SEGUNDO DÍA DEL III ENCUENTRO DE LA IGLESIA CATÓLICA EN LA AMAZONIA LEGAL
"El bien vivir no combina con el lujo y la riqueza", advierte el arzobispo de Manaos
(Luis Miguel Modino, corresponsal en Brasil).- Conocer la realidad en que vivimos es el primer paso para desarrollar cualquier actividad, también para evangelizar. La Iglesia católica en la Amazonia está dentro del proceso sinodal y en esa dimensión, conocer la coyuntura de la región ayuda en la realización de los objetivos. El III Encuentro de la Iglesia Católica en la Amazonia Legal, que está teniendo lugar en Manaos de 20 a 23 de agosto, contó con la asesoría de Felicio Pontes, Procurador Regional de la República, Ivánia Maria Carneiro Vieira, Periodista, y Rodrigo Fadul, Antropólogo.
En la historia de la Amazonia se ha dado, en opinión de Felicio Pontes, dos modelos de desarrollo, el integracionismo o asimilacionismo, que se engloba en el modelo predatorio y el modelo socio ambiental. El primero se traduce en la explotación de madera, pecuaria, minería, monocultivos y energía, mientras que el segundo se fundamenta en la agro ecología y se dirige a los pueblos de la floresta. El procurador recordaba una frase de la Hermana Dorothy Stang, una de las mártires de la floresta, "la muerte de la floresta es el fin de nuestra vida", que debe llevarnos a reflexionar sobre nuestras prácticas personales y sociales, aún más en un país que, como Brasil, escogió la vuelta para el sector primario como principal fuente de riqueza.
La voz de los pueblos de la Amazonia no quiere ser escuchada por una comunicación que ignora lo que sucede en la región, decía Ivánia Vieira, quien resaltaba que "vivimos en una sociedad donde los números no nos importan más", donde no aparece, o aparece de modo deformado, el rostro de los más frágiles: mujeres, niños, negros, indígenas y juventudes.
Ante esta realidad, "¿cómo actúa o puede actuar la Iglesia de la Amazonia en el cuidado de esos colectivos?", se preguntaba la periodista. Por eso, continuaba insistiendo, "se hace necesario imaginar una nueva teología, hacer nacer el Espíritu Santo amazónico que nos haga superar los dolores y el intento de acomodación", pues "la Iglesia tiene en la Amazonia la sal del Evangelio que podrá ser instrumento de reconstrucción de la propia Iglesia", una Iglesia que debe empoderar a las mujeres, pues son ellas quienes sostienen a la Iglesia y no pueden quedarse en mano de obra barata, una Iglesia que tiene que feminizarse y no debe temer "a los profetas y profetisas que vienen de la floresta", que pueden constituirse en lugares de una nueva teología.
La Amazonia siempre fue una región compleja y desconocida, como constata el antropólogo Rodrigo Fadul. Un territorio poco homogéneo, con muchos pueblos que cargan gran conocimiento en la organización social, política, económica y religiosa, cuyo modo de pensar siempre ha sido negado. Es necesario reconocer la lógica de los pueblos de la Amazonia, marcada por el trabajo colectivo, la relación con la tierra, la territorialidad y la identidad, a partir de su dimensión personal y colectiva.
Estas constataciones y denuncias son una continuidad de lo que los profetas denunciaron históricamente. Como reconocía Mons. Sergio Castriani, Arzobispo de Manaos, en la Eucaristía de apertura, en la Amazonia siempre se hicieron presentes "exploradores que dicen tener el poder de decidir a su placer lo que conviene y no conviene", personajes que "se volvieron soberbios despreciando a los pueblos originarios, haciendo esclavos y no vacilando en matar a aquellos que obstaculizaban la marcha de la civilización", en una región donde "la riqueza raramente se quedó", añadía el Arzobispo.
Teniendo en cuenta esta coyuntura, el prelado insiste en que "es necesario que volvamos a una vida sobria si queremos que la Amazonia sobreviva. El bien vivir no combina con el lujo y la riqueza".
En el proceso sinodal tiene un papel destacado el llamado Consejo Pre-sinodal. Uno de sus miembros, el Cardenal Claudio Hummes, insiste en que "uno de los desafíos de ese consejo es involucrar a las bases en las consultas", pues eso va a hacer que en el futuro sean mejor acogidas las conclusiones del Sínodo, el pueblo las sentirá como algo suyo. El cardenal reconoce que el propio Sínodo ya va a ser un desafío.
En este proceso de consulta, el estudio del Documento Preparatorio es un elemento decisivo, en cuya elaboración participaron cinco asesores. Cuatro de ellos han estado presentes en el III Encuentro de la Iglesia Católica en la Amazonia Legal, Marcia de Oliveira, Justino Sarmento Rezende, Peter Hughes y Paulo Suess.
La primera novedad del documento es que en su elaboración fueron invitadas personas de la región, inclusive una mujer, un documento que tiene como objetivo provocar una reflexión y profundizar en el conocimiento sobre la Amazonia, destacando que el Sínodo es punto de partida y no de llegada, oportunidad para revisar y reconstruir nuestras posturas, descolonizar la Iglesia y sus prácticas.
Marcia de Oliveira ve en el documento algunas claves de lectura, destacando la importancia de la Amazonia para el planeta y que el Sínodo fomenta la comunión y solidaridad de la Iglesia universal con la Amazonia, junto con una metodología participativa que parte de temas que brotan de las bases y responden a sus clamores, donde la sinodalidad es el elemento metodológico fundamental. Todo en vista de la futura exhortación apostólica, que será elaborada en la Asamblea sinodal de octubre de 2019.
Justino Sarmento Rezende, salesiano indígena tuyuka, presentaba las cuestiones indígenas en el documento, mostrando los diferentes elementos en el mundo indígena. El salesiano resaltaba la fragilidad de la defensa de los indígenas en la historia de la Iglesia y la demonización e inferiorización de las culturas indígenas, un peligro actual que se hace presente en los nuevos colonialismos que destruyen las identidades culturales. En ese contexto, la Iglesia es desafiada a la protección y defensa de las características propias de pueblos que sueñan. Justino Rezende insiste en que la Iglesia de la Amazonia no puede separarse del cuidado de sus territorios y pueblos, que debe tomar la forma amazónica de ser, una Iglesia que escucha lo que el pueblo tiene que decir, pues Dios ya estaba allí antes de que llegara la Iglesia.
"La Iglesia es invitada a presentar como es Dios hoy", según Peter Hughes, "a hacer presente la Palabra más explícita de Dios en la historia". La novedad del Sínodo está en el impacto político y cosmológico, en un momento en que la Amazonía y sus pueblos se encuentran en peligro, algunos de muerte. En ese sentido, Hughes afirmaba que "si la situación actual no es revertida vamos a llegar a un punto insostenible". En el proceso sinodal, el pueblo de la Amazonia quiere ser escuchado, tener el derecho de expresar su palabra. Por eso, la Iglesia tiene que ser samaritana, "abrir los ojos y oídos para entender que hay otra manera de vivir, pensar y actuar", según Peter Hughes, que denuncia que en la "Iglesia no tenemos la manera de tener un lenguaje sencillo".
El Sínodo de la Amazonia ya fue un pedido en una carta al Papa Francisco del II Encuentro de la Iglesia Católica en la Amazonia Legal, queriendo cambiar las cosas, buscar nuevos caminos, como reconocía Pablo Suess. En el caso de la Iglesia de la Amazonia, se destacan algunos elementos que deben estar presentes, como reconoce Suess: valentía para caminar por nuevos caminos, participación del Pueblo de Dios, saber "perder" el tiempo desde la cercanía, encarnación como inculturación, un rostro amazónico de una Iglesia pos-colonial, instinto de fe del Pueblo de Dios, con ministerios de la Iglesia local que surgen de un proceso de escucha. Todo esto debe provocar el protagonismo de los pueblos indígenas, aún más desde la constatación que no son formalmente escuchados, un rostro amazónico de la Iglesia y un nuevo estilo de vida.
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