Tras dos meses de la realización del Sínodo Sínodo de los obispos para la región panamazónica, que tuvo lugar en Roma (octubre 6 al 27 de 2019), la teóloga boliviana Tania Avila Meneses expresó su preocupación de que "las profundas reflexiones generadas en el aula sinodal realmente logren encarnarse en realidades concretas en la Amazonía". Así expresa en una entrevista concedida al portal católico Vida Nueva, en la que agrega que la incertidumbre la "ayuda a ver que estamos ante procesos entretejidos por avances y retrocesos, por aciertos y errores".
Para Tania, uno de los retos que se vislumbra para la etapa postsinodal, es el de la conversión integral, que sin embargo en la Iglesia son procesos "lentos". Según recuerda, la "fuerza y el impulso de la Asamblea sinodal fue un kairós, y la gracia del Espíritu promovió apertura de mente, corazón y voluntades, pero la rutina de la vida hace que la conversión integral sea un proceso muy lento en tiempo cronológico, a veces parece detenerse ante la fuerza de la comodidad del ‘siempre se ha hecho así’ y de las jerarquias de pensamiento que generan élites en contraposición a la sinodalidad a la que hemos sido llamados. Como Iglesia necesitamos estar atentos a que este proceso no se detenga, a impulsar su movimiento y fluidez desde el lugar que habitamos en la historia.
Al comentar sobre el papel que compete a las iglesias locales y, en ellas, a las mujeres, los laicos y los indígenas, Tania Ávila apunta que el "rol de la Iglesia como Pueblo de Dios, es inspirar a la humanidad a cuidar la ‘Casa Común’ con acciones y actitudes concretas, más allá de los discursos. Es decir, se trata de encarnar el discurso de cuidado como comunidad humana, en sinodalidad, y ello significa aprender con humildad entre pueblos y de los pueblos".
Agrega que prefiere no "pensar en el rol indivual de cada miembro de la Iglesia, porque creo que necesitamos visibilizarnos como comunidad, pues el cuidado de la ‘Casa Común’ es corresponsabilidad de toda la humanidad. La Iglesia que hace presencia en muchos lugares de riesgo, a través de todos sus miembros, puede hacer intervenciones para transformarlas, generando una economía del cuidado, que requiere el aporte de conocimientos y experiencias diversas.
Al responder la pregunta sobre los aportes que ofreció el Sínodo a la teología latinoamericana, Tania no duda en asegurar que la Asamblea sinodal fue "Agua fresca" por "la importancia de ampliar la mirada a otras cosmovisiones que implican otras claves de reflexión teológica. Invita a integrar otros lenguajes en el quehacer teológico. Y también cuestiona su opción por los pobres: es tiempo de hacer opción ‘con’ los pobres, porque nos hace corresponsables en este proceso. ¿Es coherente remar por el pobre en lugar de remar con el pobre? ¿Por qué no remar con un ser humano diferente pero igual en dignidad?", señala.
Finalmente, al ser preguntada sobre lo que espera de la Exhortacion Postsinodal, la teóloga boliviana considera que espera es que "la Exhortacion Postsinodal desborde toda espectativa. Traigo a la memoria las palabras del papa Francisco respecto a la asamblea sinodal: “ahora hay que dejar que el Espíritu Santo se exprese en esta Asamblea, se exprese entre nosotros, se exprese con nosotros, a través de nosotros y se exprese ‘pese’ a nosotros, pese a nuestras resistencias, que es normal que las haya, porque la vida del cristiano es así”.
Mi mayor esperanza es que la Exhortación nos muestre cómo salir de una práctica eclesial de hacer ‘parches’ en una Iglesia desgastada, rasgada, rota. No espero una receta sino una inspiración, un testimonio.
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