martes, 9 de agosto de 2022

Pedro Casaldáliga, en la senda de los padres de la Iglesia de América Latina

 Segundo aniversario del fallecimiento del profeta de la Amazonía

Pedro Casaldáliga
Pedro Casaldáliga

"Con motivo del segundo aniversario del fallecimiento de Pedro Casaldáliga que tuvo lugar el 8 de agosto de 2020, me gustaría situarlo en la mejor tradición de los obispos defensores de los indios en América Latina, desde Bartolomé de Las Casas hasta Leónidas Proaño, obispo de Riobamba (Ecuador), y Samuel Ruiz, obispo de Chiapas (México), y en la senda de los nuevos padres de la Iglesia de América Latina"

"No fueron meros burócratas que gestionaran sus diócesis con criterios administrativistas, ni personas que se recluyeran en los espacios sagrados y se dedicaran exclusiva o prioritariamente al culto, ni obispos que se guiaran por el Código de Derecho Canónico, ni profetas de calamidades, sino testigos del Evangelio"

"Fueron perseguidos por los poderes políticos, económicos, militares y, lo más doloroso, por el poder religioso del Vaticano, pusieron en riesgo su vida y algunos la perdieron convirtiéndose en mártires, practicando así el mensaje de las bienaventuranzas que declara dichosos a quienes fueran injuriados, perseguidos, injuriados y objeto de calumnia por causa de la justicia"

"Pedro Casaldáliga perteneció a aquella fecunda generación de obispos latinoamericanos que cambiaron la faz del cristianismo de ese continente: antepusieron la ortopraxis a la ortodoxia, la fidelidad al pueblo a la obediencia al Vaticano, la solidaridad con las mayorías populares empobrecidas a las alianzas con los poderosos e hicieron suyo el principio-liberación frente al principio-resignación, que durante siglos de conquista y colonización caracterizó al cristianismo de América Latina"

1.- Pacto de las Catacumbas y Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín

Con motivo del segundo aniversario del fallecimiento de Pedro Casaldáliga que tuvo lugar el 8 de agosto de 2020, me gustaría situarlo en la mejor tradición de los obispos defensores de los indios en América Latina, desde Bartolomé de Las Casas hasta Leónidas Proaño, obispo de Riobamba (Ecuador), y Samuel Ruiz, obispo de Chiapas (México), y en la senda de los nuevos padres de la Iglesia de América Latina[1]. Es esta una certera expresión del teólogo de la liberación José Comblin en referencia a un grupo de obispos latinoamericanos que hicieron suya en su vida y su trabajo pastoral la declaración del Pacto de las Catacumbas por una Iglesia pobre, de los pobres y servidora, firmada por 40 obispos en noviembre de 1965 en la catacumba de Santa Domitila de Roma y, una vez dada a conocer, por más de 500, que dio lugar al nacimiento del cristianismo liberador y constituye un antecedente inmediato de la teología de la liberación.

Pacto de las catacumbas
Pacto de las catacumbas

En este grupo incluyo a los obispos que impulsaron un nuevo proyecto de Iglesia al servicio de la liberación en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en la ciudad colombiana de Medellín en 1968, y a quienes posteriormente lo pusieron en práctica con la ejemplaridad de una vida evangélica y la práctica solidaria con las mayorías populares, víctimas del sistema capitalista y de una Iglesia colonial[2].  

Fueron obispos que se alejaron del modelo episcopal remedo de la Iglesia romana e inauguraron un nuevo paradigma teológico-pastoral. Se ubicaron críticamente en la realidad latinoamericana caracterizada por la dependencia económica, política y cultural del Norte Global y, siguiendo el magisterio de Medellín, descubrieron que América Latina se encontraba “en el umbral de una nueva época histórica llena de anhelo de una emancipación total e interpretaron esos signos de esperanza como “un evidente signo del Espíritu”. Asumieron el compromiso de construir una Iglesia que rompiera con su pasado conquistador y colonial y caminara por la senda de un cristianismo liberador bajo la guía de la teología de la liberación; una Iglesia que naciera del pueblo por la fuerza del Espíritu y que el papa Francisco llama Iglesia de salida a las periferias existenciales.

Un presente adulto de la Teología de la Liberación (*)
Un presente adulto de la Teología de la Liberación (*)

2.- Crítica de las dictaduras y persecución

No fueron meros burócratas que gestionaran sus diócesis con criterios administrativistas, ni personas que se recluyeran en los espacios sagrados y se dedicaran exclusiva o prioritariamente al culto, ni obispos que se guiaran por el Código de Derecho Canónico, ni profetas de calamidades, sino testigos del Evangelio, mensajeros de la utopía del Reino de Dios en defensa de la vida y acompañantes del pueblo en sus sufrimientos y esperanzas.       

Se mostraron críticos de las dictaduras extendidas por todo el continente y de la violencia ejercida contra los opositores políticos y activistas de los derechos humanos, incluidos sacerdotes, religiosos y religiosas que defendieron pacíficamente la democracia y los derechos humanos, pero no en abstracto y con declaraciones retóricas, sino poniéndose del lado de quienes luchaban por ellos y creando en sus diócesis vicarías de la solidaridad y oficinas de derechos humanos. Criticaron la violencia estructural del sistema generada por el capitalismo salvaje y defendieron la justicia social y la vida de quienes la tenían más amenazada.

Peregrinación hacia la cuna de San Oscar Romero
Peregrinación hacia la cuna de San Oscar Romero

Fueron perseguidos por los poderes políticos, económicos, militares y, lo más doloroso, por el poder religioso del Vaticano, pusieron en riesgo su vida y algunos la perdieron convirtiéndose en mártires, practicando así el mensaje de las bienaventuranzas que declara dichosos a quienes fueran injuriados, perseguidos, injuriados y objeto de calumnia por causa de la justicia (Mt 5,10-11).

3.- Cambio de lugar social

Llevaron a cabo un cambio de lugar social: de la alianza con los poderosos al compromiso con el pueblo, de la complicidad con las élites a la defensa de los sectores marginados por dichas élites, actualizando la vieja legislación hebrea en defensa de los huérfanos, las viudas y las personas extranjeras y poniendo en práctica la ética de la compasión y la solidaridad con las víctimas, a ejemplo del Buen Samaritano (Lc 10,25-37).    

Casaldàliga, trabajando en su 'palacio episcopal'.
Casaldàliga, trabajando en su 'palacio episcopal'. Fundació Pere Casaldàliga.

Transformaron la estructura y la organización de sus diócesis, que dejaron de girar en torno al obispo y al clero, y convirtieron en redes de comunidades eclesiales de base. Toda la comunidad era ministerial de acuerdo con el binomio comunidad-carismas, desterrando las oposiciones clérigos-laicos, Iglesia docente-Iglesia discente, jerarquía-base.

La autoridad no descansaba en el obispo por el mero hecho de serlo, sino en las víctimas a las que había que obedecer defendiendo su dignidad negada

La autoridad no descansaba en el obispo por el mero hecho de serlo, sino en las víctimas a las que había que obedecer defendiendo su dignidad negada. Solo en la medida en que el obispo se ponía del lado de las víctimas le era reconocida la autoridad. En ese caso, la autoridad respondía al termino evangélico exousia, que es inseparable de la libertad. 

Ícono de Pedro Casaldáliga hecho por el artista colombiano Carlos Lima (der.)
Ícono de Pedro Casaldáliga hecho por el artista colombiano Carlos Lima (der.)

 Desarrollaron un nuevo magisterio social, inspirado en el Evangelio y en la praxis liberadora de Jesús de Nazaret, sensible a los problemas y las necesidades de la gente empobrecida, y basado en el método ver-juzgar-actuar, que comienza con el análisis crítico de la realidad recurriendo a las ciencias sociales, incluidas las de orientación marxista, continúa con el juicio ético sobre las estructuras de pecado y el subdesarrollo de los pueblos del Sur Global y termina con la propuesta de alternativas para una sociedad más justa y eco-fraterno-sororal. 

Las alternativas se basan en una economía al servicio de los seres humanos más desfavorecidos, y no de los que detentan el poder económico y se enriquecen a costa del trabajo esclavo, el respeto a la dignidad y a los derechos de la tierra y la distribución equitativa de los bienes de la naturaleza.

En su trabajo pastoral sustituyeron el concepto de misión entendido como implantación de la Iglesia en territorios de “infieles” y conversión de los “paganos” a la considerada única religión verdadera, por el de evangelización como Buena Noticia de liberación. Sustituyeron el “fuera de la Iglesia no hay salvación” por el “fuera de los pobres no hay liberación”, en feliz expresión de Jon Sobrino. Fomentaron el diálogo con las diferentes cosmovisiones, religiones, espiritualidades, especialmente con las indígenas, afrodescendientes y campesinas.

Intentaron incorporar a las mujeres a los ministerios eclesiales, pero sus intentos fueron tenues y sus resultados, escasos, y no por la falta de colaboración de las mujeres, sino por la persistencia de las estructuras patriarcales que ni siquiera los Padres de la Iglesia católica de América Latina no fueron capaces de transformar

Intentaron incorporar a las mujeres a los ministerios eclesiales, pero sus intentos fueron tenues y sus resultados, escasos, y no por la falta de colaboración de las mujeres, sino por la persistencia de las estructuras patriarcales que ni siquiera los Padres de la Iglesia católica de América Latina no fueron capaces de transformar.   

Casaldáliga y Arns
Casaldáliga y Arns

En su actividad episcopal introdujeron una nueva pastoral, la de la Tierra, que en la Conferencia Nacional de Obispos Brasileños (CNBB) se canalizó a través de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), en cuya creación intervinieron de manera especial Tomás Balduino, obispo de Goiás, conocido como el “obispo de los sin tierra”, y Pedro Casaldáliga. La Comisión mantuvo una estrecha relación con el Movimiento Sin Tierra (MST) y apoyó sus luchas y reivindicaciones, denunció las condiciones infrahumanas en las que trabajan los campesinos sin tierra, protestó por la apropiación indebida de los terratenientes de los territorios indígenas y exigió su devolución.

La Comisión se solidarizó con la resistencia de las comunidades indígenas en la defensa de su territorio y en la oposición a los megaproyectos de las multinacionales que expulsaban a dichas comunidades de su espacio natural y depredaban la naturaleza. Por tales denuncias y gestos de solidaridad los obispos más comprometidos fueron objeto de persecución y amenazas de muerte.

Leonardo Boff y Juan José Tamayo
Leonardo Boff y Juan José Tamayo

4.- Solidaridad con las teólogas y los teólogos represaliados

Aquellos obispos apoyaron a las teólogas y los teólogos de la liberación acusados por la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), presidida durante caso un cuarto de siglo por el cardenal Ratzinger, infundadamente de heterodoxia, de reducir el mensaje cristiano a un proyecto liberador puramente político, de introducir la lucha de clases en la Iglesia, y de hacer teología recurriendo acríticamente a categorías marxistas, etcétera. Afirmaciones, a mi juicio, infundadas si nos atenemos a los textos y a su praxis evangélica.

Ejemplo paradigmático de dicho apoyo fue la presencia solidaria de los cardenales brasileños Paulo Evaristo Arns, arzobispo de Sâo Paulo, y Aloísio Lorscheider, arzobispo de Fortaleza, en el juicio al que la CDF sometió al teólogo brasileño Leonardo Boff n 1984, cuyo resultado fue la condena a una tiempo “de silencio obsequioso”. Tras dicha expresión “piadosa” lo que realmente se escondía era la prohibición de predicar, escribir y enseñar.

Boff aceptó la condena afirmando: “prefiero caminar con la Iglesia a ir solo con mi teología”. La condena volvió a repetirse en 1992. Su reacción entonces fue muy diferente: abandonó la Orden de los Franciscanos Menores, a la que pertenecía, y renunció al ministerio sacerdotal. Peguntado por la diferente reacción ante las dos condenas, su respuesta fue que aceptó la primera como un acto de humildad, pero que en la segunda se le exigía un acto de humillación que no podía hacer”.

Mientras las teólogas y los teólogos latinoamericanos eran vigilados a través de detectives a sueldo del Vaticano en sus intervenciones públicas, cesados de sus cátedras, sus libros sometidos a censura, los obispos de la liberación les invitaban a intervenir en encuentros y congresos diocesanos para aportar la reflexión teológica ubicada contextualmente y les pedían asesoramiento en la elaboración de documentos. Era una forma de contravenir la represión de la que estaban siendo objeto por parte de la ortodoxia vaticana.    

Tamayo sobre Casaldaliga
Tamayo sobre Casaldaliga

Pedro Casaldáliga perteneció a aquella fecunda generación de obispos latinoamericanos que cambiaron la faz del cristianismo de ese continente: antepusieron la ortopraxis a la ortodoxia, la fidelidad al pueblo a la obediencia al Vaticano, la solidaridad con las mayorías populares empobrecidas a las alianzas con los poderosos e hicieron suyo el principio-liberación frente al principio-resignación, que durante siglos de conquista y colonización caracterizó al cristianismo de América Latina.

Para un desarrollo más amplio de este artículo, remito a mi libro Pedro Casaldáliga. Larga caminada con los pobres de la tierra (Herder, Barcelona, 2020), primera obra sobre Pedro Casaldáliga publicada después de su muerte.

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[1] Cf. José Comblin, “Los obispos de Medellín: los Santos Padres de América Latina”, en Pablo Richard, Diez palabras clave sobre la Iglesia en América Latina, EVD, Estella (Navarra), 2003, 41-77.; id., “Padres de la Iglesia en América Latina”, en Silvia Scatena, Jon Sobrino y Luiz Carlos Susin (eds.), Concilium, 333 (noviembre 2009), donde ofrece el perfil liberador de los obispos Bartolomé de Las Casas, Helder Pessoa Cámara, Sergio Méndez Arceo, Aloísio Lorscheider, y Monseñor Romero.

[2] Cf. Juan José Tamayo, De la Iglesia colonial al cristianismo liberador en América Latina. Medellín 1968-2018, Tirant lo Blanc, Valencia, 2019.

lunes, 1 de agosto de 2022

Mons. Cob: “Para trabajar en la Amazonía, tenemos que ponernos en los zapatos de los que allí viven”

 Entrevista con el nuevo presidente de la REPAM

Monseñor Rafael Cob
Monseñor Rafael Cob

"La Amazonía es un referente mundial, con una importancia esencial en el equilibrio del clima planetario"

"Como hacer ese camino de verdad, de fraternidad, de caminar juntos, porque tenemos ideales comunes, y eso exige de nosotros mucho discernimiento e igualmente la comunión mutua para que fortalezcamos la Iglesia en la Amazonía"

"La Iglesia de la Amazonía ha ido despertando en cuanto a ese encarnarse y ese inculturizarse en la evangelización"

"El cardenal Hummes es un referente para nosotros y un ejemplo a seguir, porque fue un personaje con una pasión por la Iglesia y por los pueblos originarios, por los pobres, y eso está muy latente y muy evidente en su vida"

Mons. Cob

Mons. Rafael Cob acaba de ser nombrado presidente de la REPAM, donde hasta ahora era vicepresidente, algo que considera “una misión especial para trabajar en defensa de la vida en la Amazonía y de los derechos de los pueblos que en ella habitamos”.

El obispo del Vicariato del Puyo destaca que la Iglesia ha asumido “la responsabilidad de cuidar la Creación que Dios nos ha dejado”, insistiendo en que “la Iglesia de la Amazonía ha ido despertando en cuanto a ese encarnarse y ese inculturizarse en la evangelización”.

De cara al futuro ve la necesidad de continuar “con el Plan Pastoral que hizo la REPAM, que va hasta 2024, tomando en cuenta todo ese discernimiento que hubo y las consideraciones que se hicieron en busca de continuar las orientaciones pastorales”. Un camino de escucha y defensa, de “seguir tejiendo las redes y construir alianzas, fortalecer la sinodalidad y también la eclesialidad”.

Acaba de ser nombrado presidente de la Red Eclesial Panamazónica, de la REPAM, ¿qué supone eso para su vida?

Es un continuar el camino que ya iniciamos de este servicio eclesial. Para nosotros es una misión especial para trabajar en defensa de la vida en la Amazonía y de los derechos de los pueblos que en ella habitamos. Sabemos que es una responsabilidad grande el coordinar todo este trabajo, pero siempre se hace en equipo y esperamos que Dios nos dé su fuerza y su sabiduría para cumplir esta misión que nos han confiado.

Mons.-Cob-y-Patricia-Gualinga

La REPAM fue fundada hace casi 8 años, en septiembre de 2014, ¿qué ha supuesto la REPAM en la vida de la Amazonía en estos 8 años?

La REPAM nació en Brasilia en 2014, pero la semilla de esta red fue justamente aquí donde nosotros vivimos, que es en Puyo, en la Amazonía ecuatoriana. Eso también nos anima y nos ilusiona, el ver que una semilla ha seguido creciendo, ha dado sus frutos y que en estos 8 años podemos ver los frutos de este camino, que creo que ha sido un fortalecimiento muy grande en cuanto al trabajo que se hace en defensa de la vida de esta casa común que Dios nos ha regalado, como nos ha pedido el Papa Francisco desde la Laudato Si. Es tomar conciencia de que tenemos que ser corresponsables con este hogar, con esta casa común que es el Planeta Tierra.

La Amazonía es un referente mundial, con una importancia esencial en el equilibrio del clima planetario. Por eso los ojos están puestos en la Amazonía, a todo nivel, a nivel local, nacional, internacional, todos estamos preocupados de que verdaderamente haya un equilibrio en este Planeta Tierra. Igualmente, todos estamos preocupados para que este pulmón de la humanidad, que es la Amazonía, verdaderamente se la defienda y se la cuide, porque vemos como se va desmoronando a través de las amenazas que Laudato Si ya nos dice, como es la deforestación, el extractivismo sin control, la contaminación.

Todas estas amenazas están poniéndose de manifiesto y tenemos que saber defendernos de estas amenazas y a la vez frenar también el avance de todo este mundo que se mueve en contra de lo que es la ecología integral. La Iglesia ha tomado desde hace mucho tiempo esta participación y esta responsabilidad de cuidar la Creación que Dios nos ha dejado.

Ante este panorama que acaba de presentar, ¿cómo afrontar esta nueva etapa?

Serían cuatro puntos en esta nueva etapa de la REPAM. Lo primero es mantener y fortalecer esta identidad de red, de ir tejiendo juntos. No es una institución con estatutos que está sujeta, sino que tiene una gran libertad de movimiento, y que es articular en definitiva todos esos aportes que vienen de muchos lugares.

El segundo punto es ver que este trabajo, por ser de la Iglesia, es un trabajo con mística y espiritualidad, por ser llamados, como nos pide el Papa y en el Sínodo lo vimos, a una conversión integral, donde naturaleza y sociedad avanzamos juntos, sabiendo que desde la periferia iluminamos el centro. No solo lo que supone una Iglesia de una región, sino una Iglesia que se abre y que da luz a la Iglesia universal. El Sínodo amazónico ha sido ejemplo para esa sinodalidad que ahora queremos potenciar y vivir en la Iglesia. Para eso ha sido fundamental el trabajo que la REPAM realizó en ese Sínodo y sigue realizando.

El tercero es fortalecer la comunión. Hay cierta preocupación de que quizás las conferencias episcopales de los países amazónicos están todavía poco integradas en la problemática de la Amazonía. Debemos fortalecer y trabajar mucho más en esa comunión y preocupación de integrar también a todas las jurisdicciones eclesiásticas y también a las conferencias episcopales de los países amazónicos, lo que es un gran desafío que nos queda por hacer. Debemos hacer juntos algo que es para la Iglesia en general.

El cuarto punto sería fortalecer el trabajo de los núcleos en comunión con la nueva institución que surgió como fruto del Sínodo, que es la CEAMA. Como hacer ese camino de verdad, de fraternidad, de caminar juntos, porque tenemos ideales comunes, y eso exige de nosotros mucho discernimiento e igualmente la comunión mutua para que fortalezcamos la Iglesia en la Amazonía. Desde la CEAMA para una pastoral de conjunto, para esos nuevos caminos de evangelización en la Iglesia.

Mons. Rafael Cob

Aunque nació en España, la mayor parte de su vida como presbítero y toda su vida como obispo, ha sido en la Amazonía ecuatoriana. En todos estos años, ¿en qué ha cambiado la Amazonía y la Iglesia de la Amazonía para bien y para mal?

La Iglesia de la Amazonía ha ido despertando en cuanto a ese encarnarse y ese inculturizarse en la evangelización. Lentamente vamos comprendiendo que, para trabajar en la Amazonía, tenemos que ponernos en los zapatos de los que viven en la Amazonía, en su realidad concreta. Eso ha ido poco a poco cambiando, y los pueblos de la Amazonía han visto a la Iglesia, como ya lo dijeron también en el Sínodo, su amiga que los acompaña y han pedido que la Iglesia sea aliada en la defensa de sus derechos.

Este cambio, este pronunciamiento es muy importante a lo largo de este camino que hemos ido haciendo. En la Amazonía hemos visto la falta de control por parte de los gobiernos a la hora del cuidado de la Amazonía. No ha habido un control para poder defender esa flora, esa fauna, esa vida de la naturaleza, con sus derechos, como algunas constituciones lo tienen, como Ecuador.

En Sarayaku se ha celebrado una reunión importante respecto a esto, como la naturaleza es sujeta de derechos y como podemos hacer que se respeten esos derechos de la naturaleza. Esta conciencia se ha despertado también en la Amazonía y los pueblos van tomando conciencia de que hay que cuidarlo. Nos falta un gran desafío, que es seguir concientizando a la sociedad, a la gente y a los pueblos, de la gran riqueza y el gran tesoro que es la Amazonía.

Los informes que la REPAM acaba de realizar en una declaración conjunta con la OEA, que hacen después de presentar el Informe sobre los Derechos de los pueblos vulnerados en la Amazonía, es una muestra de este avance que el trabajo de la Iglesia y de la REPAM está haciendo. Esto va a ser para todos referente, los países deben tomar conciencia de que se necesita vivir en una armonía con la Creación, con la naturaleza. Si la humanidad no vive en esa armonía, nos vamos deshaciendo, perdiendo, no encontrando fuerzas ante las amenazas que tiene hoy nuestro mundo y nuestra sociedad. Se ha creado mucha conciencia en muchas organizaciones, que con los mismos ideales y objetivos de defender la Madre Tierra, están trabajando en ese camino.

Por otra parte, los pueblos indígenas son todavía muy vulnerados por el extractivismo sin control, por ese no respetar los derechos de los pueblos en sus territorios. Hay que seguir haciendo un gran trabajo en el territorio, y esto es lo importante. Yo ya llevo 31 años en la Amazonía ecuatoriana y me doy cuenta que al principio no había esa concientización de los mismos pueblos. Ahora es algo importante que se van uniendo en torno a los mismos ideales de defender sus territorios, de hacer que se respeten sus derechos.

En el último paro que tuvimos en Ecuador, estaba dentro de las exigencias y reclamos que pedían, y eso es muy importante, despertar la conciencia de los mismos pueblos originarios, y que la Iglesia pueda acompañar y defenderles cuando son vulnerados sus derechos.

Mons. Cob y el Cardenal Hummes

Está asumiendo un servicio que fue ocupado cuando fue fundada la REPAM por el cardenal Claudio Hummes, recientemente fallecido. ¿Qué supone su figura y qué enseñanzas descubre en él para llevar a cabo esta misión que la Iglesia le ha encomendado?

El cardenal Hummes es un referente para nosotros y un ejemplo a seguir, porque fue un personaje con una pasión por la Iglesia y por los pueblos originarios, por los pobres, y eso está muy latente y muy evidente en su vida. Un pastor apasionado en la defensa de los derechos de los pobres y de la Amazonía. Fue uno de los artífices, que participó también aquí en el Vicariato de Puyo en los momentos fundantes de la REPAM. El cardenal Hummes siempre será una luz para iluminar nuestro trabajo.

Después su constancia, fue un hombre que no tenía miedo a los desafíos, de las pruebas, de las dificultades que se iban presentando. Encontraba fuerzas para saber responder a los desafíos con gran decisión, con gran entereza, con constancia, siendo perseverante, seguir al lado de los pobres, andar en el territorio. Todas estas actitudes y hechos que tuvo el cardenal Hummes son verdaderamente ejemplares y nos ayudan a imitar.

El cardenal Hummes ha dejado una gran huella en la Iglesia amazónica y ha sido un hombre providencial dentro de la Iglesia y en esta renovación que la Iglesia ha emprendido con el Papa Francisco. Nunca agradeceremos lo suficiente el trabajo que el cardenal Hummes ha hecho por la Iglesia y por la Amazonía.

¿Cuáles son los próximos pasos a ser dados?

Lógicamente, continuar con el Plan Pastoral que hizo la REPAM, que va hasta 2024, tomando en cuenta todo ese discernimiento que hubo y las consideraciones que se hicieron en busca de continuar las orientaciones pastorales. Es importante, como nos dice el Papa, continuar con la escucha del grito de los pueblos y de la Tierra, y luchar por los derechos para promover la dignidad de los pueblos. Igualmente, la defensa de aquellos que son criminalizados ante los reclamos que los pueblos hacen.

Seguir tejiendo las redes y construir alianzas, fortalecer la sinodalidad y también la eclesialidad, que es otra orientación pastoral que se dio dentro de este discernimiento que hubo y que ayuda al Plan Pastoral, a cuidar la casa común y promover la justicia socioambiental y el buen vivir que es lo que ilumina como ejes importantes. Los derechos humanos siempre van a estar en el candelero del trabajo que la REPAM tiene. Es evidente que es una tarea siempre constante, porque siempre hay la lucha de hacer que se respeten los derechos humanos.

También la comunicación, los comunicadores están realizando y deben realizar una misión muy importante, más en este tiempo en que verdaderamente las redes sociales se mueven con tanta fuerza. Es importante ver que el eje de comunicación es algo destacado dentro de la REPAM. El cardenal Hummes decía mucho que no se trata ya de ser la voz de los que no tienen voz, sino que lo que hay que hacer es ser el micrófono, el altavoz de la voz que se escucha en los pueblos, que tienen voz, tienen su mensaje. Lo importante es que nosotros ayudemos a que ese mensaje sea también conocido. Lo que decía el Papa, la riqueza que los pueblos originarios tienen y que nosotros no conocemos, y que necesitamos igualmente para ver todo ese trabajo a nivel social y mundial que necesita hoy nuestra Iglesia y también nuestra sociedad.

Mons.-Cob-en-el-Sínodo

RD