Ellas aportaron en los ámbitos familiares, económicos, sociales y políticos de Caral.
Los hallazgos arqueológicos realizados en los centros urbanos de Caral, la primera civilización de América, demuestran que las mujeres cumplieron roles fundamentales, demostrando la complementariedad y equidad de género, hace cinco mil años.
“Las mujeres tuvieron acceso a funciones relevantes en la organización sociopolítica, económica y religiosa, en la civilización Caral”, dijo la arqueóloga Ruth Shady Solís, directora de la Zona Arqueológica Caral (ZAC), Unidad Ejecutora del Ministerio de Cultura.
En veintisiete años de investigación, el equipo multidisciplinario de la ZAC ha descubierto esculturas elaboradas en arcilla no cocida, que resaltan la labor que habría cumplido la mujer en la formación de la primera civilización de América, una de las primeras del mundo.
HALLAZGOS
Los antiguos caralinos modelaron esculturas que representan a mujeres sosteniendo en brazos a bebés o dándoles de lactar. La representación de esta función y la ubicación de estas esculturas en contextos rituales, evidencian que el rol de la mujer como madre fue valorado más allá de una aparente cotidianeidad. La representación de la vinculación entre la mujer y la maternidad tiene paralelos culturales universales.
En el ámbito económico, la mujer desarrolló actividades productivas al igual que el hombre. En el sitio arqueológico Ciudad Sagrada de Caral se exhumó un entierro de una mujer adulta dedicada a la producción de tejidos. Y en el sitio arqueológico Áspero se han recuperado contextos funerarios de mujeres que presentan exostosis auditiva bilateral, producida por inmersión continua, lo que demuestra su participación en la vida laboral marina, y su significativa contribución al desarrollo económico.
AUTORIDADES SOCIOPOLÍTICAS
En la Civilización Caral hubo mujeres con autoridad sociopolítica, como lo evidencian dos esculturas recuperadas en el sitio arqueológico Miraya, que representan a dos individuos importantes: la mujer, ataviada con una fina vestimenta y dos collares, y el hombre, con orejeras y collar.
En el sitio arqueológico Vichama, se recuperó una ofrenda con tres esculturas. Se trataría de una pareja de autoridades vinculados a una sacerdotisa. La mujer principal está de pie y es de mayor tamaño, se informó a INFOREGIÓN.
Asimismo, en la ciudad pesquera de Áspero, se encontró uno de los más importantes entierros: la Dama de los Cuatro Tupus. Fue enterrada en el edificio piramidal denominado “Huaca de los ídolos”, uno de los más destacados del sitio arqueológico. Llevaba prendas indicadoras de su alto estatus, y habría tenido entre 40 a 50 años. Estuvo envuelta en tejidos de algodón y esterilla de junco. Portaba cuatro tupus o prendedores con diseños zoomorfos y un collar de cuentas de valvas de moluscos, con un dije elaborado en concha de gasterópodo marino. También un collar conformado por cuentas tubulares de Spondylus y un dije de mineral silicato. Además de una ofrenda de mate que contenía oca, papa y semillas de mate.
“El acceso de las mujeres a posiciones sociales se dio hasta en la época inca. Actualmente, la inequidad de género es muy marcada. Hay violencia, casi permanente, contra la mujer. Debemos tener carácter las mujeres para salir adelante y no debemos permitir que eso continúe con la educación”, indicó la doctora Shady Solís.
COMPLEMENTARIEDAD DE GÉNERO EN EL ANTIGUO PERÚ
Antiguamente, mujeres y hombres desarrollaron actividades complementarias en todos los ámbitos. Esto se evidencia incluso en la cosmovisión andina, que reconoce a deidades como Pachamama y Cochamama, dadoras de los recursos terrestres y marinos, respectivamente. Eran hombres los cerros, apus o jircas, de donde bajaba el agua para regar los cultivos. La Luna o Quilla era la deidad femenina sideral cuyo par era el Sol, Inti o Huari masculino.
En tiempos posteriores, las Capullanas o Tallaponas eran las gobernantes de sociedades costeñas, y la Coya era el equivalente de una reina en la sociedad Inca. Mientras ambos géneros eran considerados diferentes en cuanto a las funciones que debían realizar, también había convicción en cuanto a su complementariedad. Ambos gozaban del mismo respeto y acceso a las diversas posiciones sociales, políticas y religiosas.
“No eran diferentes. Mujeres y varones eran iguales, se dividían el trabajo. Comprendieron que cada uno podía dar soluciones, por eso las mujeres podían tener posiciones altas. Se requiere de la intervención de la mujer para promover desarrollos en los diferentes campos y mejorar las condiciones de vida en la sociedad. Estamos ante un reto”, sostuvo la arqueóloga sanmarquina.
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