FRANCISCO VUELVE A DENUNCIAR LA CULTURA DEL DESCARTE DURANTE LA MULTITUDINARIA FIESTA DE LAS FAMILIAS DE DUBLÍN
"No existe una familia perfecta (…). Ninguno debe ser excluido, nuestro amor y atención deben extenderse a todos"
Francisco vuelve a denunciar la cultura del descarte durante la multitudinaria Fiesta de las Familias de Dublín
(Jesús Bastante).- "No existe una familia perfecta (...). Ninguno debe ser excluido, nuestro amor y atención deben extenderse a todos". Casi cien mil personas, procedentes de 116 países, se dieron cita en el Croke Park de Dublín, para acompañar al Papa en la 'Fiesta de las Familias'. Una fiesta que se convirtió en una reivindicación de 'Amoris Laetitia' como una guía "para ayudar a Dios a cumplir nuestros sueños".
Uno de los actos más simbólicos y alegres de este viaje relámpago de Francisco a Irlanda, marcado por los abusos. Sin embargo, Bergoglio no quiso olvidar que su visita al país formaba parte del Encuentro Mundial de las Familias, y que a ellas se debía, y se debe, la Iglesia. A todas las familias.
El Papa, recibido como un rockstar, se colocó entre los asistentes (en primera fila, eso sí), sin querer un lugar en un altar que no tenía sentido tratándose de un festival para la familia. Francisco sólo apareció en el escenario al final, para contestar las demandas de varias familias, procedentes de todos los rincones de mundo, que se mezclaron con intervenciones musicales, durante más de dos horas.
Familias de India, Canadá, Irak, Burkina Faso, Irlanda... todo un poliedro de realidades que, todas ellas, forman parte de una única familia, la familia humana. En sus palabras, Francisco resaltó cómo "somos una sola familia en Cristo". "La Iglesia es la familia de los hijos de Dios, en la que nos alegramos con los que están alegres, y lloramos con los que sufren o se sienten abatidos por la vida".
Una familia que se crea desde el comienzo, por lo que el Papa invitó a los padres a que "bauticen a sus hijos lo antes posible" porque "si el niño, de pequeño, es bautizado, entra dentro de su corazón el Espíritu Santo".
"Hoy, queridas familias, sois la gran mayoría del pueblo de Dios. ¿Qué aspecto tendría la alegría sin vosotras? Una Iglesia de stablishment, una Iglesia sola", clamó Francisco, quien insistió en que Amoris Laetitia, y su voluntad de llevar "el Evangelio de la familia, alegría para el mundo", son claves parea la Iglesia y la sociedad de hoy.
"Dios desea que cada familia sea un faro que irradie la alegría de su amor en el mundo. ¿Qué significa esto?", preguntó el Papa, quien reivindicó los "pequeños gestos de bondad, en la rutina cotidiana, y en los momentos más sencillos del día. Y esto, ¿cómo se llama? Esto se llama santidad".
Una santidad de los "santos de la puerta de al lado, de todas esas personas comunes que reflejan la fuerza de Dios en la vida y la historia del mundo. La vocación a la santidad no está reservada a unos pocos privilegiados". Una santidad de la que participan "padres y madres, abuelos y nietos, hijos e hijas, todos estáis llamados a encontrar en la familia". No sólo ellos: "¡también las suegras y las nueras!".
En este sentido, Francisco recalcó cómo "errar es humano, perdonar es divino. Y es verdad: el perdón es un don especial de Dios, que nos acerca a los demás y a él. Gestos pequeños y sencillos de perdón ... nos invitan a superar el orgullo y la vergüenza, y a hacer las paces".
"Muchas veces estamos enfadados, queremos perdonarnos y no sabemos cómo. Nos da vergüenza, pero queremos construir la paz", apuntó Bergoglio. Que dio la clave: "Necesitamos aprender tres palabras: perdón, por favor y gracias".
"Cuando llegues a casa, asegúrate antes de acostarte haber pedido perdón, haber dicho lo siento y gracias. Antes que termine el día hay que construir la paz. Si no haces las paces, la guerra fría del día siguiente es muy peligrosa. Estad atentos a la guerra fría en la familia", advirtió el Papa.
"Cuando las familias lo hacen, sobreviven. No hay una familia perfecta, sin el hábito de perdonar la familia se enferma y gradualmente se desmorona", recordó Bergoglio, para quien "perdonar significa dar algo de uno mismo".
"Jesús nos perdona siempre, con la fuerza de su perdón. También nosotros podemos perdonar a los demás, si los queremos. ¿No es lo que pedimos en el Padre Nuestro? Nuestros hijos aprenden a perdonar cuando ven que sus padres se perdonan el uno al otro", rescató el Papa, quien también quiso hablar de la fidelidad, que "en lugar de ser una fría obligación legal, es una potente promesa".
Recuperando el testimonio de una familia india, el Papa recalcó cómo "las redes sociales no son necesariamente un problema para la familia, y pueden ayudar a construir una red de solidaridad y apoyo mutuo. Las familias pueden conectarse y beneficiarse a través de las redes, si se usan con moderación y prudencia".
Por eso, insistió en que "estos medios no se conviertan en una amenaza para las relaciones de carne y hueso, aprisionándonos en una realidad virtual y alejándonos de relaciones auténticas". Así, advirtió que pasar demasiado tiempo con las redes, "entras en órbita". "Estad atentos".
Otro de los testimonios, el de familias iraquíes obligadas a exiliarse (en este caso en Australia), puso de relieve cómo "la familia puede ser fuente de fortaleza y paz, incluso en medio de la violencia y destrucción causada por la guerra y la persecución". Así, agradeció la ayuda de "familias cristianas de todo el mundo", que hicieron posible su regreso a casa.
"En toda sociedad, las familias generan paz, porque enseñan la acogida, el perdón, son los mejores antídotos del odio, los prejuicios y las venganzas, que envenenan la vida de las personas y las comunidades", recalcó Francisco, quien volvió a pedir a los padres que enseñen a sus hijos a "hacer el signo de la cruz" que es "el primer Credo que aprenden".
"La clave de la vida familiar es la sinceridad", añadió el Papa, alentando a apoyar y acoger a todos, especialmente a los "marginados por la cultura del descarte", una "cultura que descarta lo que no sirve: a los niños porque molestan, a los viejos porque no sirven. Solamente el amor nos salva de esta cultura del descarte".
"Las familias están llamadas a continuar creciendo y avanzando aún en medio de las dificultades y limitaciones, como hicieron las generaciones pasadas. Todos formamos parte de una cadena de familias, que vienen del principio de los tiempos", añadió, apuntando cómo "los hijos se convierten en padres y luego en abuelos. De ellos recibimos la identidad, los valores y la fe".
"Una sociedad que no valora a los abuelos es una sociedad sin futuro. Una Iglesia que no tiene corazón con la alianza entre generaciones, terminará careciendo de lo que realmente importa, el amor", añadió. "Ninguno debe ser excluido, nuestro amor y atención deben extenderse a todos".
Antes de concluir ("Es tarde, y estáis cansados. Yo también"), el Papa recordó a las familias que "sois la esperanza de futuro de la Iglesia y del mundo".
"Con vuestro testimonio del Evangelio podéis ayudar a Dios a realizar su sueño, podéis contribuir a acerar a todos los hijos de Dios para que crezcan en la unidad y sepan qué significa para el mundo entero vivir en paz". Por eso, decidió entregar a todos los asistentes una copia de Amoris Laetitia que, recaló, "fue escrita para que fuese una guía para vivir con alegría el Evangelio de la familia". Palabra de Francisco. Palabra de familia.
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