5:00 p m| 24 ene 18 (VN/RD/VI/BV).- Salvo el saludo protocolar en el aeropuerto, la primera actividad del Papa no fue una visita “oficial” al gobierno sino a las comunidades indígenas de la Amazonía (que prepara, por otra parte, un sínodo regional). Ese “detalle” resaltó la prioridad de su visita, y allí Francisco abordó algunos de los temas que más le preocupan (el medio ambiente, los pobres, las culturas). La continuidad con su encíclica Laudato Sifue evidente, y era de esperar.
Las otras actividades en Trujillo y en Lima lo llevaron a reflexionar sobre la corrupción -sobre todo en la esfera política-, instó a combatir la plaga del feminicidio -proponiendo la creación de leyes y una cultura de repudio a toda forma de violencia-, y en la misa de cierre ante más de un millón de personas, priorizó el llamado a no ser indiferentes ante los necesitados y a cuidar la esperanza. En el vuelo de regreso a Roma se refirió a la cuestión de los abusos y el sodalicio.
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Reseña de la visita (Consuelo Vélez)
Esperanza es lo que despierta Francisco y no ha sido menos en su viaje a Perú. El lema ya lo decía todo pero cada acto y palabra del Papa lo confirmaron. Situado en el corazón de la Amazonía, una vez más puso en primer plano un desafío actual: el cuidado de la casa común pero en el horizonte de una ecología integral, es decir, devolviendo la dignidad a los pueblos originarios que por siglos han sido invisibilizados, explotados, violentados, a quienes se les quiso robar su cultura y su sabiduría ancestral pero a los que hoy el Papa llama: “auténticos y primeros interlocutores” de cualquier decisión que se tome en las tierras que les pertenecen.
Por eso, el encuentro con los pueblos originarios en Puerto Maldonado fue muy conmovedor. Ellos exigieron sus derechos y con sus trajes, bailes y lenguas propias, defendieron su dignidad y afirmaron que no están dispuestos a dejársela quitar una vez más. Y el Papa apoyó esas peticiones proclamando la defensa de la vida, de la tierra y de las culturas. Más aún, la lectura de algunos extractos de la Laudato Si en lenguas autóctonas, mostraba esas palabras proféticas que trae la encíclica y que van en perfecta consonancia con la urgencia de liberación que actualmente tiene no solo la creación sino todos los pobres, entre ellos, los pueblos indígenas. En otras palabras, el Papa apoyó incondicionalmente la pluralidad eclesial abogando por una iglesia con rostro amazónico e indígena y señaló el Sínodo de Amazonía del 2019 como momento privilegiado para que todo eso pueda ser realidad.
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Dirigiéndose a la población de esa misma región Francisco fue enfático: “Ustedes no son tierra de nadie. Esta tierra tiene nombres, tiene rostros: ustedes”. Y evocó a María como madre lo cual los hace hijos, familia, comunidad. Con la Virgen no desaparecen los problemas pero ella fortalece para enfrentarlos. El Papa denuncia que “algunos quieren volver esa tierra anónima, un lugar para comercializar y explotar”, como consecuencia lógica de la cultura del descarte que quiere tratar a la creación y a las personas con la lógica del uso irracional para aprovecharse y dejarlas luego como “inservibles”.
Se refirió también a la trata de personas y algo aún más grave: esclavitud para el trabajo, esclavitud sexual y esclavitud del lucro. Por todo esto el Papa les animó a seguir organizándose en movimientos y comunidades de todo tipo para superar las situaciones que los agobian. Y esto, porque la salvación no es abstracta sino concreta. Dios mira personas concretas, rostros e historias concretas. De ahí la necesidad de amar la tierra, sentirla suya, enamorarse de ella para cuidarla y preservarla para sus hijos.
A los jóvenes del Hogar El principito les invitó a no renunciar a sus sueños, no contentarse con ser “vagón de cola”, sino motor que empuje una historia nueva para ellos. Preservar sus tradiciones y desde ellas seguir construyendo un mundo para todos y todas.
Uno de los temas que acompañó la visita del Papa en Perú fue el tema de la mujer. Definitivamente para todos aquellos que les cuesta que ese tema se privilegie y dicen que no hace falta más denuncias al respecto, Francisco les muestra con sus palabras la urgencia del mismo y la necesidad de no callarlo. Cabe anotar que en sus discursos saluda con el masculino y el femenino “Hermanos y hermanas” (muchos siguen resistiéndose a este lenguaje inclusivo) y no teme decirlo con todas las letras: “todavía hoy, hay muchas mujeres desvalorizadas, menospreciadas y expuestas a un sinfín de violencias.
No podemos naturalizar la violencia, tomarla como algo natural. No se puede sostener la cultura machista que no asume el papel protagónico de las mujeres en sus comunidades. No se puede mirar para otro lado y dejar que se pisotee la dignidad de las mujeres”. También en la celebración mariana se refirió al feminicidio como una plaga que afecta nuestro continente y frente a la cual hay que luchar con una legislación y una cultura que repudie toda forma de violencia contra la mujer.
Para todos aquellos que siguen insistiendo en la separación entre fe y política, una vez más, el Papa mostró la dimensión política de la fe y con su lenguaje claro y directo interpeló, desde lo que Él es – un hombre de fe- a las autoridades del país: Hay que luchar no solo contra la degradación ambiental sino también a esa otra degradación que lo contamina todo. “La corrupción. Cuánto mal hace a nuestros pueblos latinoamericanos y a las democracias de este bendito continente ese ‘virus’ social, un fenómeno que lo infecta todo, siendo los pobres y la madre tierra los más perjudicados”.
Exhortó a una cultura de la transparencia entre entidades públicas, sector privado y sociedad civil, sin excluir a las organizaciones eclesiásticas. “Nadie puede resultar ajeno a este proceso; la corrupción es evitable y exige el compromiso de todos”. Perú tiene que ser una tierra para todos y no para unos pocos, un Perú con espacio para todas las sangres.
En Trujillo, se privilegió la valoración y vivencia de la religiosidad popular. Esa fe sencilla, herencia del pueblo latinoamericano que lo invade todo y da ese cariz profundamente católico a estas tierras, especialmente, con el amor a la Virgen, en la advocación de la Virgen de la Puerta, a la que el Papa llamó también madre de la esperanza y de la misericordia. En ese contexto, al dirigirse a los sacerdotes, religiosos/as y seminaristas les recordó que fue en esa piedad popular en el que conocieron a Dios y no deben dejar de beber de esa fuente. “Memoriar” esa vocación primera para que el árbol de la vocación tenga raíces fuertes que la mantengan viva. Liberarse de los mesianismos y autoritarismos que desdicen de la vocación al servicio al que están llamados. No han de ser profesionales de lo sagrado sino contagiar el amor a Jesús con la fuerza del testimonio.
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En Trujillo también se solidarizó con todos los afectados por los fenómenos naturales y que aún hoy no han podido reconstruir sus hogares. Además se refirió a toda la violencia organizada como el sicariato, la inseguridad, la falta de oportunidades educativas y laborales, especialmente, en los más jóvenes que les impide construir un futuro con dignidad. Todas esas situaciones que destruyen la confianza mutua e impiden construir una red de contención y esperanza, no puede tener la última palabra. Por eso hay que llenar la vida de Jesús y no dejarse robar la esperanza. Ese encuentro con la población lo terminó pidiéndole a todos que cantaran la marinera virgencita de la puerta que tanto expresa el sentir del pueblo creyente.
Con las religiosas de vida contemplativa el Papa rezó la hora tercia y las animó a renovar su llamado, dejando de lado los corazones encogidos que han perdido la fecundidad y les impide vivir su vocación misionera y universal. Ellas son necesarias en la vida de la Iglesia porque su oración es imprescindible para presentar a Dios las necesidades del mundo, “sin vergüenza”, como hicieron los que bajaron por el techo al paralítico para que Jesús lo curara.
Es decir, la contemplación no las exime de sentir el sufrimiento del mundo y trabajar por él desde su vocación específica. Una nota menor: les dijo que no fueran “chismosas” y comparó el chisme con el terrorismo, como una bomba que causa mucho mal. Es verdad que el chisme causa mucho mal. Pero personalmente creo que es necesario superar el estereotipo de “mujer chismosa”. ¿Habría dicho esto el Papa a los varones monjes o religiosos? Creo que no. Y el chisme existe en todos los seres humanos y hay que combatirlo. Pero las mujeres no somos las únicas depositarias del mismo.
En el discurso a los Obispos, a partir de la historia de Santo Toribio de Mogrovejo, los invitó a salir de sus comodidades para llegar a los destinatarios. Querer llegar “a la otra orilla” y llevar el evangelio con la audacia con que lo hizo Santo Toribio y su capacidad de amar a aquellos pueblos, aprendiendo su lengua y defendiéndolos por encima de todo. Una iglesia que, como lo dijo también en su discurso, ha de cuidarse de la tentación de la división y debe promover la unidad que no es ajena a los conflictos pero que pasa por el diálogo honesto y sincero.
Una iglesia que no puede dejar la situación social de lado sino que esta forma parte de la evangelización porque la caridad siempre va de la mano de la justicia y por eso, es inherente a ella, denunciar todo lo que atente la vida de todos pero, sobre todo, de los más pobres y vulnerables. Se podría decir de este discurso “El que quiera entender que entienda” (Mc 4,9), como dice el pasaje de la parábola de la semilla porque más claro no puede hablar el Papa a los jerarcas de la Iglesia, ojala entiendan todo lo que les dice de tantas maneras.
Dirigiéndose a la gente reunida en la Plaza de Armas le invitó a hacerse una pregunta: ¿qué me confío el señor? porque en esa tierra “ensantada” (haciendo referencia a los santos peruanos frente a los cuales el Papa hizo una oración) Jesús les invitó a seguirlo y a pedirle las fuerzas para poder hacerlo de verdad.
Finalmente con una multitudinaria misa en la Base aérea de Las Palmas terminó su viaje por Perú hablando de lo que lleva su corazón: los pobres, los marginados, los excluidos. Refiriéndose a las grandes ciudades dijo que algunos consiguen tener los medios adecuados para vivir pero son muchísimos los “no ciudadanos”, “los ciudadanos a media” o los “sobrantes urbanos” que están al borde de nuestros caminos, que van a vivir a las márgenes de nuestras ciudades sin condiciones necesarias para llevar una vida digna y duele constatar que muchas veces entre estos “sobrantes humanos” se encuentran rostros de tantos niños y adolescentes. Se encuentra el rostro del futuro”.
Esta situación revela una sociedad cruel e inhumana. Ante esto cabe preguntarse: “¿Cómo encenderemos la esperanza si faltan profetas? ¿Cómo encararemos el futuro si nos falta unidad? ¿Cómo llegará Jesús a tantos rincones, si faltan audaces y valientes testigos? Hoy el Señor te invita a caminar con Él la ciudad, te invita a caminar con Él tu ciudad. Te invita a que seas su discípulo misionero, y así te vuelvas parte de ese gran susurro que quiere seguir resonando en los distintos rincones de nuestra vida: ¡Alégrate, el Señor está contigo!”.
Se acabó la jornada, el Papa volverá a Roma. Como en todas sus visitas son muchos los gratos y buenos sentimientos que suscitó con su presencia. Son muchas e intensas las palabras que pronunció todas ellas “cargadas de evangelio”. Pero como ya lo dije antes, la parábola del sembrador se hace actual. Las semillas se han esparcido por todas partes pero, ¿entenderemos lo que nos ha dicho? Ya que el Papa invitó con tanta fuerza a la esperanza, desde allí quiero concluir con esperanza: tanta semilla ha de florecer en esas tierras y en nuestra iglesia universal. Pero sinceramente, como tanto repite Francisco, recemos por cada uno de nosotros para que escuchemos en verdad y pongamos en práctica tanto que hemos visto y oído en estos días.
Papa Francisco responde a La República sobre el caso Sodalicio
En su visita al Perú, el papa Francisco no habló sobre los abusos en el Sodalicio; sin embargo, en el vuelo de regreso a Roma decidió pronunciarse. La pregunta la hizo el periodista de La República, Ghiovani Hinojosa.
El papa Francisco, después de terminar su visita al Perú, respondió ante la prensa peruana sobre el escándalo de abusos cometidos dentro del Sodalicio de Vida Cristiana. En diálogo con los medios en el viaje de vuelta a Roma, el santo padre también se pronunció sobre el caso de corrupción conocido como Odebrecht y dejó un mensaje a los peruanos.
–Su santidad, en el Perú la clase política ha defraudado al pueblo, con actos de corrupción e indultos negociados, pero también lo han hecho algunos miembros de la Iglesia, basta ver a las víctimas del Sodalicio de Vida Cristiana esperando justicia. ¿Qué respuesta da usted a ambos casos?
Primero, el problema de la corrupción. Yo no sabría responderte históricamente sobre el progreso de la corrupción, o históricamente en otros sectores del mundo. Yo sé que en algunos países de Europa hay mucha corrupción. En Latinoamérica hay muchos focos de corrupción, ahora está de moda hablar de Odebrecht, por ejemplo, pero eso es un botón de muestra. El origen de la corrupción es, yo diría, el pecado original que te lleva. Yo escribí un librito una vez, muy pequeño, que se llama “Pecado y corrupción”, y el lema que he sacado es: pecador sí, corrupto no. Todos somos pecadores, pero yo sé que todos nosotros buscamos acá, al menos yo hago la voluntad de mi parte y pienso bien de ustedes que lo hacen, cuando se encuentran en un pecado fuerte: esto está mal, acá me porté mal con un amigo o robé, o hice esto, me drogué, y entonces me freno y trato de no hacerlo. Bueno, está el perdón de Dios sobre todo eso.
Yo al pecado no le tengo miedo, le tengo miedo a la corrupción, y la corrupción ya te va viciando el alma y el cuerpo, y un corrupto está tan seguro de sí mismo que no puede volver atrás. La corrupción es como esos pantanos chupaderos que tu pisas y quieres salir y das un paso y te vas más dentro, más dentro, y te chupó. Es una ciénaga. Sí, es la destrucción de la persona humana.
Claro, el político tiene mucho poder, también el empresario tiene mucho poder. El empresario que le paga la mitad a sus obreros es un corrupto, y un ama de casa que está acostumbrada y cree que es lo más normal explotar a las mucamas, sea con el sueldo o sea con el modo de tratarlas, es una corrupta, porque ya lo toma como normal. Una vez recuerdo una conversación que tuve con una persona, profesional, me decía cómo llevaba la cosa, joven, tendría 30 años, y él me decía que trataba al personal doméstico de una manera nada noble, mencionaba las cosas que hacía con el personal doméstico, yo le dije pero usted no puede hacer eso, eso es pecado. Padre, me dice, no vamos a comparar a esa gente conmigo. Esa gente está para eso. Es lo que piensa el tratante sexual, el tratante de trabajo esclavo, los corruptos.
¿En la Iglesia hay corrupción? Sí. Hay casos de corrupción en la Iglesia, en la historia de la iglesia siempre los hubo, hombres y mujeres de Iglesia entraron en el juego de la corrupción. Y esto me sirve de puente para lo del Sodalicio.
El Sodalicio empezó con un caso de una persona que parecía muy de mucha virtud… murió e investigándola un día se descubrió que tenía doble vida. Es el primer caso del Sodalicio que yo conozco, esto hace 20, 25 años atrás. Y después una denuncia ya de abuso, no solo sexual, sino de abuso de manipulación de consciencia, para con el fundador. El proceso del fundador entró en la Santa Sede, se le dio una condena, no se lo expulsó del Sodalicio, sino vive solo, una persona lo atiende, él se declara inocente de estas pruebas que hubo en el juicio y apeló a la Signatura Apostólica, que es la Suprema Corte de Justicia del Vaticano.
La causa está en apelación, por los datos que tengo saldrá en menos de un mes, lleva un año el proceso, en menos de un mes saldrá, pero ¿qué sucedió ahora?, ese juicio fue gatillo para que otras víctimas de esa persona hicieran juicio civil y eclesial, entonces, si la Signatura Apostólica pone fin a este juicio primero, sea a favor o en contra, ya no tiene sentido porque ahora sí hay cosas mucho más graves que dirá la justicia, pero son varios casos graves e intervino la justicia civil, lo cual en estos casos de abuso siempre es conveniente, porque es un derecho, y creo, por lo que sé, pero no estoy muy al tanto, que la cosa es bastante desfavorable al fundador. Por otro lado, no era una situación personal solamente, había cosas ahí no del todo claras.
Hace casi 2 años yo mandé un visitador al Sodalicio, en la persona del cardenal Tobin, obispo de Newark. El cardenal Tobin hace la visita y descubre cosas que no entiende, que no están claras, nombra a dos veedores económicos, y este es el tercer abuso que también rozaba al fundador: manejo económico. Y después del estudio recomienda comisariar el Sodalicio. Llegó la carta de él hace 4 semanas, se estudió el caso y hace 2 semanas se nombró un comisario. Hoy día el Sodalicio está comisariado por la Santa Sede por todo esto. Un caso parecido, diría en el procedimiento, no en las acusaciones, es el de los Legionarios, que ya fue resuelto en su momento por el papa Benedicto XVI, que en eso estuvo muy firme y muy fuerte, Benedicto no toleraba esas cosas y yo aprendí de él a no tolerarlas también. El estado jurídico hoy día del Sodalicio es el comisariamiento, y a la vez sigue la visita apostólica.
Una Iglesia con olor a humanidad, por el P. Juan Bytton Arellano SJ
Ha llegado el papa Francisco, líder de la Iglesia católica con más de mil doscientos millones de seguidores en el mundo. Según sus propias palabras, el papa Francisco llega como “peregrino de la alegría del evangelio para compartir con todos las paz del Señor” . Alegría y paz hablan de dos dimensiones cuyo amalgamiento es garante y fruto de lo que denominamos justicia.
La historia del papado va intrínsecamente ligada a la historia de la Iglesia. Ha llegado un líder que se ha ganado la admiración y confianza de miles, pero también el resentimiento de muchos. Sin embargo, ni unos ni otros pueden negar la entereza humana y la coherencia de vida de este hombre. Frente a los años difíciles de la Iglesia, surge una vez más el lema Ecclesia semper reformanda para mantenerse fiel a su fuente: el evangelio de Jesús.
Animada por Francisco, la Iglesia tiene y debe seguir este proceso, de lo contrario corre el riesgo –y hay mucha historia al respecto– de vivir encerrada en sí misma, y juzgar al mundo con los ojos mirándose el ombligo. Francisco viene a “confirmarnos en la fe” , es decir, a confirmar con su presencia lo que vemos y oímos sobre él y sus audaces pasos, mostrándonos que el camino de la Iglesia es caminar, salir, acercarse, abrazar y en ese mismo proceso sanar-se. Si la Iglesia se aleja de la gente, se aleja de Dios.
Como nos recuerda el teólogo Henri de Lubac, SJ, en sus “Meditaciones sobre la Iglesia”, ella está llamada a “reflexionarse a sí misma”, para no correr el riesgo de quedarse anclada en el “tiempo”. Francisco nos está enseñando que el “espacio” para esa vital reflexión es la calle, los vaivenes de la condición humana y lo complejo de los sistemas de convivencia. “La experiencia de Dios, estando a veces dispersa o mezclada, pide ser descubierta y no construida” sentenciaba Francisco en el Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades (Roma. Noviembre, 2014).
La misericordia es la clave interpretativa del actuar de Francisco. Misericordia que nace del amor infinito del Dios Padre en quien los cristianos creemos. Sin embargo, esa misericordia tiene un efecto universal capaz de llegar a todos y salir al encuentro de las necesidades apremiantes de tantos compatriotas víctimas de los desastres sociales y ambientales. Lima, Trujillo y Madre Dios, son tres realidades de un Perú rico en diversidad, pero dolido en el alma por el abandono, la indiferencia y el feroz interés personal que ahonda las desigualdades y genera la corrupción.
Según el último boletín del Instituto de Opinión Pública de la PUCP “Religiones y religiosidad en el Perú de hoy” (Diciembre, 2017) el 89,1% de la población en el Perú se considera creyente, y dentro de este el 75,2% se considera católico. Para creyentes y no creyentes, esta visita puede ser una ocasión especial para respirar un aire diverso. Todos tenemos derecho a disfrutar de la frescura de un mensaje capaz de remover las conciencias y dar paso a los sentimientos más auténticos. Solo así “la cultura del encuentro” será una realidad beneficiosa para todos, pasando de los gestos a la acción y de la acción al compromiso.
La reforma impulsada por el Concilio Vaticano II y retomada por Francisco no tiene marcha atrás. Una reforma de triple alcance: institucional, pastoral y actual. La Iglesia en salida es una realidad. Que ella, inmersa en la sociedad, sea capaz también de construir, desde el amor, una sociedad libre y equitativa, capaz de tomar en serio un proceso de reconciliación y desarrollo humano sostenido, respondiendo a la necesidad de la gente más golpeada, estando con ella, en sus alegrías y tristezas, en sus miedos y esperanzas. Una Iglesia con olor a humanidad.
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