miércoles, 11 de abril de 2018

Jóvenes: “Queremos una Iglesia cercana y que admita sus errores”


6:00 p m| 10 abr 18 (VI/OR/BV).- El Papa les pidió que hablaran abiertamente, dándoles carta blanca para que afrontaran los temas que quisieran y como quisieran. Y los 300 jóvenes de todo el mundo que vinieron a Roma para participar en la reunión pre-Sínodo (como parte de los preparativos para el gran encuentro de octubre), además de otros 15 mil coetáneos que participaron vía grupos de Facebook, no necesitaron que se lo dijeran dos veces.
En las 15 páginas del documento final redactado al término de la reunión que comenzó el pasado 19 de marzo, los chicos no dudaron en expresar sus preocupaciones y deseos, sus expectativas y necesidades, y también sus críticas hacia una Iglesia que “parece demasiado severa” y “a menudo asociada con un excesivo moralismo”, de la que esperan no recibir “respuestas diluidas ni preconfeccionadas”.
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El texto -que llegó a manos del Papa al día siguiente- fue concebido como un resumen de todas las contribuciones de quienes participaron, basadas en el trabajo de los 20 grupos lingüísticos y otros 6 grupos formados en las redes sociales. “Fue compartido y redactado con un método completamente sinodal que constituye una de las fuentes que contribuirán a la redacción del Instrumentum laboris para la Asamblea del Sínodo” de octubre, explicó en una conferencia de prensa el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de los Obispos.
En el texto los jóvenes afrontaron temas como las nuevas tecnologías y sus peligros: desde el cyber-acoso hasta la pornografía; discutieron sobre temas “candentes” como la homosexualidad, la teoría de género, la convivencia y la anticoncepción; se interrogaron sobre la “vocación”, concebida como “llamada universal a la santidad”, y no solo a la vida religiosa. Los jóvenes también criticaron la institución eclesial, porque “debería ser rápida y sincera al admitir los propios errores del pasado y del presente”, como los abusos o la mala administración financiera, y porque debería presentarse y reconocerse como una institución “formada por personas que pueden equivocarse” y caer en “incomprensiones”.
Lo que esperan los firmatarios del documento es que “la Iglesia y las demás instituciones puedan aprender del proceso de esta reunión pre-Sinodal y escuchar las voces de los jóvenes”, que, por ejemplo, dan cuenta del “gran desacuerdo” entre ellos, “tanto en la Iglesia como en el mundo, en relación con las enseñanzas” que se encuentran en el centro de los debates contemporáneos. Entre ellos están: “la anticoncepción, el aborto, la homosexualidad, la convivencia, el matrimonio y también cómo es percibido el sacerdocio en las diferentes realidades de la Iglesia”. Hay, pues “un debate abierto” sobre estas cuestiones, “independientemente del nivel de comprensión de las enseñanzas de la Iglesia”.
Por una parte, están los que desean formar como sea “parte de la Iglesia”, pero quisieran que “cambiara sus enseñanzas o, por lo menos, que ofreciera una mayor explicación y formación sobre estas cuestiones”. Por otra parte, hay muchos jóvenes católicos que “aceptan estas enseñanzas y encuentran en ellas una fuente de alegría”, por lo que “desean que la Iglesia no solo se mantenga bien firme en sus en enseñanzas, a pesar de ser impopulares, sino que las proclame también con mayor profundidad”.
Estas “facciones”, a pesar de enfrentarse en relación con las enseñanzas de la Iglesia, encuentran un punto de unión en el “estilo” de la Iglesia que desean: “Los jóvenes de hoy anhelan una Iglesia auténtica”, se lee en el documento. “Con esto queremos expresar, particularmente a la jerarquía eclesiástica, nuestra petición de una comunidad transparente, acogedora, honesta, comunicativa, accesible, alegre e interactiva. Una Iglesia creíble es precisamente la que no tiene miedo de mostrar que es vulnerable. Por ello, la Iglesia debería ser veloz y sincera al admitir los propios errores del pasado y del presente, presentándose como conformada por personas capaces de cometer errores e incomprensiones”.
Entre estos errores, los chicos del pre-Sínodo mencionaron “los diferentes casos de abusos sexuales y una mala administración de las riquezas y del poder”. “La Iglesia –afirma el texto– debería continuar reforzando su política de tolerancia cero dentro de las propias instituciones, y así, reconociéndose humilde y humana, podrá aumentar la propia credibilidad y la capacidad para entrar en empatía con todos los jóvenes del mundo”. Según los jóvenes, “tal actitud” distinguiría a la Iglesia de todas las “instituciones y autoridades hacia las que los jóvenes de hoy, en la mayor parte de los casos, nutren alguna confianza”.
“Los jóvenes –continúa el documento– tienen muchas preguntas, pero no por ello piden respuestas diluidas o preconfeccionadas. Nosotros, los jóvenes de la Iglesia, pedimos a nuestros guías que hablen con una terminología concreta sobre argumentos incómodos, como la homosexualidad y el debate sobre la teoría de género, sobre los cuales los jóvenes discuten libremente sin inhibiciones. Algunos la perciben como “anticientífica”, por ello el diálogo con la comunidad científica es también importante, puesto que la ciencia es capaz de iluminar la belleza de la Creación”.
En este sentido, “la Iglesia debería también ocuparse de temas ambientales, particularmente sobre el problema de la contaminación”, y mostrarse “solidaria y tendida hacia los que luchan en las periferias, hacia quienes son perseguidos y pobres”. Porque, y el primero que lo afirma es el Papa mismo, “una Iglesia atractiva debe ser necesariamente relacional”.
Y, puesto que gran parte de las relaciones en la actualidad se desarrollan en las redes sociales y en la red, los jóvenes advirtieron que “las relaciones en línea pueden volverse inhumanas. Los espacios digitales nos vuelven ciegos a la fragilidad del otro y nos impiden la introspección. Problemas como la pornografía pervierten la percepción que el joven tiene de la propia sexualidad. La tecnología en este mundo crea una realidad paralela engañosa, que ignora la dignidad humana”. Por lo tanto, los chicos hacen un llamado a la Iglesia para que preste “mayor atención a la plaga, incluyendo los abusos en la red contra menores, el cyber-acoso y la salada factura que estos representan para nuestra humanidad”.
Claro, no se puede dudar que “internet ofrece a la Iglesia una oportunidad nunca antes vista en la evangelización, sobre todo mediante las redes sociales y los contenidos multimedia en línea. Siendo jóvenes, somos nativos digitales capaces de guiar por este camino. Además es un lugar en el que es posible relacionarse con los que provienen de una tradición religiosa diferente o no la tienen. La serie de videos del Papa Francisco es un buen ejemplo sobre cómo internet puede expresar un potencial de evangelización”.
En su documento, los y las jóvenes del pre-Sínodo reivindican también una mayor inclusión en los “procesos decisionales” de la Iglesia, que debe “ofrecerles papeles de liderazgo”, que se pueden identificar en las “parroquias, en las diócesis, a nivel nacional e internacional, e incluso en el nivel de las comisiones en el Vaticano”. “Estamos firmemente convencidos de estar listos para poder ser guías, capaces de madurar y aprender de miembros más expertos de la Iglesia, sean religiosos o laicos”, afirman.
En este ámbito, no podía faltar la denuncia de la “falta de figuras de referencia femeninas dentro de la Iglesia”, realidad percibida con tristeza por las jóvenes mujeres que quisieran “ofrecer sus talentos intelectuales y profesionales”. Al mismo tiempo, los jóvenes consideran que “los seminaristas y religiosos, a mayor razón, deberían ser muchos más”.
Los jóvenes también se declaran “interesados en las actividades políticas, civiles y humanitarias”. Como católicos, afirman querer estar “más activos en la esfera pública para mejorar la sociedad común” y ser tomados “seriamente en consideración en cuanto miembros responsables de la Iglesia”. Misma que, subrayan, “debería tratar de desarrollar con creatividad nuevos caminos para salir al encuentro de las personas exactamente en donde se encuentren, en los lugares que más les acomoden y en los que comúnmente socialicen: bares, cafés, parques, gimnasios, estadios, y cualquier otro centro de agregación cultural o social”.
Según los autores del documento, habría que tomar también en consideración “espacios menos accesibles, como los ambientes militares, el ambiente de trabajo y las zonas rurales”. Pero es también importante que “la luz de la fe llegue a lugares difíciles como orfanatos, hospitales, periferias, zonas de guerra, prisiones, comunidades de reinserción y zonas rojas”. “Si, por una parte, la Iglesia ya sale a nuestro encuentro mediante las numerosas escuelas y universidades desperdigadas por todo el mundo, quisiéramos verla en esto mucho más presente y eficaz”.
En este movimiento de salida, la Iglesia debería “adoptar” un lenguaje “capaz de relacionarse con los usos y costumbres de los jóvenes, para que todos puedan tener la oportunidad de escuchar el mensaje del Evangelio”. Y tal vez replantear, en este sentido, su radio de acción, puesto que “fuera de la Iglesia muchos jóvenes viven una espiritualidad debatida”. La Iglesia, pues, “podría relacionarse con ellos mediante instrumentos adecuados”.
Buena parte del documento final también se refiere a la “vocación”, tema sobre el que reflexionará el Sínodo de octubre. La vocación, aclaran los jóvenes, no es “sinónimo de la llamada al presbiterio o a la vida religiosa”. “La idea general de que la vocación es un llamado no le es clara a los jóvenes”, explican ellos mismos, por lo que se necesita “una mejor comprensión de la vocación cristiana (al presbiterio, a la vida religiosa, al apostolado laico, al matrimonio y a la familia, etc.) y del llamado universal a la santidad”.
Al mismo tiempo, se necesita ayuda durante el proceso de discernimiento de la propia vocación, teniendo en consideración todos los diferentes “factores” que influyen en él: “la Iglesia, las diferencias culturales, la oferta de trabajo, el mundo digital, las expectativas familiares, la salud mental y el estado de ánimo, la presión social de los propios pares, los escenarios políticos, la vida de oración y devociones, la Escritura, la sociedad, la tecnología”.

Papa: “Una Iglesia que no arriesga envejece”
Una Iglesia que no es capaz de arriesgar envejece. Lo recordó el Papa Francisco a los más de trescientos chicos y chicas de cada parte del mundo que el lunes 19 de marzo se encontraron en Roma, en el Pontificio colegio internacional Maria Mater Ecclesiae, para dar inicio a la reunión preparatoria de la XV asamblea general del Sínodo de lso obispos sobre el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.
Con ellos, el Pontífice pasó la mañana entera, dialogando a cara descubierta sobre cuestiones cruciales de la vida de la sociedad y de la Iglesia. A los presentes se unieron, gracias a internet, más de quince mil jóvenes de todos los continentes, que hasta el sábado darán vida a un encuentro destinado a orientar a los participantes para la próxima asamblea sinodal en programa para octubre.
En el discurso que abrió los trabajos, el Pontífice exhortó a los participantes a tener el valor de dejarse interpelar por la realidad y de presentar con franqueza preguntas e interrogantes. “A menudo -constató- sois marginados por la vida pública ordinaria y os encontráis mendigando trabajos que no os garantizan un mañana”. Un tema, el del trabajo, al que Francisco ha dedicado consideraciones severas y alarmas, recordando que sin una ocupación, los jóvenes caen presas de la depresión o se dejan vencer por la tentación de la violencia y por las dependencias.
Mirando al próximo Sínodo, el Papa dirigió a toda la comunidad eclesial un llamamiento para que “redescubra un renovado dinamismo juvenil”. También en la Iglesia, reconoció, “tenemos que aprender nuevas modalidades de presencia y de cercanía”. Se trata de “una invitación a buscar nuevos caminos y a recorrerlos con audacia y confianza, teniendo fija la mirada en Jesús y abriéndose al Espíritu Santo, para rejuvenecer el mismo rostro de la Iglesia”. Una misión a cumplir sin caer en el miedo, “incluso si ello comporta riesgos”, porque, puntualizó, “un hombre, una mujer que no arriesga, no madura”. Y “una institución que hace elecciones para no arriesgar permanece niña, no crece”.
En el diálogo sucesivo con cinco jóvenes, el Pontífice, solicitado por una pregunta específica, se detuvo en el drama de la explotación de las mujeres a través de la prostitución, definida como un crimen contra la humanidad. “Esta -dijo- es una de las luchas que yo os pido a vosotros jóvenes hacer: por la dignidad de la mujer”. Y, después de haber denunciado que entre los clientes de las prostitutas hay muchos bautizados, recalcó: “Quiero aprovechar este momento para pedir perdón a vosotros y a la sociedad, por todos los católicos que cometen este acto criminal”.
Hablando después del discernimiento, Francisco invitó a los jóvenes a no “anestesiar” las preguntas que salen del corazón. “Es importante abrir todo, no maquillar los sentimientos, no mimetizar los sentimientos”, recomendó subrayando que esto constituye “el inicio de un proceso de discernimiento que debe ir adelante y dura toda la vida”. En cuanto al tema de la educación, el Pontífice repropuso los riesgos del “mundo virtual”, que “puede llevar a un nivel de alienamiento muy grande”, y exhortó a “saber usarlo y no permitir que nos esclaviza alejándonos de lo concreto”. Para el Papa, es necesario trabajar para “intentar salvar a las personas de la realidad gaseosa, de lo líquido de la virtualidad, para que la virtualidad se radique en lo concreto”.
También la figura del sacerdote estuvo en el centro del coloquio entre los jóvenes y el Pontífice, que se dijo “preocupado” porque tal vez “se confunde el papel paterno del sacerdote y se le reduce a un papel directivo: el jefe”. En realidad, un consagrado “que no es testigo de Cristo hace mucho mal” y sobre todo “desorienta a la gente”. Es necesaria un “doble testimonio”, porque “la que debe ser testigo de Cristo es la comunidad: el sacerdote es testigo de Cristo en cuanto miembro de esa comunidad”.
Hablen con coraje y escuchen con humildad
“Yo les exhorto, por favor: sean valientes estos días, cuenten todo lo que les viene a la mente; y si te engañas a ti mismo, otro te corregirá. ¡Pero adelante, valientemente! El Papa recordó una vez más que “en tiempos difíciles, el Señor hace avanzar la historia con los jóvenes”. “Están invitados porque su aporte es indispensable”, les dijo.
El Pontífice les dijo que les necesita la Iglesia para preparar el Sínodo que en octubre reunirá a los obispos sobre el tema Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.
Los jóvenes concluyó el Santo Padre, tienen mucha fuerza para decir las cosas, para escuchar las cosas, para reír, y para llorar. Nosotros, los adultos, dijo, muchas veces hemos perdido la capacidad de llorar, nos hemos acostumbrado: “El mundo es así… que se conformen”. Y seguimos adelante. Por esta razón les exhortó a que en estos días, sean valientes, y que digan todo lo que les sale de adentro, y si se equivocan dijo: otro te corregirá. ¡Adelante, con coraje!

El papel fundamental de las Redes Sociales en la reunión presinodal
Como se comentó, en esta reunión también participaron unos 15000 jóvenes a través de las Redes Sociales que enviaron sus aportes por Internet. Vatican News habló con el Hermano Alejandro de La Garza, de México y Antonio Garrido de Córdoba, España; quienes trabajan en la moderación de estos coloquios online.
“El Papa vino a esta reunión para escuchar a los jóvenes sin flitros”, cuentan nuestros entrevistados, explicando en este video cuál es el objetivo principal de este evento de la Iglesia Universal y cómo las aportaciones recibidas a través de las Redes por parte de jóvenes de todo el mundo, se sumarán a las contribuciones de los jóvenes reunidos en Roma y formarán parte del documento final que se elaborará tras finalizar los trabajos presinodales.
“Escuchar”, una palabra clave en esta reunión presinodal, donde la voz de los jóvenes es fundamental especialmente en una sociedad que, dijo el Papa, “ama la juventud eterna y no quiere envejecer, pero al mismo tiempo no deja que los jóvenes sean los protagonistas”. En este contexto destacan las palabras finales del Pontífice: “La iglesia debe escuchar a los jóvenes, ya que Dios también habla a través de ellos”.

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