5:00 p m| 26 jun 18 (VI).- Representantes de empresas petroleras y gasísticas se reunieron en Roma para debatir sobre la transición energética, en un encuentro convocado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Líderes de compañías como ExxonMobil, BP, Royal Dutch Shell, entre otras, coincidieron en la necesidad de priorizar una “transición energética hacia el uso de recursos renovables”, con la finalidad de cuidar el bienestar de las personas, especialmente los pobres y generaciones futuras. Terminado el encuentro, los participantes fueron recibidos por el papa Francisco, y en un mensaje les resaltó la gran oportunidad de esta coyuntura, “para mejorar el acceso a la energía de los países más vulnerables y diversificar las fuentes de energía”.
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Gobernar la transición energética pensando en los pobres
Afrontar la “crisis socio-ecológica” con “un cambio radical en todos los niveles, tanto personal como colectivo”, que exige “el apoyo de los mercados, una mayor eficiencia en el uso de los recursos existentes, nuevas tecnologías, políticas clarividentes, una sociedad civil instruida y nuevas formas de liderazgo y cooperación global”. Es lo que esperan para el futuro los líderes del petróleo y del gas en un documento firmado al final de los dos días de trabajo en el Vaticano (el 8 y el 9 de junio) y después de la audiencia con el papa Francisco.
Teniendo en cuenta la evidente “transformación” energética que la civilización y el progreso humano están afrontando, cuyo motor es “la innegable realidad de la crisis climática y de la degradación medioambiental que afecta principalmente a los más pobres”, los ejecutivos de las transnacionales indican como “prioridad” una “visión a largo plazo para obtener rendimientos animando a las sociedades energéticas a seguir perfeccionando y ampliando su divulgación de estrategias y de vías relacionadas con el clima coherentes con un escenario de 2° C”.
En el texto, los diferentes huéspedes de la Pontificia Academia de las Ciencias pidieron, pues, un compromiso con la sociedad civil como socia en la transición energética. Principalmente, escribieron, “la transición energética debe ser gobernada por el cuidado de las personas y su bienestar, especialmente de los pobres, incluidas las generaciones futuras”. “La Tierra es nuestra casa común y los cambios climáticos están haciendo de ella un lugar más inhóspito para muchos”.
Por su parte, el Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, presidido por el cardenal Peter Turkson, el Mendoza College of Business y la Universidad de Notre Dame, patrocinadores del evento, expresaron su aprecio “por el rico compromiso, el sentido de urgencia, el intercambio honesto y el espíritu de colaboración demostrados en este encuentro”.
“Vemos que hay áreas posibles para exploraciones y acciones colectivas en el futuro –añadieron. Esto es un precedente histórico en la reunión de los mejores líderes de diferentes sectores, fundamentales para el progreso de una transición energética que sea eficaz, equitativa y justa. Siempre tratemos de inspirarnos en la pregunta de la encíclica del Papa Laudato si: ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a nuestros hijos y a los que todavía no han nacido?”.
La encíclica Laudato si, publicada por el papa Francisco en 2015 con un esclarecedor subtítulo que dice “Sobre el cuidado de la casa común”, no es un documento magisterial más que se queda acumulando polvo en los anaqueles de las librerías. Es un texto vivo sobre el que se sigue debatiendo y que aporta elementos de reflexión en los sectores sociales y económicos más diversos, como el de la energía.
Francisco: “Que el uso de la energía no destruya la civilización”
“Hay que discutir juntos –industriales, inversores, investigadores y usuarios– sobre la transición y la búsqueda de alternativas. La civilización requiere energía, ¡pero el uso de la energía no debe destruir la civilización! El individualismo de una adecuada combinación energética es fundamental para combatir la contaminación, arrancar la pobreza y promover la equidad social”. El papa Francisco, al recibir a los que participan en el encuentro de dos días para los dirigentes de las transnacionales de la energía, explicó el sentido de la iniciativa que promueven el Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral y la Universidad estadounidense de Notre Dame.
El Papa dijo que el intenso movimiento de masas de información, de personas y de cosas que caracteriza la época contemporánea “requiere mucha energía, una necesidad superior a la de cualquier época del pasado”, aunque más de mil millones de personas no tengan acceso a la electricidad. El desafío, pues, es el de “lograr garantizar la enorme cantidad de energía necesaria para todos”, pero “con modalidades de explotación de los recursos que eviten producir desequilibrios medio-ambientales de tal magnitud que provoquen un proceso de degradación y de contaminación, con el cual la humanidad entera de hoy y del mañana quedaría gravemente herida”.
“La necesidad de tener a disposición cantidades cada vez más grandes de energía para el funcionamiento de las máquinas –afirmó Francisco– no puede ser satisfecha pagando el precio de envenenar el aire que respiramos. La necesidad de ocupar espacios para las actividades humanas no puede llevarse a cabo poniendo en serio peligro la existencia de nuestra y de las demás especies de seres vivos en la Tierra”.
Por ello, de la manera en la que será administrada la cuestión energética “dependerá la calidad de la vida y, si los conflictos presentes en diferentes zonas del planeta encontrarán una solución más fácil, o bien si ellos, debido a los profundos desequilibrios medio-ambientales y de la penuria energética, encontrarán nuevo combustible para alimentarse, quemando la estabilidad social y vidas humanas”.
Lo que se necesita, indicó Bergoglio, es “una estrategia global a largo plazo”, que ofrezca seguridad energética, pero protegiendo “la salud y el medio ambiente”. Una transición que apueste por el crecimiento “del empleo de energías altamente eficientes y con un bajo índice de contaminación”. Hay que dar energía a quienes todavía no la tienen, pero, “al mismo tiempo, sería bueno que tal energía fuera limpia, conteniendo el uso sistemático de combustibles fósiles”.
Francisco recordó el acuerdo sobre el clima suscrito en París, en diciembre de 2015, y la intención de limitar el crecimiento del calentamiento global. “Dos años y medio después, las emisiones de CO2 y las concentraciones atmosféricas debido al efecto invernadero son cada vez más altas. Esto es bastante inquietante y alarmante. Suscitan preocupación –añadió el Pontífice– también las constantes exploraciones para nuevas reservas de combustibles fósiles”, a pesar de que el acuerdo de París aconseja “claramente mantener en el subsuelo la mayor parte del combustible fósil”.
Siempre se necesita una aguda “evaluación del impacto ambiental de las decisiones de naturaleza económica, para considerar bien los costos humanos y medio-ambientales a largo plazo, involucrando lo mayor posible en los procesos de toma de decisiones a las instituciones y a las comunidades locales”.
El Papa reconoce que ha habido progresos: “las compañías petrolíferas y del gas están desarrollando enfoques más profundos para evaluar el riesgo climático y modificar, consecuentemente, sus planes empresariales. Esto es digno de alabanza. Los inversores globales están revisando sus estrategias de inversión para tener en cuenta consideraciones de naturaleza medio-ambiental. Comienzan a surgir nuevos enfoques de las “finanzas verdes”. Ciertamente ha habido progresos”.
Pero, se preguntó Francisco, todo esto “¿es suficiente? ¿Hemos cambiado a tiempo? Nadie podrá responder con certeza a esta pregunta, pero, con cada mes que pasa, el desafío de la transición energética se vuelve cava vez más apremiante. Tanto las decisiones políticas como la responsabilidad social de las empresas y los criterios de inversión deben tener en cuenta el bien común a largo plazo, para que haya una concreta solidaridad entre las generaciones, evitando oportunismos y cinismos que solo pretenden obtener a breve plazo pequeños resultados parciales, pero que descargarían sobre el futuro costos altísimos y daños otro tanto relevantes”.
El Papa notó que los efectos del cambio climático no se están presentando uniformemente: “son los pobres los que sufren más las devastaciones del calentamiento global, con el aumento de las perturbaciones en campo agrícola, la inseguridad de la disponibilidad de agua y la exposición a graves eventos meteorológicos. Muchos de los que apenas pueden permitírselo ya se han visto obligados a abandonar sus casas y a migrar a otros lugares, sin saber cómo serán recibidos. Muchos más se verán obligados a hacerlo en el futuro”.
La transición hacia la energía accesible y limpia “es una responsabilidad que tenemos para con millones de nuestros hermanos y hermanas en el mundo, para con los países pobres y para con las generaciones que vendrán”. Hay que invertir hoy “para construir un mañana”. Los problemas medio-ambientales y energéticos “ya tienen un impacto y una dimensión global. Por ello exigen respuestas globales, buscadas con paciencia y diálogo, y perseguidas con racionalidad y constancia. Una fe absoluta en los mercados y en la tecnología ha llevado a muchos a la creencia de que los cambios en los sistemas económicos o tecnológicos serán suficientes para remediar los actuales desequilibrios ecológicos y sociales”. Pero “debemos reconocer que la demanda de un constante crecimiento económico ha implicado graves consecuencias ecológicas y sociales, puesto que nuestro actual sistema económico prospera cada vez más con el aumento de las extracciones, con el consumo y con el desperdicio”.
La necesaria renovación, explicó el Pontífice, “exige una nueva forma de liderazgo, y tales líderes requieren una profunda y aguda comprensión de que la Tierra constituye un único sistema y que la humanidad, de la misma manera, es un único conjunto. Los deberes que tenemos hacia el medio ambiente se relacionan con los deberes que tenemos hacia la persona considerada en sí misma y en relación con los demás. No pueden ser exigidos unos y conculcados los otros”.
“Les invito –concluyó el Papa– a ser el núcleo de un grupo de líderes que imagine la transición energética y global de una manera que tenga en cuenta a todos los pueblos de la tierra, así como a las futuras generaciones, y a todas las especies y todos los ecosistemas. Que esto sea visto como la mayor oportunidad de un liderazgo que apela a la imaginación más audaz”.
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Fuentes:
Vatican Insider / Religión Digital
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