todos los recursos disponibles. A veces, sin embargo, dado que no hay necesidad de asignar el recurso a otros que lo necesitan, uno puede caer en la tentación de extender los tratamientos sin una justificación real, configurando así una obstinación irrazonable para continuarlos, lo que sería éticamente negativo desde un punto de vista ético-deontológico y también legal. En el segundo caso, el médico debe tener en cuenta los recursos disponibles y esforzarse por identificar la proporcionalidad de continuar un tratamiento para que el paciente que tenga las características clínicas pueda beneficiarse del recurso. Esto no significa quitarle los recursos a otro sino decidir que ya no es proporcional para el otro. Entonces, el dilema está precisamente en identificar la proporcionalidad / desproporcionalidad de los tratamientos en los que, sin embargo, no es posible definir criterios a priori como la edad, la posición social u otros criterios arbitrarios: la evaluación deberá realizarse en la cama del paciente, en la singularidad de caso. Esta es la razón por la cual los consejos de ética clínica pueden ayudar al médico que debe tomar las decisiones apoyándolo en esta elección.
Algunos pacientes con coronavirus son tratados con medicamentos que aún se están probando o con medicamentos destinados a otras indicaciones terapéuticas. Mediante el llamado uso compasivo, el fabricante puede dispensar el medicamento de forma gratuita si parece mostrar evidencia significativa durante las pruebas que aún están en curso. O, con un uso no indicado en la etiqueta, se puede administrar un medicamento fuera de las indicaciones proporcionadas. En estos casos, no se trata de una práctica clínica, sino de implementar medidas especiales en el caso de que los medicamentos disponibles no muestren efectos positivos. El paciente ingresa entonces a una experimentación clínica. Pero, ¿qué ocurre si ese paciente está inconsciente? ¿Quién debe firmar el consentimiento informado? ¿Es suficiente el consentimiento de un miembro de la familia y un consentimiento diferido? Los comités de ética se utilizan para garantizar la seguridad del paciente que se somete a un experimento, pero no existen pautas uniformes, ni la regulación es clara. ¿Cómo procede en estos casos usted, que es vicepresidente de un comité de ética?
El uso compasivo (que prefiero llamar uso terapéutico de medicamentos experimentales) debe distinguirse del uso no indicado en la etiqueta. En el primer caso, se trata de medicamentos que todavía se están probando o que han completado ensayos clínicos pero que aún no están en el mercado y, por lo tanto, no se pueden usar en el público general para la patología para la que se han probado. En el segundo caso, se trata de medicamentos que ya están en el mercado pero con otra indicación clínica y que los médicos consideran útiles (en base a informes de casos o estudios preliminares) incluso en situaciones distintas de aquellas para las que están registrados. En ambos casos, y para situaciones motivadas y urgentes, es útil y ético "probarlos", como también lo establece la Declaración de Helsinki, y en este caso los Comités de Ética tienen el deber de reunirse lo antes posible para expresar su opinión sobre tales solicitudes médicas para sus pacientes individuales. Por supuesto, todos los criterios éticos también deben protegerse en este caso como en las situaciones de experimentación planificadas. Debe haber un plan terapéutico preciso, una documentación científica que indique una posibilidad razonable de beneficio y un riesgo proporcional (de hecho, se debe tener cuidado de que el medicamento experimental no represente para el paciente crítico una causa adicional de daño, de acuerdo al principio ético primum non nocere (ante todo, no dañar)), un consentimiento informado que instruya al paciente sobre los beneficios, pero también sobre los riesgos que corre. Sin lugar a dudas, en muchas situaciones críticas, el paciente no tiene la posibilidad de expresar un consentimiento, como cuando se encuentra intubado o inconsciente. En este caso, dado que no existe una orientación ético-legal precisa, se pueden considerar diferentes soluciones.
La legislación no es clara sobre las pruebas en situaciones de emergencia. En el caso de eventos adversos graves, sin un consentimiento informado firmado por la persona sometida al tratamiento experimental, ¿qué sucede? ¿La responsabilidad recae en el médico? En el caso de un paciente que no puede firmar un consentimiento informado y que podría beneficiarse de estar "inscrito" en un estudio clínico y poder aprovechar un medicamento experimental, ¿cómo se debe proceder?
Es necesario distinguir las intervenciones en pacientes en situaciones de emergencia, donde estas intervenciones ya están indicadas para la patología a tratar y son parte de la práctica clínica, y las intervenciones de naturaleza experimental que se refieren a un protocolo preciso o incluso a una hipótesis científica donde todavía no hay evidencia clara de eficacia. En el primer caso, el médico puede confiar en el estado de necesidad y continuar con el tratamiento incluso si no es posible obtener el consentimiento, asumiendo la responsabilidad como en cualquier práctica clínica, teniendo en cuenta las pautas relevantes emitidas por sociedades científicas. También en este caso, una consulta previa con el consultor de ética o con el Comité de Ética para la práctica clínica posiblemente también podría expresar su diligencia al proceder con la intervención. En el segundo caso, la naturaleza experimental y de investigación, en la que un beneficio no es seguro y el objetivo, aunque éticamente aceptable, es obtener datos científicos que puedan ser útiles para futuros pacientes, el consentimiento se vuelve indispensable. Pero la incapacidad de obtenerlo dadas las condiciones de los pacientes lleva a diferentes soluciones, aunque no aceptadas por unanimidad por los Comités de Ética. Éticamente, es posible aprovechar el consentimiento diferido del paciente (comienza con la aprobación del Comité de Ética incluso sin el consentimiento y se le solicita confirmación al paciente si acepta continuar el tratamiento) o la no oposición de los miembros de la familia al uso del medicamento experimental (si los tutores o administradores de apoyo no son nombrados explícitamente, los miembros de la familia no pueden dar su consentimiento legal). En otros países, se nombra un tercero independiente, posiblemente también identificado por el Comité de Ética, que aboga por el paciente (a nivel europeo, de hecho, en algunos estudios, se requiere el nombramiento de un Asesor de Ética Independiente, que se ocupa específicamente de proteger a los pacientes de enlistarse) a partir de la lectura y aprobación del consentimiento informado.
Teniendo en cuenta el federalismo regional existente en Italia, ¿aceptaría volver a incluir la "protección de la salud" en la lista de asuntos de competencia exclusiva reservados al Estado y no a los competidores entre el Estado y las Regiones? Esto podría evitar ambigüedades y desigualdades causadas por la adopción de diferentes medidas entre regiones.
La salud de los ciudadanos y el derecho a la atención médica no se concilian con una atención médica regionalizada en la que la equidad en el acceso a los recursos de salud no está garantizada, lo que crea disparidades entre las diferentes regiones con respecto a la atención que se reservará a sus ciudadanos. En la perspectiva de una ética personalista, tenemos dos principios fundamentales que deben ser respetados, dos principios estrechamente relacionados entre sí: el principio de sociabilidad y el principio de subsidiariedad. El principio de socialidad compromete a cada persona a realizar comportamientos personales que participan en la realización de bienes para sus semejantes y, por lo tanto, requiere la conciencia de que la vida y la salud no son solo un bien personal, sino también un bien social. En este sentido, la atención a las disposiciones ministeriales con respecto a la adopción de estilos de vida apropiados, el cumplimiento de las vacunas para protegerse a sí mismos y a los demás, la limitación de la libertad para prevenir la propagación de la infección, etc. son todos comportamientos personales que se refieren al deber de salud (a menudo solo se enfatiza el derecho a ello). El principio de subsidiariedad, por otro lado, compromete a la comunidad a proporcionar una mayor ayuda donde hay más necesidad (para tratar a los que necesitan más atención y gastar más para los que están más enfermos). Por otro lado, no se debe suplantar ni reemplazar las iniciativas libres de individuos y grupos, sino garantizar su funcionamiento. En este sentido, las estructuras privadas o las distintas regiones pueden expresar su subsidiariedad y contribuir a la realización del bien de los enfermos para que la atención necesaria sea garantizada para todos los ciudadanos y no para los ciudadanos de una determinada región, incluso a costa de mayores sacrificios de parte de aquellos que pueden brindarlos.
Fuente: Formiche.net
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