Por: Aida García Naranjo Morales*
Las elecciones regionales y municipales de octubre 2018 nos han puesto a las mujeres peruanas en una de las estadísticas más regresivas en igualdad política. Estamos cada vez más ubicadas en la base de la pirámide de la participación política y no en el vértice del poder y decisión de esa representación. Hasta el momento, según información del JNE, 89 mujeres ocuparán una alcaldía en el período 2019 al 2022: 8 alcaldesas provinciales y 81 alcaldesas distritales.
Esta cifra nos acerca a las mujeres a un exiguo, mínimo, absolutamente sub representativo 4% de participación política en las alcaldías, teniendo en cuenta que se cubrirán 196 plazas de alcaldías provinciales y 1,874 plazas de alcaldías distritales.
¿Y cuál es el universo de mujeres en el país? Según cifras de los organismos electorales la población total de electoras peruanas es de 11’732,831, constituyéndonos en la primera mayoría nacional de votantes al ser 50.19%. De acuerdo al irregular censo del INEI 2017, las mujeres peruanas somos 14´931,123 (50.8%).
La brecha es gravísima: 4% de representación de un universo que suma poco más del 50%, o por lo menos el 50%.
No es exagerado, por ello, decir que al no haber un equilibro en la representación del poder en el país, las últimas elecciones han reforzado el poder patriarcal.
Ni cuota ni paridad horizontal
Estaba cantado y avizoraba que los resultados en cifras nos serian adversos a las mujeres dado que, según los datos del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) para el cargo de gobernador/a las candidatas eran 32 en un total de 368 candidaturas (8.7%); para las alcaldías provinciales postularon 181 mujeres de un total 1996 candidaturas (9.9%) y a nivel distrital las candidatas fueron 94 en un total de 11,470 postulaciones (8.2%). Esta pobre data de opciones ya expresaba una grave limitación de las mujeres para participar en igualdad de oportunidades.
Este es un problema central, que ya no puede dejar de atenderse. Las cuotas electorales no son exigibles para los altos cargos de poder decisorio y carácter ejecutivo. No hay cuota en el orden horizontal en las cabezas de listas. Es decir, no hay cuota horizontal.
Si hubiera paridad, esta figura se llamaría específicamente “paridad horizontal”. Pero, como se sabe, las mujeres estamos muy lejos de lograr paridad ni vertical ni horizontal.
La cuota, según la ley actual, es exigible únicamente para las consejerías, regidurías, etc. Es decir, cuota vertical. Con lo cual la oportunidad de participar para las mujeres se ubicó por debajo del 10% en los tres ámbitos (regional, provincial y distrital).
La participación política de las mujeres se ha dado a nivel de la base de la pirámide del poder, mas no en el vértice: en total postularon para ser consejeras, accesitarias, regidoras provinciales y distritales 44,915 candidatas, 39.5% del total de las candidaturas para estos cargos (JNE, 2018. Mujeres candidatas). Cifra sin precedentes en contiendas electorales previas.
Nuevamente y otra vez, lo que ha ocurrido es lo que popularmente se llama “sacada de vuelta”. Muchos partidos y organizaciones aplican la estrategia de “cumplir formalmente la ley” e incumplirla en la práctica y en su naturaleza. Saltaba a la vista en las listas cerradas y bloqueadas para consejerías y regidurías: las mujeres fueron ubicadas en los lugares más desfavorables, sin oportunidad de elección. En general, en el tercio inferior. Así se cumplía con la cuota de 30%, pero se burlaba su verdadero objetivo, que es ampliar la representación de las mujeres.
Tendencia regresiva
Los resultados muestran, evidentemente, una tendencia regresiva, dada la infra representación de las mujeres en los altos cargos de poder decisorio como gobernadoras y/o alcaldesas. La cuota de género del 30% muestra su agotamiento demandando un cambio de estrategia.
La Paridad se incluyó en la propuesta de Bicameralidad que el Poder Ejecutivo envió entre las cuatro propuestas de Reforma que envió al Legislativo y que se aprobaron hasta el último 4 de octubre. Pero al aprobar la Bicameralidad, quitaron la Paridad y su equilibrio de género en el CNM. Votaremos por el “NO” en la pregunta, sobre la Bicameralidad, por esta grave ausencia, no porque se haya cambiado la naturaleza original de la propuesta sino porque el tema de paridad y alternancia han sido excluidos de la propuesta (y también por el cambio hecho en el tema de la cuestión de confianza).
La regresión ha sido tal que ninguna mujer ha sido elegida para ocupar una presidencia regional ubicándonos por detrás de los periodos precedentes: en Arequipa hay hasta este año una gobernadora regional (4%) y hubo hasta cuatro mujeres en ese cargo (16%) según los resultados del 2002.
La infra representación de las mujeres es un problema porque es un indicador de la mala calidad de la democracia y de la falta de legitimidad de las instituciones políticas. (Bustelo y Lombardo 2006 p 124).
Tenemos que insistir en que en la reforma judicial y electoral que se someterá a Referéndum el 9 de diciembre incorpore: el criterio de paridad y alternancia en la aplicación de la dimensión de género para afirmar una democracia paritaria con un representación por mitades que refleje lo que ocurre, que somos la mitad de la población representada.
La reforma política sin paridad será un retroceso para la democracia. El Patriarcado le negó al país en estas elecciones una nueva oportunidad para fortalecer la democracia paritaria.
* Ex Ministra de la Mujer y Desarrollo Social
Magister en Políticas Públicas de Igualdad y Género. FLACSO Uruguay (México 2013-2015). Integrante del Consejo Consultivo de la Presidencia del Poder Judicial (2018)
Magister en Políticas Públicas de Igualdad y Género. FLACSO Uruguay (México 2013-2015). Integrante del Consejo Consultivo de la Presidencia del Poder Judicial (2018)
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