jueves, 16 de noviembre de 2023

El país atrapado en una dura recesión económica y los bancos con super ganancias: ¿Cómo se explica?

 16. 11. 2023

Por: Alejandro Narváez Liceras (*)

Tras un 2022 de ganancias récord, la banca peruana se muestra insaciable y al tercer trimestre de este 2023 (3T23), está en disposición de fijar nuevas cotas históricas, pese a la dura recesión económica que sufre el país. Los resultados que acaban de publicar, los cuatro grandes bancos (BCP, BBVA, Interbank y Scotiabank) revelan, que en nueve meses han logrado una ganancia neta acumulada de 6,707 millones de soles (unos 18 millones 400 mil diarios), que irán directamente a las cuentas de los accionistas en forma de dividendos.

Mas rentables y más solventes

El banco con mayor rentabilidad al 3T23 es el BCP con una utilidad neta de 3,754 millones de soles (3T22: 3,423 millones), un ROAE (rentabilidad financiera) de 21.82% (3T22: 21.81%) y un excelente indicador de solvencia (ratio de capital global, RCG) de 17.5% (2T22: 14.93%).   El segundo banco que más ha engordado es el BBVA con una ganancia neta de 1,475 millones (2T22: 1,480 millones) con un ROAE de 16.83% (2T22: 21.03%) y una solvencia de 15.9% (2T22: 14%).  El Interbank se ubica en un sólido tercer puesto con un ROAE de 14.5% y el Scotiabank tiene un 9.37%. 

Mención aparte merece el caso del Banco de la Nación (banco del Estado). Esta entidad ha tenido los mejores nueve meses de su historia, alcanzado unas ganancias de 1,260 millones (2T22: 582 millones), una rentabilidad financiera (ROAE) de 64.09% (2T22: 41.18%) y una ratio de solvencia de 18.4% (2T22:13.1%). Con respecto al RCG (solvencia financiera), la ley peruana exige a los bancos un mínimo de 10% (Basilea III: 8%) y si comparamos con el promedio de los 50 grandes bancos europeos dicho índice llegó a 10.2% en el 2022. 

Estas cifras plantean preguntas provocativas, por ejemplo: En un país que fue duramente golpeado por la pandemia de cuyos efectos aun no logra recuperarse, con un tercio de su población en situación pobreza y atrapado en una profunda recesión económica ¿es posible alcanzar esos máximos resultados mostrados por los bancos?

Algunas respuestas

Los extraordinarios resultados de la banca peruana de los últimos dos años, se basan en buena medida en el giro de la política monetaria del Banco Central de Reserva (BCR) cuya excusa fue “combatir” la inflación. Los bancos no han trabajado más que nadie, ni han creado nada ingenioso. Han movido más dinero por hacer lo mismo que hacían siempre, pero esta vez gracias a la política monetaria crecientemente restrictiva puesta en marcha por el BCR desde agosto de 2021, cuando la tasa de referencia estaba en 0.25% y paso a 7.75% en agosto de 2023. Sin embargo, los efectos de un dinero cada vez más caro, trajeron como consecuencia la parálisis de la economía peruana (recesión), que significó menos inversión, menos ingresos para el Estado vía impuestos, más desempleo, menos consumo y más hambre, en cambio los bancos se fueron haciendo cada vez más ricos y más solventes.  

Una segunda respuesta, viene a ser el elevado spread o margen de intermediación que manejan los bancos. El diferencial de tasas de interés entre los préstamos que conceden (tasa activa) y las remuneraciones por los ahorros (tasa pasiva) es abismal. El Perú está entre los 5 países con el mayor margen de intermediación a nivel de América Latina y el Caribe (Véase Informe CEPAL, 2017). Es esta combinación de tipos altos para los préstamos, remuneración baja para los ahorros e inexistente competencia, son los otros factores que define la boyante situación de la banca peruana. 

Los bancos, todos a una

En el Perú los cuatro mayores bancos dominan el 83.34% del mercado de créditos y el 83.04% del mercado de depósitos, siendo ésta la principal fuente de financiación de estas entidades (Moodys, junio 2023). Esta alta concentración de la banca peruana ya fue advertida por el FMI en el 2018. Estamos ante una situación de oligopolio de facto. No se observa competencia alguna entre ellos. Los bancos, van todos a una. 

Desde agosto de 2021, estos bancos han movido tímidamente la tasa pasiva, en cambio el ritmo de subida de la tasa activa, ha sido muy agresivo y trasladado con diligencia a los prestatarios, tan pronto el BCR decidió aumentar el precio del sol peruano. Simultáneamente, las comisiones y otros gastos bancarios también han subido en forma notable, al tiempo que ha disminuido la calidad de los servicios. Desde 2019 a junio de 2023, se cerraron 373 oficinas bancarias a nivel nacional.

El negocio de los bancos

El negocio de un banco es muy simple. Cobran, por prestar dinero, más de lo que pagan cuando son ellos, los bancos, quienes piden prestado. Si vuelve a leer esta frase se dará cuenta de que el negocio es redondo y perverso. Si usted pide prestado, ha de pagar dos al banco, pero cuando usted le preste al banco, éste le pagará uno. Es así de sencillo y a esta diferencia se le conoce como margen de intermediación o spread bancario. 

¿Por qué el dueño del dinero debe recibir menos que el banco que se ocupa sólo de pasar de una mano a otra? Las respuestas que le dará el funcionario del banco son: por ganarse la confianza de los ahorradores y por “guardar” tu dinero. También le dirán, somos quienes canalizamos el ahorro de unos y lo convertimos en inversión de otros. Y por ello cobramos lo que cobramos. Eso dicen. ¿todo eso justifica las tasas usureras que cobran los bancos? Por supuesto, que no. Entonces ¿para qué sirve la tasa referencial que fija el BCR? Sólo para operaciones entre bancos. Los intereses que cobran los bancos por los préstamos a terceros (hogares o empresas) y la tasa de interés que pagan a los ahorristas o depositantes, son fijadas libremente por el propio banco prestamista. 

La tasa efectiva anual (TEA) actual de Mibanco (banca especializada en microfinanzas) de un préstamo para consumo personal fluctúa entre 43.58% y 101.8% anual y para un negocio (capital de trabajo) dicha tasa está entre 25.05% y 101.86% (véase el tarifario del banco), por citar un ejemplo. Claramente, la brecha entre la tasa referencial del BCR (actual 7%) y las tasas de las entidades financieras es brutal. ¿Cómo podríamos llamar a esta anomalía financiera?: Usura. Ya decía el filósofo griego Aristóteles, “de todas las formas de comercio, la usura es la más depravada y la más odiosa”. De manera que el grueso de las ganancias bancarias tiene su origen en las tasas usureras que manejan los bancos a su libre albedrío.  

Apuntes finales 

La palanca de los extraordinarios resultados de la banca peruana al 3T23, ha sido en buena medida gracias a la dura política monetaria del BCR. Por otro lado, si bien, la brecha entre la tasa activa y la tasa pasiva, es históricamente muy grande en el Perú, las últimas medidas del banco emisor ha ensanchado aún más esa brecha en favor de los bancos.

Es crucial poner en debate la necesidad de un “Código de Buenas Prácticas” en la banca, fundamentalmente, orientado a sus clientes. Los bancos tienen que involucrarse con aquellos prestatarios que tienen dificultades para hacer frente a sus obligaciones financieras, con medidas de apoyo concretas a los más vulnerables las cuales ayudarían a frenar la quiebra de familias y empresas. La democracia es también redistribución de la riqueza. Cuando ésta se concentra en pocas manos, la democracia está en peligro.

Finalmente, es muy difícil encontrar en otros países, bancos con los niveles de rentabilidad excepcionalmente altos como los que exhiben los bancos peruanos. Abrir el camino para un debate acerca de la necesidad de un impuesto extraordinario a esas ganancias “caídas del cielo”, como dicen en Europa, es oportuno. No es una propuesta nueva, ni mucho menos. Hay suficientes lecciones en otros países y en el Perú se justifica plenamente. 
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(*) Es profesor principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y director del Instituto Internacional de Economía y Empresa.



martes, 14 de noviembre de 2023

Perú: tormenta en las aturas

 14. 11. 2023

Por: Nilo Meza M.

Aguda crisis política e institucional sacude los cimientos de la democracia peruana. Una presidenta que “no sabe nada” y un experto que “sabe mucho”.

La inestabilidad política con Dina Boluarte en la presidencia del Perú, con 8% de aprobación ciudadana, se constata diariamente. El 6 de noviembre, luego de que se puso al descubierto la falacia de la “reunión bilateral Biden-Boluarte”, la Canciller Cecilia Gervasi renunció al cargo abrumada por sus fracasos en el cargo. Como nuevo Canciller juramentó Javier Olaechea, un ultraconservador enemigo del Acuerdo de Escazú y terruqueador profesional, a la medida de Dina Boluarte. Esta crisis en el Ministerio de Relaciones Exteriores no parece ser “una más”, sino podría estar revelando el inicio de una etapa de crisis estructural en las alturas del poder político con final de difícil pronóstico.

Por su parte, el Congreso de la República, con su 6% de aprobación, estaba a punto de cometer un atropello más en contra de la institucionalidad del país al pretender destituir a los miembros de la Junta Nacional de Justicia (JNJ) considerada como uno de los pocos “bastiones democráticos” que aún quedan en pie frente a la trituradora ultraderechista. Sin embargo, cuando nada hacía suponer una reacción propia de una Estado de Derecho, apareció el Poder Judicial otorgándole la “medida cautelar” solicitada por la JNJ, dejando sin efecto los actuados del Congreso de la República.

Como reclamando lugar en la “fiesta”, la Fiscalía de la Nación, demostrando sin ningún escrúpulo su sometimiento al Congreso de la República, abre investigación express a los miembros del Poder Judicial que se atrevieron a enmendarle la plana al Congreso de la República. Es un escenario que califica como tormenta perfecta en la política peruana. La participación de las FFAA y FFPP en esa “fiesta de petardos legales y legalistas”, parece cuestión de horas o días.

Es evidente que “algo se pudre” en el régimen dictatorial que lidera la señora Dina Boluarte. De la misma manera, el poder omnímodo del que presumía el Congreso de la República ha recibido un duro golpe que podría generar una escalada crítica en la confrontación de los poderes involucrados. 

La presidenta que “no sabe nada”

Según Waldo Mendoza, exministro de Economía con Francisco Sagasti de presidente, Dina Boluarte es una presidenta que “no sabe nada y no opina sobre nada importante en el Perú”. Comparado con Sagasti, efectivamente, la Boluarte es una persona huérfana de conocimientos básicos de política y economía. Por tanto, pedirle que opine sobre algo “importante” es poco menos que hacer escarnio de la cultura de la señora presidenta.

Si Boluarte “no sabe nada”, Mendoza si “sabe mucho”, incluso puede surfear con pericia el “sí pero no” tan apelado en nuestros “expertos”. La facilidad con que afirma cosas en un momento y negarlas en otro, es una especialidad que ejecuta con tal maestría que su audiencia difícilmente lo advierte. Tributa con generosidad a su condición de “centrista” en lo político, pero no deja de gastarse lisonjas zurdas sin perjuicio de llevarse muy bien con la derecha empresarial, especialmente minera.

Mendoza sabe que a Boluarte la sostienen los poderes facticos, incluidos sus amigos mineros. No importaba, hasta ahora, si “no sabe nada”, pues era suficiente que cumpliera con defender sus intereses. Esta situación cambió. Es tal el fracaso de su gestión que está perdiendo la confianza de quienes la sostienen, inclusive de gente como Mendoza, considerada en algunos espacios como una de las “voces más serias del medio” acusando al movimiento social de enero y febrero 2023 como los causantes de la recesión con inflación alta, pese a que en otro momento dijo que eran las políticas macroeconómicas contractivas.

En un escenario como el descrito, no debería sorprender que se desencadene pedidos de que se vaya Boluarte. Incluso el gobierno norteamericano reiteró recientemente la conveniencia de adelantar elecciones recomendada en marzo 2023. No es que este pedido sea lo mejor para el Perú, pero la fragilidad de la oposición “democrática” y de una izquierda que no termina de encontrar la vía para convertirse en alternativa de poder, hace que recomendaciones de corte semicolonial resulten casi bienvenidas. Cual circo romano, caricaturizada en el Congreso de la República, se preparan a “bajarle el dedo” a la presidenta que “no sabe ni opina nada”. Con esas características, obviamente, es prescindible.

El “experto” que “sabe todo”

Si la presidente es una inútil, “expertos” como Mendoza, podrían decirnos qué se puede hacer frente la estanflación que Julio Velarde, presidente del Banco Central de Reserva lo niega. Mendoza dice que las “raíces de la recesión actual … habría que buscarlas en la política macroeconómica contractiva tras el COVID, la violencia social y los efectos del Yaku”. Ojo, con lo de las “raíces”. Luego, sin ningún remordimiento, dice que el “crecimiento económico no viene de la política macroeconómica”. O sea, con una política monetaria y fiscal puedes generar recesión, pero no crecimiento económico. Este es un perfecto “si, pero no”, la ambivalencia convertida en coartada de quienes no son “ni chicha ni limonada”.

Para que no queden dudas, dice “que las políticas expansivas son buenas en tiempos extraordinarios” como fueron los momentos de crisis de 2008 y 2009, así como la pandemia de 2019. Los tiempos que vivimos hoy, con recesión con inflación sin precedentes en 30 años, no son nada extraordinarios para el “experto”. Tampoco le parece extraordinario la duración del flagelo que viene desde el III Trimestre-2022 y amenaza mantenerse el 2024. Por supuesto, no será nada extraordinario que, por la estanflación, la pobreza aumentará y habrá muchos más niños desnutridos. No, no, no, nada de eso es extraordinario, por lo que “no amerita cambios en la política macroeconómica contractiva en curso”. Ni más ni menos.

Como buen neoliberal, Mendoza aplaude que se hayan recuperado niveles de déficit fiscal pre COVID en tiempo récord. Tras tener un déficit fiscal de 9% en 2020, se puso en 2.6% en 2021 y 1.6% en 2022. Mientras el BCR subió sus tasas de interés de 0.25 a 6% en los años referidos. O sea, las políticas macroeconómicas claramente contractivas impactaron brutalmente en el consumo interno, el empleo, el crédito, la masa monetaria, entre otros. Si a esto le sumamos los impactos del Niño que amenaza ser “fuerte”, no queda duda que estamos frente una recesión con inflación de proporciones no vistas hace 3 décadas.

Si las causas de la estanflación son las políticas macroeconómicas, como dice Mendoza, ¿por qué oponerse a una política expansiva cuando el Perú tiene unas RIN de las más altas de Latinoamérica, un nivel de deuda externa bajísimo respecto al PBI, déficits absolutamente manejables, etc.? Y, respecto a la inflación dice que, estando aún alta, sería riesgoso bajar las tasas de referencia. Con esa lógica el BCR debería subir más sus tasas de interés, pero el “banquero de lujo”, Julio Velarde, ha decidido bajar lo más rápido posible porque sabe que por allí no va la mejor forma de combatir la inflación. Coincidimos con Mendoza en que el Crédito Suplementario aprobado será solo “será un analgésico” para la grave enfermedad que padece el país. La única solución dice, en eso discrepamos, es “volver a la minería” y respetar con actitud colonial los “Contratos Ley”.