3:00 p m| 9 ago 19 (AM/VN).- Una iniciativa de la Iglesia alemana propone abordar los temas más polémicos de manera abierta. ¿Cuál sería la novedad? La inspiración en el Concilio Vaticano II: obispos y laicos podrán debatir cara a cara, y los frutos de ese diálogo tendrán incidencia en decisiones sobre la vida de los católicos. Así lo plantea en su comentario Renardo Schlegelmilch, periodista alemán vinculado a Radio Vaticana.
Según Schlegelmilch, sería una actividad que podría cambiar la Iglesia tal como se ve hoy en día. Incluso resalta que el papa Francisco sintió la necesidad de tener voz en la discusión, emitiendo una carta preventiva que parece sugerir algunos parámetros en el diálogo -con la finalidad de “caminar juntos”- al tiempo que destaca el espíritu sinodal del Vaticano II que la iniciativa impulsa.
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Para ser claros, la iniciativa que los católicos alemanes están a punto de emprender no es un sínodo. Un sínodo tiene que ser aprobado por el Vaticano y tiene que seguir reglas estrictas establecidas por la Curia. Los católicos alemanes se están embarcando en lo que denominan “camino sinodal”, aunque promete ser potencialmente complicado, se enfocarán en temas que la Iglesia suele evitar: ¿Por qué no se permite que las mujeres sean ordenadas diáconos o sacerdotes? ¿Es el celibato obligatorio el mejor modo de vida para un sacerdote del siglo XXI? ¿Cómo debería responder la Iglesia alemana a la crisis por los casos de abuso? Según la agenda de la Conferencia Episcopal Alemana, todos estos temas y otros más formarán parte de la iniciativa.
El estilo de este “camino sinodal” -que será una conversación entre obispos y laicos, de igual a igual- no tiene precedentes, según los líderes entre los laicos alemanes, que estarán representados por el Comité Central de Católicos Alemanes (ZdK), la más alta organización de laicos del país. Todo lo que se decida se hará de forma democrática y transparente, con la participación de ambas partes, según Thomas Sternberg, presidente de la ZdK y líder de la delegación de laicos.
¿Cómo llegó la Iglesia alemana a decidir sobre este enfoque radical? Las noticias en los medios alemanes últimamente no deja a las personas con una impresión particularmente buena de la Iglesia católica. Las revelaciones de nuevos escándalos se emiten casi a diario. El pasado otoño, un estudio reveló más de 3000 casos de abuso sexual en Alemania en las últimas décadas. El movimiento “María 2.0” ha estado movilizando a las mujeres católicas de todo el país para que no asistan a misa en una “huelga” contra el sexismo en la Iglesia y la exclusión de las mujeres del sacerdocio.
Producto de un ambiente cargado de noticias negativas, ha crecido el número de personas que abandonan la Iglesia, según el informe anual de la Conferencia Episcopal. En Alemania, el gobierno recauda un “impuesto eclesiástico” de los ciudadanos registrados como católicos y lo utiliza para apoyar a la Iglesia y sus iniciativas. Muchos de los que abandonaron dicen que la carga fiscal es parte de la razón por la que se han separado de la Iglesia, un proceso burocrático en Alemania, al igual que el divorcio o la inscripción de un recién nacido. Peor aún, dicen que simplemente ya no confían en la Iglesia. En 2018, más de 200000 alemanes pusieron fin oficialmente a su afiliación con la Iglesia católica, la segunda cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial.
Las implacables malas noticias y los crecientes abandonos han obligado a los obispos alemanes a abordar los problemas de la Iglesia de manera transparente y democrática. “En cierto modo, la democracia siempre ha sido parte de la Iglesia. Los cardenales incluso eligen al Papa”, dijo el Sr. Sternberg, quien es uno de los representantes que dialogarán con los obispos. Expolítico, está acostumbrado a tomar decisiones de manera democrática, una práctica que también desea para la Iglesia. Está esperanzado en el camino sinodal que los obispos están a punto de emprender. “Podemos dialogar entre nosotros, debatir”, dijo. “Es solo la fuerza del argumento lo que debería contar”.
Se supone que el proceso debe comenzar el primer domingo de Adviento. Pero ya hay varios grupos de trabajo que se están reuniendo para generar los esquemas de las conversaciones y temas propuestos. Se espera que completen su trabajo en septiembre.
Un grupo se enfoca en el poder en la Iglesia -cómo se usa o se abusa de él. Otro grupo discutirá el papel del celibato en la vida sacerdotal, con la consulta si todavía es apropiado para el siglo XXI. Otro grupo hablará sobre la sexualidad y la Iglesia católica. Encuestas muestran que los católicos en Alemania no prestan atención a los puntos de vista de la Iglesia, por ejemplo, con respecto al sexo prematrimonial o a la homosexualidad.
Un documento publicado por los obispos y el comité de laicos pregunta abiertamente si la Iglesia debe cambiar su punto de vista sobre estos asuntos. “Hemos perdido la capacidad de hablar con la gente sobre esto. La Iglesia no entiende lo que significa la sexualidad para el individuo”, dijo el Cardenal Reinhard Marx, jefe de la Conferencia Episcopal Alemana en marzo, cuando anunció el camino sinodal. “No reconocemos lo que la teología o las ciencias humanas tienen que decir al respecto”.
Una de las preocupaciones más importantes es la cuestión de las mujeres en la Iglesia. Mujeres católicas de toda Alemania se unieron a la huelga convocada por el movimiento “María 2.0”, negándose a asistir a misa o a hacer trabajo voluntario en sus parroquias durante una semana en mayo.
Los obispos intentaron responder. La ordenación de mujeres como diáconos o sacerdotes está fuera de discusión, la mayoría de ellos lo admiten, pero argumentan que esta barrera no significa que las mujeres no puedan ser capaces de tomar posiciones de poder en la Iglesia. Varias diócesis alemanas están estableciendo nuevos puestos de gestión general y financiera que están explícitamente abiertos a las mujeres y laicos. La Conferencia Episcopal se ha comprometido a una cuota de contratación que reserva el 33 por ciento de los puestos de liderazgo para las mujeres en los próximos años.
La ordenación de mujeres podría ser uno de los puntos más complicados del próximo proceso sinodal. El comité de laicos promueve abiertamente la ordenación de mujeres. “Hemos estado exigiendo diaconisas durante mucho tiempo”, dijo el Sr. Sternberg. La ordenación de mujeres como sacerdotes tendría que ser tratada en un consejo oficial romano, dijo, pero la ordenación de diaconisas en Alemania podría realizarse hoy en día, sin ninguna barrera dogmática o teológica.
Para los alemanes, la demanda de diaconisas no es nada nuevo. En 1971 Alemania abrió un sínodo para poner en práctica las ideas del Vaticano II. Ya entonces los obispos hablaban de diaconisas y de los “viri probati”, hombres casados de fe y virtud probadas que podían ser ordenados sacerdotes. Las recomendaciones de ese sínodo fueron enviadas al Vaticano, pero no condujeron a ningún cambio, como recuerda el Sr. Sternberg.
El Vaticano sigue de cerca el sínodo informal de Alemania. A finales de junio, el papa Francisco envió una carta a la Iglesia alemana. No se dirigió a los obispos, sino a “todo el pueblo de Dios en Alemania”, y explicó sus puntos de vista sobre el próximo proceso sinodal.
El Sr. Sternberg dijo que la intervención del Papa causó “sensación”. Una carta como esa no había sido enviada por ningún pontífice desde la Segunda Guerra Mundial, dijo. “El papa Francisco nos dice que continuemos en el espíritu del Vaticano II”, dijo, y esto es lo que él piensa que los católicos alemanes están a punto de hacer. Pero también hay que considerar que el contenido de la carta del Papa es una cuestión de interpretación. Francisco alentó el diálogo, pero también aconsejó a los alemanes que siguieran ante todo el Evangelio y que no rompieran con el resto del mundo católico.
Esa posibilidad es exactamente lo que algunos católicos en Alemania temen cuando escuchan que el celibato o la ordenación de mujeres serán puestos a debate. “La Iglesia debe seguir a Jesús, no al zeitgeist (cultura y clima intelectual de una época)”, advirtió el cardenal de Colonia, Rainer Maria Woelki, justo después de la publicación de la carta del Papa.
El Rev. Michael Fuchs, vicario general de la diócesis de Regensburg, exige un nuevo enfoque para el camino sinodal. La carta del Papa sugiere que la Iglesia alemana no lo continúe “como estaba planeado”, dijo. Él cree que la Iglesia alemana debería plantear un proceso diferente, uno más cercano al Evangelio.
Entonces, ¿qué es lo que realmente saldrá de todo esto? Todo lo que los obispos y laicos decidan durante este camino sinodal no tiene que ser aprobado por Roma, sino que debe seguir la enseñanza católica, aconsejó el Papa en su carta. Como señaló, los resultados del camino sinodal no serán canónicamente vinculantes.
Cuando se trate de implementar los resultados, será decisión de cada diócesis y de cada obispo, dijo el Sr. Sternberg. Este resultado sigue al deseo del papa Francisco de una “Iglesia sinodal” que no dependa del Vaticano para cada una de sus decisiones.
Pero sea lo que sea que salga de ello, una cosa está clara. Con todo lo que ha sucedido en los últimos meses en Alemania -las mujeres en huelga, la pérdida de confianza debido al escándalo de los abusos e incluso la carta del Papa- los católicos de todo Alemania seguirán este camino sinodal con una mirada atenta. Para algunos católicos podría ser la última oportunidad de recuperar la confianza que la Iglesia ha perdido; para otros sugiere la posible separación de la Iglesia tal como Jesús la estableció y una rendición a los tiempos modernos.
Camino sinodal: un sendero estrecho y exigente
En una carta dirigida a la Iglesia que peregrina en Alemania, el papa Francisco señala –una vez más– que para superar los diversos desafíos que afronta la Iglesia es necesario recorrer el camino sinodal. Desde los primeros tiempos de la vida de la Iglesia la fórmula para sobreponerse las dificultades es la misma: reunirse en torno a los Apóstoles e invocar al Espíritu Santo.
En este caso, el Papa se dirige a las comunidades alemanas pero está claro que el alcance de sus palabras va más allá. En muchos sitios, la vida de la Iglesia atraviesa momentos difíciles debido a lo que Francisco denomina una “fuerte tendencia a la fragmentación y polarización”.
La situación en Alemania reviste una especial gravedad en estos tiempos, pero no es solo allí que se observan fuertes tensiones por “particularismos y tendencias ideológicas”. Sin embargo, más allá de las diferentes situaciones, el camino en el que insiste el Papa sigue siendo el mismo: es necesario “caminar juntos”, reflexionar en profundidad, acercarse a los pobres, escuchar la fe del pueblo de Dios y avanzar hacia una “conversión pastoral”.
Este camino sinodal, si bien es tan antiguo como la historia misma de la Iglesia, ha sido retomado hace relativamente poco, a partir del Concilio Vaticano II. En especial en este último tiempo, ya durante el pontificado del Papa Francisco, esta manera de enfrentar las dificultades y avanzar en la transformación de la Iglesia ha sido restablecida con fuerza.
Podemos preguntarnos entonces de qué manera se han superado las dificultades en los últimos siglos en los que el recurso de la realización de sínodos fue dejado de lado. La respuesta es simple: al menos en la Iglesia Romana los conflictos se fueron canalizando y superando a través de la intervención de la autoridad, no a través del camino compartido.
Quizás sea útil hacer una comparación. Si en una familia existen conflictos entre hermanos, la madre o el padre pueden solucionarlos con un par de frases utilizando su autoridad, o pueden reunir a los hermanos e invitarlos a que expresen sus diferencias. Es probable que en un primer momento las tensiones aumenten y se multipliquen. Aparecerán reclamos, saldrán a la luz rivalidades, envidias, celos y muchas otras realidades que permanecían ocultas ante una primera mirada sobre lo que estaba ocurriendo. Este camino permitirá expresar lo que no estaba dicho, pondrá de manifiesto las verdaderas causas. Es un camino que facilitará una curación de los vínculos mucho más profunda y auténtica que la que se lograría con el mero ejercicio de la autoridad.
Cuando en la Iglesia, madre y maestra como la llamaba san Juan XXIII, se nos invita a “caminar juntos”, a recorrer el camino sinodal, no se nos está invitando al camino fácil sino a recorrer ese sendero estrecho del que se nos habla en el Evangelio de Mateo “entren por la puerta estrecha, porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que van por allí. Pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la Vida, y son pocos los que lo encuentran” (Mt 7, 13-14).
La nostalgia de los autoritarismos
Mientras hablamos de libertad y exaltamos la necesidad de la participación y el compromiso personal, curiosamente, por otra parte, parece que añoramos los tiempos en los que la autoridad solucionaba los conflictos sin tantas idas y vueltas.
¿Acaso queremos que nos vuelvan a tratar como niños? ¿Preferimos aquellos tiempos en los que no era necesario que quedaran expuestas y a la vista las verdaderas causas de los conflictos? ¿Será que nos sonroja reconocer que las diferencias que existen en nuestras comunidades no brotan de “conflictos ideológicos” o “posturas pastorales” sino de mediocres envidias, de rivalidades mezquinas, o de torpes incompetencias?
El camino sinodal al que se nos invita no es un sendero rodeado de bellos paisajes que se transita sin dificultad, es un recorrido áspero y desafiante que conduce hacia lo más profundo. Es el camino de los mártires y de los santos que nos precedieron, es el camino que conduce a la auténtica “conversión pastoral”.
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Fuentes:
Texto de Renardo Schlegelmilch publicado en America Magazine / Texto de Jorge Oesterheld publicado en Vida Nueva
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