Por:
Aída García Naranjo Morales
Tras su visita a Perú, el Papa Francisco dejó en agenda: la condena al feminicidio, la violencia contra la mujer, la trata de personas (señalada por él como esclavitud), la minería ilegal, la defensa de la Amazonía; solo por citar algunos temas. Diversos, trascendentes y otros no tanto. Otros ignorados. Otros hirientes. Y ausencias notables en el abordaje de una agenda que nos preocupa como país.
Multitudes populares expectantes en las calles y frente a televisores. La élite política y religiosa (excepto las monjas) ocupando los lugares VIP y sectores frustrados con la visita, sumidos en la miseria y abandono dada la ineficacia de la reconstrucción tapada con triplay. Fuego cruzado de opiniones en redes sociales y también impertinencia de frases, tanto de parte del invitado como de los anfitriones. Nuestro mandatario llegó a señalar que “el principal problema del Perú son sus políticos” y no tuvo el más mínimo atisbo de autocrítica, a pesar que él vive una grave crisis de credibilidad.
Francisco no mencionó públicamente el caso Sodalicio. No se sabe -con certeza- si la Iglesia Católica sancionará a los curas pederastas. Silencio frente al pacto de impunidad, al indulto negociado e ilegal, a los canjes y enjuagues políticos y nada sobre Lava Jato, cuyas acciones están sacudiendo todo el continente. No es ningún consuelo para el Perú que el Papa diga que la corrupción y la impunidad la sufren toda América Latina. Para nosotros ha significado una gravísima crisis política.
Retórica de la Encíclica “Laudato si” (Sobre el cuidado de la casa común, escrita por el Papa Francisco en mayo de 2015) frente a quienes no mitigan los daños ambientales, sociales, culturales y de género; consecuencia de la minería informal y delictiva.
Acompañaron al Papa en la gira miembros del Opus Dei con un arzobispo que considera los derechos humanos como “una cojudez” (Juan Luis Cipriani 14/04/1994) colgado de la sotana papal e inamovible del papamóvil. A ello se suma la compañía de lobbistas en Palacio y el maltrato a monjas al llamarlas “chismosas / terroristas”, al mejor estilo del patriarcado.
El catolicismo y el estado laico
La crisis del catolicismo no solo se vive en Perú, también en todo el continente. Este declive del catolicismo es también un fenómeno global y significativo en América Latina (entre 1970 y el 2014 el porcentaje de fieles cayó del 92% al 69%).
Nuestro Perù contemporáneo se aproxima al Bicentenario de la independencia, pero aún no se ha reflexionado sobre cómo el Estado peruano no confesional queda subordinado ante el jefe de un estado teocrático. Se da la figura de una subordinación religiosa en el Perú, pese a que el país se define y pretende laico y pluriconfesional.
De vuelta a la normalidad, la realidad nos ubica frente al mototaxista Omar Medina Lara (denominado por la prensa “el monstruo de Huaura”) acusado doblemente de feminicidio y parricidio. Podría haber cometido ambos crímenes para no pagar manutención. Y en Arequipa, el alcalde de la Municipalidad Distrital de Punta de Bombón, José Ramos Carrera ha sido acusado de violar a una trabajadora de su comuna.
Estos dos casos, solo una muestra de muchos más, nos siguen recordando que tenemos un tema pendiente, que nuestras cifras de feminicidio nos colocan en tercer lugar de un triste ránking, por debajo de Bangladesh y Etiopía (Ver más aquí), con 1030 feminicidios entre los años 2009 y 2017.
Las cifras y el ranking que nos duele
Feminicidios: Perú 3°, tercer lugar Bangladesh ocupa el 1er lugar y Etiopía, el 2° lugar en este horrible ranking.
96,000 fue el número de denuncias atendidas en el 2017 en los 300 Centros de Emergencia Mujer CEM del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) en todo el país. El 58.8% de los casos fue por violencia física y 39.3% por violencia psicológica, según las propias fuentes del MIMP.
En el período 2009 al 2017 en el Perú se cometieron 1,030 feminicidios. En el 2017 se registraron 121 feminicidios y 274 tentativas en el ámbito nacional. Una cifra sólo inferior de 3 víctimas mujeres, ya que en el 2016 la cifra fue de: 124 víctimas.
La cruda realidad
Alerta sanitaria: primer fallecido por dengue, justamente en Madre de Dios, zona visitada por el Papa, y el MINSA ya registra 530 casos de personas afectadas en el norte y la selva, según el centro de Epidemiologia, Prevención y Control de Enfermedades. Y brota la influenza AH1N1 en Tumbes, según la dirección Regional de Salud de Tumbes (DIRESA). Nuevos fallecidos en el rio Mantaro. Por si fuera poco, desborde de los ríos Chillón y Rimac; todo lo cual nos recuerda que la inacción e improvisación se impusieron sobre una buena gestión y la previsión tras los desastres del año pasado.
Y estas son las dimensiones de nuestra realidad, antes, durante y después de la visita del líder del catolicismo. Yo no espero un milagro, sino cambios profundos y un nuevo proceso constituyente.
Por:
Aída García Naranjo Morales
Tras su visita a Perú, el Papa Francisco dejó en agenda: la condena al feminicidio, la violencia contra la mujer, la trata de personas (señalada por él como esclavitud), la minería ilegal, la defensa de la Amazonía; solo por citar algunos temas. Diversos, trascendentes y otros no tanto. Otros ignorados. Otros hirientes. Y ausencias notables en el abordaje de una agenda que nos preocupa como país.
Multitudes populares expectantes en las calles y frente a televisores. La élite política y religiosa (excepto las monjas) ocupando los lugares VIP y sectores frustrados con la visita, sumidos en la miseria y abandono dada la ineficacia de la reconstrucción tapada con triplay. Fuego cruzado de opiniones en redes sociales y también impertinencia de frases, tanto de parte del invitado como de los anfitriones. Nuestro mandatario llegó a señalar que “el principal problema del Perú son sus políticos” y no tuvo el más mínimo atisbo de autocrítica, a pesar que él vive una grave crisis de credibilidad.
Francisco no mencionó públicamente el caso Sodalicio. No se sabe -con certeza- si la Iglesia Católica sancionará a los curas pederastas. Silencio frente al pacto de impunidad, al indulto negociado e ilegal, a los canjes y enjuagues políticos y nada sobre Lava Jato, cuyas acciones están sacudiendo todo el continente. No es ningún consuelo para el Perú que el Papa diga que la corrupción y la impunidad la sufren toda América Latina. Para nosotros ha significado una gravísima crisis política.
Retórica de la Encíclica “Laudato si” (Sobre el cuidado de la casa común, escrita por el Papa Francisco en mayo de 2015) frente a quienes no mitigan los daños ambientales, sociales, culturales y de género; consecuencia de la minería informal y delictiva.
Acompañaron al Papa en la gira miembros del Opus Dei con un arzobispo que considera los derechos humanos como “una cojudez” (Juan Luis Cipriani 14/04/1994) colgado de la sotana papal e inamovible del papamóvil. A ello se suma la compañía de lobbistas en Palacio y el maltrato a monjas al llamarlas “chismosas / terroristas”, al mejor estilo del patriarcado.
El catolicismo y el estado laico
La crisis del catolicismo no solo se vive en Perú, también en todo el continente. Este declive del catolicismo es también un fenómeno global y significativo en América Latina (entre 1970 y el 2014 el porcentaje de fieles cayó del 92% al 69%).
Nuestro Perù contemporáneo se aproxima al Bicentenario de la independencia, pero aún no se ha reflexionado sobre cómo el Estado peruano no confesional queda subordinado ante el jefe de un estado teocrático. Se da la figura de una subordinación religiosa en el Perú, pese a que el país se define y pretende laico y pluriconfesional.
De vuelta a la normalidad, la realidad nos ubica frente al mototaxista Omar Medina Lara (denominado por la prensa “el monstruo de Huaura”) acusado doblemente de feminicidio y parricidio. Podría haber cometido ambos crímenes para no pagar manutención. Y en Arequipa, el alcalde de la Municipalidad Distrital de Punta de Bombón, José Ramos Carrera ha sido acusado de violar a una trabajadora de su comuna.
Estos dos casos, solo una muestra de muchos más, nos siguen recordando que tenemos un tema pendiente, que nuestras cifras de feminicidio nos colocan en tercer lugar de un triste ránking, por debajo de Bangladesh y Etiopía (Ver más aquí), con 1030 feminicidios entre los años 2009 y 2017.
Las cifras y el ranking que nos duele
Feminicidios: Perú 3°, tercer lugar Bangladesh ocupa el 1er lugar y Etiopía, el 2° lugar en este horrible ranking.
96,000 fue el número de denuncias atendidas en el 2017 en los 300 Centros de Emergencia Mujer CEM del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) en todo el país. El 58.8% de los casos fue por violencia física y 39.3% por violencia psicológica, según las propias fuentes del MIMP.
En el período 2009 al 2017 en el Perú se cometieron 1,030 feminicidios. En el 2017 se registraron 121 feminicidios y 274 tentativas en el ámbito nacional. Una cifra sólo inferior de 3 víctimas mujeres, ya que en el 2016 la cifra fue de: 124 víctimas.
La cruda realidad
Alerta sanitaria: primer fallecido por dengue, justamente en Madre de Dios, zona visitada por el Papa, y el MINSA ya registra 530 casos de personas afectadas en el norte y la selva, según el centro de Epidemiologia, Prevención y Control de Enfermedades. Y brota la influenza AH1N1 en Tumbes, según la dirección Regional de Salud de Tumbes (DIRESA). Nuevos fallecidos en el rio Mantaro. Por si fuera poco, desborde de los ríos Chillón y Rimac; todo lo cual nos recuerda que la inacción e improvisación se impusieron sobre una buena gestión y la previsión tras los desastres del año pasado.
Y estas son las dimensiones de nuestra realidad, antes, durante y después de la visita del líder del catolicismo. Yo no espero un milagro, sino cambios profundos y un nuevo proceso constituyente.
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