EL PAPA RECIBE A LA ROACO, Y REIVINDICA QUE LA ZONA "ES LA CUNA DEL CRISTIANISMO"
Francisco denuncia a los obispos y religiosos "que profesan la pobreza pero que viven como ricos"
Oriente Medio corre el riesgo de permanecer sin cristianos. Lo recordó el Santo Padre al recibir a los casi cien participantes en la 91ª asamblea plenaria de la Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO), denunciando los intereses internacionales de la que la región es objeto.
"La Roaco es una cosa muy importante. Oriente Medio hoy es una encrucijada de situaciones difíciles, de sufrimiento. Y también en Oriente Medio Oriente se corre el riesgo - no quiero decir la voluntad de alguien - el riesgo de borrar a los cristianos". Lo afirmó el Santo Padre a los participantes en la Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales, a quienes recibió después de mediodía, en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico.
En efecto hoy terminaron los trabajos de su 91ª asamblea plenaria, que habían comenzado el pasado 19 de junio y que se desarrollaron en la Casa General de la Compañía de Jesús. Y lo hicieron con el broche de oro de la audiencia pontificia, durante la cual el Papa Bergoglio prefirió entregarles el texto, y, "para no repetirse", les ofreció algunas reflexiones que surgieron espontáneamente de su corazón, para destacar, ante todo, la importancia de la ROACO.
"Un Oriente Medio sin cristianos no sería Oriente Medio", dijo el Papa Francisco y añadió que esta región del mundo sufre y llora, mientras las potencias mundiales no ven a Oriente Medio con demasiada preocupación por cultura y su fe o por la vida de aquellos pueblos; pero lo ven "para tomar un pedazo, y para tener más dominio".
También afirmó que si bien todos dicen que hay que respetar a los cristianos en Oriente Medio, los hechos no son así, puesto que el número de cristianos disminuye. Tras recordar una reciente conversación con el Cardenal Mario Zenari, Nuncio Apostólico en Siria, reafirmó que la presencia de los cristianos disminuye porque el sufrimiento es muy fuerte. "Aman la tierra, aman la fe, pero el sufrimiento ha sido demasiado fuerte. Y Oriente Medio es la cuna del cristianismo: la tierra de Jesús".
Por esta razón expresó que el trabajo que realiza la ROACO es sumamente grande, tanto por la ayuda que prestan como por las preocupaciones que despierta. De ahí que haya agradecido nuevamente su labor.
En su reflexión espontánea el Pontífice también afirmó que "Oriente Medio, en este momento, en el dolor, es tierra de migraciones, y también es uno de los problemas más graves". Por eso invitó a pensar que la mitad de la población de El Líbano es siria. Al igual que en Jordania, que también cuenta con un gran número de sirios que sufren, como por otra parte también Turquía y después Europa y naturalmente en Italia.
"Hay un gran pecado en Oriente Medio, y lo sufre la pobre gente. El pecado del deseo de poder, el pecado de la guerra, cada vez mayor, más fuerte...", donde la gente y los niños sufren, en medio de armamentos sofisticados, y con pocas escuelas y hospitales a causa de su destrucción. "Éste es el dolor de Oriente Medio. Es el gran pecado de la guerra".
Francisco afirmó que también está "nuestro pecado en Oriente Medio". "El pecado de la incoherencia entre vida y fe". Sí, porque como afirmó, "hay algunos - sacerdotes, algún obispo, alguna congregación religiosa - que profesan la pobreza pero que viven como ricos. Y la ROACO también recibe dinero de las viudas, tal como lo dijo el Cardenal Prefecto, como símbolo: lo poco de los humildes".
"Pero yo querría - prosiguió diciendo el Papa - que estos epulones - religiosos, cristianos, algún obispo o alguna congregación religiosa - se despojase más en favor de sus hermanos, de sus hermanas. El Señor no nos dejará solos. Y por esto digo que Oriente Medio Oriente es una esperanza: Una esperanza que debemos cultivar. Es una mística, detrás de la cual debemos trabajar, como ustedes trabajan. Les agradezco mucho todo esto. De corazón. ¡Gracias!
Síntesis del discurso del Santo Padre entregado a la ROACO
"Después del centenario del Dicasterio, recién concluido, la ROACO vive su año jubilar". Lo escribe el Santo Padre en el discurso que había preparado para los casi cien participantes en la Reunión de las Obras de Ayuda a las Iglesias Orientales.En el discurso entregado, llamándolos "queridos amigos", el Obispo de Roma les manifiesta su alegría por este encuentro, encabezado por el Cardenal Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales. El Pontífice extiende su saludo, con reconocimiento, a los Representantes Pontificios de los países de Oriente Medio "que cada día - escribe - acompañan la esperanza de las poblaciones cristianas o de otras tradiciones religiosas en tierras marcadas, lamentablemente, por conflictos y sufrimientos". Y expresa su gratitud a los Representantes de las Agencias católicas, junto a los benefactores del mencionado Dicasterio, sin olvidar a quienes fueron colaboradores en los años pasados y que hoy estuvieron presentes con ocasión del importante aniversario. A todos ellos, el Obispo de Roma les recomienda:"Los invito a hacer memoria grata del tiempo transcurrido y, ante todo, de los rostros - algunos de los cuales ya han terminado su peregrinación terrena - que en la Congregación, como en cada una de sus Agencias, han contribuido en el esfuerzo de ayuda y de caridad".Tras destacar que el estudio de los proyectos y su apoyo material, gracias a la generosidad de muchos fieles en todo el mundo, ha permitido en efecto a las diversas expresiones de las Iglesias Orientales católicas, tanto en la madre patria como en la diáspora, desarrollarse y llevar adelante el testimonio evangélico, el Papa escribe:"Un testimonio duramente probado, con frecuencia a través de los dolores y de las persecuciones, primero por parte de los regímenes totalitarios de la Europa Oriental y después, más recientemente, por formas de fundamentalismo y fanatismo con pretensiones religiosas y por los conflictos que parecen no querer acabar, especialmente en Oriente Medio. La concreta solidaridad que han expresado ha salido al encuentro de las emergencias de las guerras y de las migraciones, pero sobre todo ha sabido garantizar la vida misma de las Iglesias, las actividades pastorales y de evangelización y las obras sociales y asistenciales".Francisco también expresa que todo esto manifiesta el rostro de la Iglesia de Cristo que anuncia el Evangelio con las obras y las palabras, haciendo presente la misma caridad de Dios con cada hombre. Y aludiendo al discurso de San Pedro tras Pentecostés, añade:"Las Iglesias Orientales católicas, que son testigos vivos de los orígenes apostólicos, están llamadas, de modo especial, a custodiar y defender una chispa del fuego pentecostal: están llamadas cada día a redescubrir su propia presencia profética en cada lugar en que son peregrinas; comenzando por Jerusalén, Ciudad Santa cuya identidad y vocación peculiar debe preservarse más allá de las diversas tensiones y disputas políticas".Y agrega que la presencia de los cristianos, si bien es un pequeño rebaño, toma del Espíritu la fuerza para la misión de testimonio, algo que hoy es más urgente que nunca. Sí, porque tal como afirma el Santo Padre, "de los lugares santos, donde el sueño de Dios se ha cumplido en el misterio de la Encarnación y de la Muerte y Resurrección de Jesucristo, debe provenir un renovado espíritu de fortaleza, que anime a los cristianos de Tierra Santa y de Oriente Medio para comprender su vocación específica de dar razón de la fe y de la esperanza".Por otra parte, el Pontífice pone de manifiesto su deseo de que los hijos y las hijas de las Iglesias Orientales católicas custodien su carga profética, de anuncio del Evangelio de Jesús, incluso en los contextos con frecuencia más secularizados de nuestro Occidente, a donde llegan como emigrantes o refugiados."Que encuentren acogida, tanto en el ámbito práctico como en el de la vida eclesial, conservando y desarrollando el patrimonio de sus propias tradiciones". Puesto que ellos - escribe el Papa - con la ayuda de la ROACO son capaces de testimoniar a nuestros corazones, a veces adormecidos, que vale la pena aún vivir y sufrir por el Evangelio, incluso siendo minoría y perseguidos, porque el Evangelio es la alegría y la vida de los hombres y de las mujeres de todos los tiempos".
(RD/Vatican News)
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