A 50 años del gobierno de Velasco Alvarado
La intervención militar del 3 de octubre de 1968 fue una reacción inmediata contra sucesivos actos de corrupción gubernamental de la época (el más notorio el escándalo de la página 11). Y fue también la culminación de un cambio de conducta institucional de las Fuerzas Armadas: empezaron a defender los intereses nacionales y del pueblo luego de haber sido durante décadas, guardianas del orden establecido.
Hace cincuenta años, un numeroso grupo de oficiales de las tres armas, iniciaron un proceso de radicales reformas estructurales que eran pedidas clamorosamente por la ciudadanía. Nacionalización del petróleo, las minas, las aguas y los recursos naturales.Transferencia a empresas campesinas de 6 millones de hectáreas mediante una rápida reforma agraria. Relaciones con la Unión Soviética, Cuba y los países socialistas. Alfabetización. Reforma educativa. Copropiedad y cogestión de empresarios y trabajadores en las empresas privadas. Estabilidad y derechos laborales. Fondo de pensiones. Reconocimiento de miles de sindicatos y de la Central de Trabajadores, la CGTP. Reconocimiento del quechua como idioma oficial. Socialización de los diarios de circulación nacional. Reconocimiento y apoyo a los pobladores migrantes internos que se agrupaban en las “barriadas”. Se amnistió a los presos políticos y se comenzó a construir una democracia social con plena participación popular sobre la base de las organizaciones populares que iban surgiendo en las ciudades y el campo durante las transformaciones en curso.
Las Fuerzas Armadas fueron lideradas por el general Juan Velasco Alvarado y muchos otros altos oficiales, entre ellos: Edgardo Mercado Jarrín, Miguel Ángel de la Flor, Ramón Miranda Ampuero, Ramón Arróspide, Fernando Miro Quesada, José Graham Hurtado, Aníbal Meza Cuadra, Leonidas Rodríguez Figueroa, Jorge Fernández Maldonado, Pedro Sala Orozco, Rafael Hoyos Rubio, Javier Tantaleán Vanini, Enrique Gallegos, Luis Arias Grazziani. Convocaron a distinguidos especialistas, técnicos, intelectuales y artistas. Augusto Salazar Bondy, Carlos Delgado, Carlos Franco, Alberto Ruiz Eldredge, Ella Dumbar Temple, Juana Jerí, Martha Hildebrandt, Jaime Llosa, Romeo Luna Victoria, Francisco Guerra García, Carlos y Mario Vásquez, César Calvo, Manuel Moreno Jimeno, José Rivero, Chabuca Granda y muchos otros que sería largo enumerar.
Se promovió en el Perú el Primer Año Internacional de la Mujer liderado por Consuelo González Posada de Velasco.
Los ganaderos, medianos y pequeños propietarios y una parte de los industriales hicieron una dura oposición a los cambios. Los partidos de la derecha apostaron por el fracaso del proyecto. El Apra encabezó una oposición violenta apenas pudo hacerlo desde algunas universidades, infiltró sectores del ejército y de la policía y precipitó los saqueos del 5 de febrero de 1975. El Partido Comunista apoyó el proceso, pero todo el resto de los grupos de izquierda se opusieron. La clase media se mantuvo expectante, los estudiantes y maestros fueron llevados a una oposición radical por el conservadorismo dogmático de una parte de la izquierda, parte de los intelectuales asumió una posición de observación neutral y crítica. Sectores autoritarios de las Fuerzas Armadas precipitaron represiones que fueron mostradas por la oposición como prueba de que se trataba de un gobierno fascista o “fascistizante”.
La crisis petrolera, el aislamiento del régimen revolucionario, los golpes de estado de Pinochet, Videla y Banzer, fueron causando el deterioro del gobierno, a lo que se añadió la aguda enfermedad del general Velasco, víctima de un sorpresivo aneurisma que disminuyó su capacidad de dirección. El 29 de agosto de 1975, un grupo de generales conservadores derrocó al general Velasco, e inició un retroceso que culminó cuando los partidos políticos tradicionales retornaron al poder en 1980.
Se ha discutido mucho y se discute todavía sobre la oportunidad y la calidad de las reformas. Hay quienes atribuyen a ellas una paralización del desarrollo del Perú o quienes dicen que los campesinos no estaban lo suficientemente preparados para la reforma agraria. Se le reprocha ser un proceso impulsado “desde arriba”.
Más allá de todo eso, aborrecida por unos y exaltada por otros, la figura del general Velasco muestra su vigencia y perdura en gran parte del pueblo peruano.
Encabezó un proceso que pudo cambiar totalmente al Perú. Liberó a los siervos semi esclavos de las haciendas y señaló un camino.
Múltiples homenajes se tributarán a su memoria al cumplirse cincuenta años de aquél 3 de octubre de 1968.
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