El coordinador de la Plataforma Jesuita de Piura, Víctor Hugo Miranda S.J., analizó la designación del arzobispo de Huancayo como nuevo cardenal del Perú.
Este domingo el papa Francisco eligió al arzobispo de Huancayo, Monseñor Pedro Barreto, como nuevo cardenal del Perú. Esto ha generado mucha expectativa, pero también dudas sobre qué pasará con el actual cardenal del Perú, José Luis Cipriani.
CUTIVALÚ dialogó con el sacerdote Víctor Hugo Miranda S.J., coordinador de la Plataforma Jesuita en Piura, quien explicó el significado de esta designación y dio detalles de quién es monseñor Pedro Barreto.
¿Qué significa para nuestro país tener un nuevo cardenal?
Es un momento histórico para el Perú. Tradicionalmente la Iglesia en términos geográficos está divida en diócesis o arquidiócesis. La cabeza de una de ellas es el obispo o arzobispo. Esa es la organización de la Iglesia.
Pero también existen los títulos que se otorgan en el interior de la Iglesia católica. Uno de ellos es el de Cardenal, títulos que a veces coincide o no, con algún cargo de quien ha sido designado. Por ejemplo, en algunos casos se le concede a algún personaje de la Iglesia o a teólogos mayores que no necesariamente son obispos o arzobispos.
En el caso del Perú, el haber designado un nuevo cardenal ¿significa que va a reemplazar al actual cardenal Juan Luis Cipriani?
En la historia del país, siempre ha habido un solo Cardenal. Y este título ha estado asociado al cargo del Arzobispado de Lima, es decir, se designaba un nuevo arzobispo de Lima, y al poco tiempo, se le nombraba cardenal. Por eso la creación de un nuevo cardenal es una cosa nueva en el Perú, en ese sentido, es histórico, porque es la primera vez que habrá dos cardenales en el Perú…
Sobre todo porque tradicionalmente el cardenal ha sido de Lima, la capital, pero ahora es un cardenal de Huancayo.
Sí. Ahora nombran al arzobispo de Huancayo. Ahora tenderemos en el Perú dos cardenales. Hay países donde hay más cardenales. Por ejemplo, Italia, Brasil.
¿Y cuál es el significado de crear un nuevo cardenal en el Perú?
Yo creo que responde a la última visita del Papa Francisco a nuestro país. Él ha escuchado, ha visto nuestra realidad. Creo que es una manera de ampliar las posibilidades de la Iglesia peruana.
Por otro lado, ser cardenal es un título, no tiene una función específica como el de gobierno diario de los obispos o arzobispos. La función del cardenal es la de un consejero para el Papa en determinados temas, además de formar el Cónclave para elegir el Sumo Pontífice.
En ese sentido, el Papa busca ampliar la perspectiva de sus consejeros. Cuando tenga que escuchar a los cardenales del Perú, habrá dos que le pueden dar una visión más amplia de la realidad peruana.
¿Eso quiere decir que monseñor Pedro Barreto seguirá en Huancayo y Juan Luis Cipriani, en Lima?
Así es. Cada obispo o arzobispo son autónomos en su propia jurisdicción. Entonces las funciones que le corresponde a esos territorios, son autónomas respecto a otras jurisdicciones.
Haber elegido a Pedro Barreto, podría significar que se ha trastocado la imagen del monseñor Juan Luis Ciprinai, que no goza de popularidad por su postura ante delicados temas.
Creo que no hay que hacer lecturas más complejas de la realidad. Yo creo que abre la posibilidad de una mirada más amplia, pero, además, hay que entender que el Papa Francisco ha insistido en el tema ecológico y en defender a las comunidades indígenas y monseñor Pedro Barreto está vinculado a estos temas.
Ahora con dos cardenales, ¿cómo queda representada la Iglesia del Perú actualmente, pues se ha visto a Juan Luis Cipriani como máxima autoridad de la Iglesia católica del Perú?
No necesariamente es así. Desde el Concilio Vaticano II se insistió en un trabajo colegiado de la Iglesia, un trabajo más organizado, a través de las Conferencias Episcopales en cada país y que es el conjunto de todos los obispos del mismo representada por su presidente.
Entonces, haber tenido como la figura de monseñor Cipriani como máxima autoridad ¿Ha sido una visión no correcta?
Claro. Lo que pasa es que los cardenales tienen esa representación porque es un título importante y están cercanos al Papa, son sus consejeros y lo eligen. Pero hay que tener claro que una cosa son los obispos y arzobispos, luego están los cardenales, y finalmente está la Conferencia Episcopal de cada país.
Ambos cardenales están a punto de cumplir 75 años y tendrían que renunciar según la tradición de la Iglesia Católica.
Sí. En la tradición de la Iglesia, a los 75 años todo obispo o arzobispo debe presentar su renuncia al Papa, y éste evalúa aceptarla o no. Pero, cuando no la acepta, generalmente, el obispo o arzobispo sigue en el cargo por una determinada cantidad de años, dependiendo del caso.
¿Quién es monseñor Pedro Barrreto?
Él es jesuita. Estudió en el colegio jesuita de La Inmaculada, en Lima. En 1961 entró al noviciado de la Compañía de Jesús. Se ordenó en el año 1971 y luego de su formación, ha tenido trabajos importantes como la Pastoral Juvenil. Luego trabajó en Ayacucho, en tiempos de violencia. Después, en la ciudad de Tacna.
Luego es en el 2002 donde le encargan el Vicariato de San Francisco del Marañóne, en Jaén, a cargo de los jesuitas. Es ahí donde monseñor Barreto se identifica con la realidad de la Amazonia, el tema ecológico y de las necesidades del pueblo amazónico.
Y finalmente, lo nombran arzobispo de Huancayo, cargo que actualmente tiene. También es el vicepresidente de la Conferencia Episcopal. Además, es muy cercano a la Compañía de Jesús. Muy vinculado a los jesuitas.
¿Qué significado tiene haber sido elegido un jesuita como cardenal?
Sí. Es un gesto bonito. Es muy significativo. En una razón de alegría, pero también de mucha responsabilidad, que un Jesuita forme parte del entorno más cercano del Papa.
¿Cuál es el mensaje que puede transmitir esas decisiones del Papa Francisco, en medio de la situación crítica que atraviesa la Iglesia Católica?
Creo que lo que hace desde que fue elegido como Papa, es abrir las posibilidades de la Iglesia católica, abrir diálogo, tender puentes con la sociedad, invitar a los católicos y no católicos, creyentes, y no creyentes a construir verdaderamente un mundo mejor.
Y estas decisiones, estos gestos, son una mirada de esperanza y también devuelven la fe a muchos que forman parte de la Iglesia Católica.
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