La ministra de Asuntos Indígenas, Carolyn Bennett, afirmó hoy que traducir a siete idiomas originarios la disculpa oficial con los sobrevivientes de las escuelas residenciales en Canadá resulta un nuevo paso en el proceso de reconciliación nacional.
El 10 de junio de 2008, la Cámara de los Comunes analizó un histórico documento en el que el entonces primer ministro Stephen Harper (2006-2015) pidió perdón en nombre del gobierno federal por uno de los más oscuros capítulos de la historia del país, los pensionados para niños indígenas, el último de los cuales cerró sus puertas en 1996.
La disculpa se ha traducido a siete idiomas para su distribución y publicación en el sitio web Verdad y Reconciliación. Los idiomas son: Mohawk, Plains Cree, Western Ojibway, Mi’kmaq, Inuktitut, Dene y Algonquin, precisó la funcionaria.
Además, Bennett anunció que los videos educativos sobre dichos acontecimientos también estarán listos para su uso en las escuelas a partir de septiembre, algo que calificó de otro pequeño paso en el camino hacia la reconciliación.
Es importante que los indígenas escuchen estas palabras en sus propios idiomas. También ayudará a continuar la educación sobre el legado destructivo de las escuelas residenciales y ayudará a promover los idiomas que tantos estudiantes y familias perdieron como resultado de estas experiencias pasadas, argumentó.
La titular de Asuntos Indígenas reconoció que persisten los efectos de tal trauma, lo cual ha llevado a una serie de problemas en las comunidades indígenas, desde la adicción al alcohol y las drogas hasta las altas tasas de encarcelamiento.
Por su parte Evelyn Korkmaz, sobreviviente de la escuela residencial St. Anne en Albany, Ontario, dijo que el gobierno tiene la obligación de mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas.
A su juicio, no hay excusa para que no haya agua potable, las viviendas estén infestadas de moho, exista mala atención médica y se mantengan altas tasas de suicidio en las reservas.
Es una vergüenza. Debemos, como pueblos indígenas y como canadienses, dar un paso al frente y trabajar juntos para mejorar las vidas de los pueblos originarios, sostuvo Korkmaz.
Desde finales del siglo XIX y hasta casi las postrimerías del XX, más de 150 mil menores de comunidades nativas fueron arrancados de sus familias y enviados a pensionados, en su gran mayoría dirigidos por comunidades religiosas, a fin de adquirir las costumbres y prácticas de los blancos.
Unos tres mil 200 niños murieron, la gran mayoría antes de 1940, debido a enfermedades como la tuberculosis, según el informe presentado en 2015 por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación.
Las condiciones sanitarias eran tan malsanas que el índice de mortalidad allí era cinco veces más elevado que en el resto de la población. El informe de la Comisión califica lo sucedido de genocidio cultural.
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