El purpurado peruano analiza la dinámica del Sínodo y rebate las críticas
La Iglesia necesita renovación, algo que quiere el Papa Francisco y que se concreta en “una Iglesia servidora, una Iglesia que parta no del centro, sino de la periferia”
Este Sínodo es "un momento privilegiado en la historia de la Iglesia"
Para el cardenal fue muy significativa la imagen de todos los indígenas rodeando al Papa, “un signo de Dios de como la Iglesia se amazoniza”
“El Papa Francisco quiere volver a las fuentes de la renovación, que es el Vaticano II”
El Papa reconoce que es muy distinto plantear el mismo problema a varones que a mujeres, destacando la importancia del aporte de las mujeres, con detalles que a los varones se nos escapan
“El Sínodo no va a cambiar mucho, pero ya estamos cambiando las personas que conformamos la Iglesia, hay una decisión muy clara de renovar la Iglesia”
Los pueblos originarios “nos enseñan a vivir sobriamente”
“O estamos con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma, o estamos contra Cristo”
| Luis Miguel Modino, enviado especial al Sínodo
Los cardenales de Francisco son gente a los que no se les suele notar mucho las pompas, en general no se les han subido los humos a la cabeza. Uno de los mejores exponentes de esa nueva hornada de purpurados es Monseñor Pedro Barreto, uno de los tres presidentes delegados del Sínodo para la Amazonía. Él está convencido de la necesidad de “una Iglesia que pone en práctica”, de una Iglesia que cumple la voluntad de Dios, que según Barreto es su renovación, algo que quiere el Papa Francisco y que se concreta en “una Iglesia servidora, una Iglesia que parta no del centro, sino de la periferia”.
Ese es el Sínodo, es el Vaticano II, es lo que vivió Francisco de Asís hace ocho siglos. Por eso, el purpurado peruano no duda en calificar este Sínodo para la Amazonía como algo “muy, muy especial, súper especial en la historia de la Iglesia”, viéndolo como “un momento privilegiado en la historia de la Iglesia”. No podemos olvidar que para el Papa Francisco la sinodalidad es el modo de vivir la fe en el Iglesia católica. Es algo que, evidentemente no inventó él, ni siquiera Pablo VI con el concilio, sino que viene del propio nacimiento de la Iglesia, que se concreta en el Concilio de Jerusalén, donde las visiones diferentes de Pedro y Pablo aprenden a caminar juntas.
Nos encontramos, según el Cardenal Barreto, no ante un Sínodo doctrinal, sino pastoral, “una preocupación de la Iglesia de acompañar a nuestros hermanos que viven en la Amazonía para buscar lo que le agrada a Dios”. Por eso el Sínodo, que sólo está viviendo su segunda fase, marcada por el discernimiento, quiere ofrecer al Papa elementos que ayuden al obispo de Roma a tomar decisiones que ayuden en la tercera etapa, “la implementación pastoral, que lógicamente va a tener un impacto”.
El cardenal Barreto se sirve de lo que representan la red y la canoa que acompañaron la procesión con la que se dio inicio a los trabajos de la asamblea sinodal. Él destaca de ese momento que el Papa Francisco estaba muy feliz, y que tocando la red decía “esta es la red que Jesús dijo tiren la red, y recogerán peces”. Para el cardenal fue muy significativa la imagen de todos los indígenas rodeando al Papa, “un signo de Dios de como la Iglesia se amazoniza”.
Aprovechando la imagen de una canoa que navega por el Río Amazonas, Barreto afirmaba que “los que critican, los que gritan desde la orilla, van quedándose atrás”, aunque a veces revivimos la lucha de David contra Goliat. Es hora de comunión, de unirnos a partir de la Buena Nueva de Jesús, de no competir, pues “cada vez es más claro que las críticas son de un grupo pequeño”. El cardenal señala que estamos repitiendo lo que se vivió en el Concilio Vaticano II, que también comenzó en el mes de octubre, que "un grupo pequeño estaba en contra de la renovación”, lo que aparentemente se repite cincuenta años después, en un momento en el que “el Papa Francisco quiere volver a las fuentes de la renovación, que es el Vaticano II”.
El desafío es “hacer amanecer la Palabra en obras”, palabras pronunciadas por una indígena colombiana, que había escuchado a su abuelo, recordadas por Pedro Barreto, quien insiste en que “este Sínodo no va a terminar con un documento, este Sínodo tiene que terminar en una acción, pero una acción eclesial conjunta para todos y al mismo tiempo con respuestas más específicas en el ámbito de la Amazonía”. Él también destaca el profundo respeto del Papa Francisco por la asamblea, donde se hacen presentes indígenas de los nueve países, señalando nombres concretos, hombres y mujeres que han aportado mucho a lo largo del proceso de escucha sinodal.
La falta de sacerdotes es un problema mundial, que responde a varias causas, que se está tocando en las discusiones sinodales. Según el cardenal, se está abordando el tema de la formación, del celibato y cómo esto es visto en el mundo indígena, de la ministerialidad, del diaconado femenino, algo que en la práctica ya es ejercido por muchas religiosas en la Amazonía, al menos en sus elementos esenciales, que desde su presencia constante en las comunidades son manifestación de Dios. De hecho, él destaca la presencia de mujeres dentro de la asamblea sinodal, y sobre todo de mujeres indígenas, “que tienen algo muy especial, dicen las cosas con toda claridad, con gran respeto y con mucha profundidad. Pasan del pensar al sentir y a propuestas de acción”. En ese sentido, señala que el Papa Francisco está muy atento para escuchar y ver el rostro de las mujeres cuando hablan, para ver su expresión, pues el Papa reconoce que es muy distinto plantear el mismo problema a varones que a mujeres, destacando la importancia del aporte de las mujeres, con detalles que a los varones se nos escapan.
Ante los miedos que hay en Europa cuando se habla de amazonizar la Iglesia, dice que “Roma, en estos días es una Roma amazónica”, algo que se ha llevado a cabo en la tumba de Pedro, como se expresó en ese signo de la oración inicial, pues desde ahí partieron todos los participantes de la asamblea en peregrinación amazónica hacia el aula sinodal. No podemos olvidar, según el cardenal, que ya en el siglo XIII, en Asís, Francisco hizo algo similar a lo que hoy se denomina amazonizar la Iglesia, con su hermana Tierra, hermana Agua, hermano Sol, hermana Luna. Por eso, hay que perder el miedo de hablar de amazonizar la Iglesia, de respetar las culturas, enfatizando que “tenemos todo el derecho de como Iglesia proponer nuevos caminos desde la Amazonía”, a lo que añade que tenemos que “laudatosificar la sociedad, hacer que la humanidad alabe a Dios por la Creación”.
Hemos de ser conscientes que “el Sínodo no va a cambiar mucho, pero ya estamos cambiando las personas que conformamos la Iglesia, hay una decisión muy clara de renovar la Iglesia”, según el cardenal, que ve en la Evangelii Gaudium el programa de esta renovación a partir de la centralidad de Cristo. Durante tres semanas estamos dejándonos llevar, como Iglesia, por la dinámica del Amazonas, que es lento, pero que nos muestra que “hay que dejarse llevar por las aguas profundas de Dios”.
Esta es la primera vez en que un Papa hace un discurso al inicio de un Sínodo, lo que no estaba previsto, y que Barreto define como precioso, sobre todo cuando destacaba los diferentes aspectos de la pastoral. Este discurso, que el Papa tenía escrito a mano, fue fruto de lo que con un lápiz escribió cuando ese día se despertó a las tres de la mañana, algo que nos remite al famoso discurso de la luna de Juan XXIII la víspera del inicio del Concilio. Una prueba más de la continuidad entre los dos momentos, y que apunta al Sínodo para la Amazonía como un nuevo momento de renovación eclesial.
El cardenal peruano dice que se está planteando que el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) tenga un organismo representativo y permanente de la región amazónica, que posea como órgano ejecutivo a la REPAM (Red Eclesial Pan Amazónica), que garantice un cauce para seguir avanzando. Junto con eso, insiste en recuperar la profecía, que anuncie tiempos nuevos, que prepare a la Iglesia para las dificultades. En ese sentido, el cardenal peruano habla de los mártires, recordando las palabras de Tertuliano, que dice que “la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”. En la Amazonía, eso se concreta en los mártires ambientales, que es “parte y consecuencia de este sistema salvaje”, en el que, según el purpurado, “cuántos inocentes son criminalizados”, algo que expresa el Misterio Pascual, que el Sínodo nos está ayudando a vivir.
Los recursos naturales son para todos, no para un grupito de privilegiados, sostiene Barreto, que ve en los pueblos originarios a alguien que “nos enseña a vivir sobriamente”, lo que ha experimentado en las comunidades indígenas, “donde no había despensas, no había acumulación, pescaban lo necesario para el alimento, cuidaban el agua, vivían sobriamente, que es lo que el Papa Francisco dice en la Laudato Sí”.
Volviendo al Concilio Vaticano II, en concreto al discurso de apertura, el cardenal Barreto, se refiere a los “profetas de calamidades, que todavía continúan, todo está mal, incluso con esa soberbia propia de aquellos de quien Juan XXIII dice tener alta espiritualidad, pero poca discreción”. Es una prueba más de que la historia y las actitudes humanas y eclesiales se repiten. Son palabras, éstas del Cardenal Pedro Barreto, que nos ayudan a entender las señales de Dios y las palabras de Jesús, “o están conmigo, o están contra mí, o recogen conmigo, o desparraman”. Por eso, concluye el purpurado, “o estamos con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma, o estamos contra Cristo”. Ese pequeño grupo, “que no está con el obispo de Roma, están desparramando, y desparraman maldad, insidias y todas esas cosas”.
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