jueves, 25 de octubre de 2018

Alaska y referéndum: salmón versus petróleo y minería

Noticias Ambientales Internacionales




Alaska, el salmón frente al petróleo y la minería, a referéndum

Fecha de Publicación
: 25/10/2018
Fuente: Agencia EFE
País/Región: Alaska


Las elecciones de EE.UU. del próximo 6 de noviembre incluyen en Alaska una consulta popular que busca proteger de la actividad de las compañías mineras y petroleras a su icónico salmón, que para muchos locales más que un pez, es un estilo de vida.
La organización Apoyo al Salmón (Stand for Salmón), un grupo diverso de personas, empresas y organizaciones, lucha por sacar adelante la “Iniciativa 1”, dirigida a proteger el hábitat del salmón y limitar futuros megaproyectos que afecten el paso natural de esta especie.
La bahía de Bristol, con alguno de los mayores depósitos de cobre y oro sin desarrollar del mundo, es donde cerca de 40 millones de salmones inician su camino río arriba para desovar.

Pesca versus petróleo
Pero el sector pesquero de Alaska ya no es tan poderoso como antaño y la industria petrolera es ahora el motor de la economía local pero la situación puede empeorar, pues, según la organización “Sí al Salmón”, las corrientes de salmón no se recuperan y una vez que se desentierra un nido de salmón, este desaparece para siempre.
Cerca de la mitad del salmón rojo del mundo es producido en la bahía de Bristol, según la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. (EPA) y su pesca emplea a más de 32.000 habitantes de Alaska y genera 1,7 millones de euros al año.
La organización “Proteger al salmón” (Stand for Salmon), afirma que este recurso económico está en riesgo y las leyes de hace 60 años, destinadas a proteger el hábitat del salmón de Alaska para las generaciones futuras, se han vuelto obsoletas e ineficaces.
Mike Coumbe, director de la Fundación Conservar Alaska (AKConservation) , uno de los máximos defensores de esta medida, comentó a EFEverde que el salmón es la “llave” de la economía regional y de la “forma de vivir de los habitantes de Alaska“.
“Representa quienes somos y cómo vivimos”, dice Coumbe, que destacó que, por ello, no se puede poner aún más en riesgo un hábitat del salmón que sufre los efectos de tener “anticuadas y escasas leyes que no protegen adecuadamente a las comunidades que dependen de su sustento”.
Explica además que este pez es vital para las tribus indígenas, que suponen el 15 % de la población de Alaska, según datos del censo, así como para los pescadores de salmón o la pesca deportiva, “fuentes fundamentales” todas ellas de la economía estatal.

Apoya a Alaska 
La iniciativa, que llegó a la papeleta electoral después de que el grupo Apoyo al Salmón presentase 49.500 firmas, cuando apenas eran necesarias 32.127, pretende garantizar que las comunidades y economías rurales puedan crecer junto con las rutas saludables de salmón.
Pero enfrente tienen a gigantes petroleros como Exxon Mobil y compañías mineras como Coeur Alaska y Hecla, y cuando se trata de recaudar fondos para la campaña, hay un enorme desequilibrio.
La campaña a favor de la iniciativa ha recaudado cerca de un millón de dólares, mientras los opositores, como la organización “Apoya a Alaska” (Stand for Alaska), han logrado más de once, con importantes contribuciones de petroleras y mineras.
Kara Moriarty, presidenta y primera ejecutiva de la Asociación de Petróleo y Gas de Alaska (AOGA), explicó a EFEverde que “no hay un problema real con el hábitat del salmón” y que esta medida ofrece “argumentos muy pobres para defender su postura”.
“El impacto económico para la comunidad en la zona sería desastroso si esta medida se llevara a cabo. No sólo para las minas, compañías petroleras o futuros planes de desarrollo, sino que sería devastador para las pequeñas empresas“, alegó.
Moriarty recordó que la industria petrolera y gasista genera casi 2.000 millones de dólares al año (1,7 millones de euros) sólo en ingresos fiscales en Alaska.
Y la región necesita inversiones y trabajo, pues es una de las zonas con la mayor tasa de desempleo del país, con un estimado del 6,5 % en septiembre pasado, mientras el índice nacional es del 3,7 %.
Así que, en el referéndum de noviembre los alasqueños decidirán qué prima en el estado más salvaje y natural del país, si las perspectivas de bonanza económica o una posible amenaza a la futura presencia de un salmón que les conecta con la tierra y sus ancestros. 
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Posted: 24 Oct 2018 08:00 PM PDT


África se mantiene decidida rumbo a la COP24

Fecha de Publicación
: 25/10/2018
Fuente: IPS
País/Región: África 


El crecimiento de los movimientos nacionalistas de extrema derecha en Occidente amenaza el Acuerdo de París, alcanzado en diciembre de 2015, coincidieron expertos africanos, reunidos en la siete Conferencia sobre Cambio Climático y Desarrollo de África (CCDA-VII), realizada en esta capital de Kenia.
El acuerdo busca acelerar e intensificar las acciones y las inversiones para tener un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono, mediante la mitigación de gases contaminantes, la adaptación y la transferencia de tecnología y de fondos, entre otras medidas.
Mientras las partes se esfuerzan por terminar de definir las medidas necesarias para que comience a funcionar el Acuerdo de París, los expertos africanos encontraron la necesidad de presentar una voz única en lo que respecta a los cambios geopolíticos que ponen en riesgo las negociaciones climáticas.
“El crecimiento del movimiento nacionalista de extrema derecha encerrado en sí mismo y los negadores del cambio climático de Occidente es una señal del endurecimiento de las posiciones, lo que puede derivar en la falta de acciones de los mayores responsables de los problemas climáticos del mundo”, observó Mithika Mwenda, secretario general de la Alianza Panafricana de Justicia Climática (PACJA, en inglés).
Mwenda dijo que las organizaciones de la sociedad civil buscan la colaboración de gobiernos del continente y están listas a ofrecer su apoyo mientras África busca soluciones locales para mitigar el impacto del recalentamiento global.
“Nuestros gobernantes, que tienen la clave para implementar de forma eficiente el Acuerdo de París, deben permanecer sinceramente concentrados y resistir los intentos de dispersar la voz africana unificada para que África pierda su fuerte posición en el diseño del reglamento del acuerdo”, indicó Mwenda en diálogo con IPS.
La 24 Conferencia de las Partes (COP24) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se realizará en Katowice, Polonia, en diciembre de este año, deberá concluir la reglamentación operativa del acuerdo.
Pero al grupo africano le preocupa que haya un intento deliberado de los estados más industrializados de descarrilar el proceso, pues la operacionalización del acuerdo implica una obligación económica de su parte para apoyar la adaptación y la mitigación en los países en desarrollo.
Desde 2015, el mundo ha sido testigo de un cambio geopolítico, como el que llevó a la Presidencia de Estados Unidos a un escéptico en cuestiones climáticas como Donald Trump, así como a muchos movimientos nacionalistas de extrema derecha al gobierno en Europa.
“Dos grupos fuerte se unieron, la industria extractiva y los nacionalistas de extrema derecha”, puntualizó Martin Hultman, profesor adjunto de Ciencia, Tecnología y Estudios Ambientales de la Universidad Chalmers de Tecnología.
“La combinación llevó el debate actual a un nivel mucho más dramático que antes, al mismo tiempo que desaparece nuestra ventana de oportunidades”, acotó Hultman, investigador responsable de proyecto “¿Por qué no nos tomamos en serio el cambio climático? Un estudio de la negación del cambio climático”.
Por otro lado, Trump cumplió una promesa de campaña cuando escribió a la Secretaría de la CMNUCC para notificar del retiro de su país del tratado, socavando así la universalidad del Acuerdo de París y perjudicando la confianza de los estados en la cooperación climática.
En ese contexto, el debate en Nairobi giró en torno a cómo puede hacer el continente para aprovechar las soluciones locales y mantenerse unidos en medio de la cambiante dinámica política.
En su discurso de apertura, en nombre del presidente, Uhuru Kenyatta, el ministro de Ambiente y Silvicultura, Keriako Tobiko, dijo que el cambio climático era una cuestión de vida o muerte para África.
“Todos experimentamos las devastadoras consecuencias sin precedentes del cambio climático sobre la vida y el sustento de nuestros pueblos, así como sobre nuestras economías”, subrayó.
“África es el continente más vulnerable a pesar de solo contribuir a cuatro por ciento de las emisiones de gases invernadero, pero cuando vamos a defender nuestro caso hablamos en lenguas y nos volvemos sin acuerdo”, añadió Kenyatta.
Los ecosistemas compartidos que caracterizan a África hacen que sea fundamental tener una voz única para salvaguardar la base del desarrollo del continente y buscar soluciones transformadoras, apuntó.
La conferencia de Nairobi se realizó pocos días después de la divulgación del informe especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) dedicado al Recalentamiento Global de 1,5 grados centígrados, que alerta sobre una catástrofe si no se toman medidas inmediatas para frenar las emisiones de gases invernadero.
Sobre el informe del IPCC, Tobiko reiteró las resoluciones adoptadas por la primera Plataforma de Asociación Ambiental de África, mantenida el 20 de septiembre bajo los auspicios de la Nueva Alianza para el Desarrollo de África, el órgano técnico de la Unión Africana, que subraya la necesidad de convertir los desafíos ambientales en soluciones económicas a través de la innovación y las inversiones verdes.

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Posted: 24 Oct 2018 08:00 PM PDT



Muerte del último glaciar de España

Fecha de Publicación
: 25/10/2018
Fuente: El País 
País/Región: España


Cerca de la cumbre del Vignemale, una de las más altas de los Pirineos, hay unos enigmáticos boquetes en la roca abiertos con dinamita. Son la puerta a una época tan distinta de la actual que su historia parece mentira. En 1882 el conde Henry Russell tenía alquilada toda la montaña por el precio simbólico de un franco al año. Mandó que le construyeran siete cuevas desde las que contemplaba el atardecer en el glaciar de Ossoue y daba fiestas para sus amigos a más de 3.000 metros de altura. Los refugios se abrieron más o menos a ras de hielo para entrar caminando sin dificultades, pero cualquiera que lo intente hoy en día tendrá que trepar una pared de roca de varios metros. Es una de las pruebas más pintorescas de un fenómeno global: el retroceso de los glaciares de alta montaña.
De los Andes a los Alpes, del Himalaya a la Antártida, la inmensa mayoría de los glaciares de la Tierra se derriten a una velocidad sin precedentes desde que hay registros, un fenómeno relacionado con el cambio climático. El proceso es especialmente intenso en los Pirineos, donde el problema ya no es tanto el retroceso de los hielos, sino su extinción. Treinta y tres de los 52 glaciares que había en 1850 han desaparecido, la mayoría de ellos después de 1980. Desde la cima del Monte Perdido (3.335 metros) se divisa el cadáver más reciente: un precioso lago color turquesa que fue un pequeño glaciar hasta finales de los 90.
Ignacio López-Moreno es como un cirujano al que se le muere el paciente sin poder hacer nada para salvarlo. Hijo de un informático y un ama de casa, este geógrafo zaragozano es el único entre siete hermanos que se dedica a la ciencia. Desde 2011 su equipo del Instituto Pirenaico de Ecología (CSIC) analiza con un detalle sin precedentes el glaciar de Monte Perdido, el más grande del Pirineo español junto al de Maladeta, y sin duda el mejor estudiado (el tercer gran glaciar pirenaico es el de Ossue que enamoró al conde Russell). Ninguna otra alta cordillera española alberga ya glaciares. Estos son los últimos de España.
“Estos glaciares, los más meridionales de Europa, están en unas condiciones muy límite, y todo apunta a que serán los primeros en desaparecer”, explica López-Moreno. Estudiarlos es “muy importante para ver cómo se comportan en estas fases finales, hasta qué punto se acelera o se puede ralentizar, y es un ejemplo para muchas otras montañas que dentro de pocas décadas se van a enfrentar a esta situación”, resalta el investigador minutos antes de saltar a un helicóptero junto a otros científicos del IPE para realizar la campaña de este año, a la que ha asistido EL PAÍS. Llevará apenas unos minutos completar una ascensión de unas siete horas a pie, inhumana con los cientos de kilos de equipo y comida que hay que llevar al campamento.
Un glaciar es una masa de hielo que se mantiene a lo largo de todo el año y que está en continuo movimiento. El de Monte Perdido, con un kilómetro de largo y unos 500 de alto, avanza tres centímetros al día, el doble de rápido durante las horas de luz que por la noche. En las últimas décadas se ha separado en dos partes sin conexión, la superior y la inferior.
En los años 50, la zona alta del glaciar era casi plana, pero ahora tiene una pendiente cada vez más pronunciada que dificulta la acumulación de nieve, esencial para que el glaciar no pase la línea crítica en la que pierde más volumen por fusión durante primavera y verano que lo que gana en invierno. En 2011, emergió un farallón de roca caliza entre el hielo del glaciar inferior. Las piedras son como un radiador que alcanza los 15 grados al sol y aceleran la fusión del hielo. Otro enemigo es el polvo del Sáhara, que llega en grandes nubes arrastradas por el viento y tiñe la nieve de color marrón, lo que disminuye su reflectividad y aumenta la fusión. Todo esto se suma al principal enemigo de los glaciares pirenaicos, el aumento de la temperatura.
“La temperatura media ha subido 1,5 grados. Para mucha gente puede parecer poco, pero cuando se habla del cambio climático a escala planetaria el incremento ha sido de 0,7 grados, por lo que el Pirineo se está calentando al doble de velocidad que el conjunto del planeta”, señala López-Moreno.
Durante las campañas de seguimiento anual, la mejor parte de la jornada es la noche. El grupo de seis científicos se arremolina en torno a una mesa plegable donde se hace la cena en una cocina de gas. En el menú de este año: guindillas piparras salteadas y huevos fritos con torreznos. A unos 2.700 metros saben incluso mejor de lo que suena. Pero el trabajo de estos investigadores no es un camino de rosas. Cada año tienen que descolgarse por paredes de roca para reponer termómetros y estaciones meteorológicas aplastadas por la nieve, salvar fuertes desniveles con el equipo a la espalda, acampar en verano y primavera, cuando han llegado a estar a 17 bajo cero y con vientos de 100 kilómetros por hora que derribaban los muros de nieve que habían levantado para proteger la tienda de campaña. La mayoría de ellos son avezados montañeros y espeleólogos. Miguel Bartolomé, el hombre que cocina en las alturas, es el experto del IPE en cuevas heladas, donde también es patente el retroceso del hielo. El día después de regresar de Monte Perdido se fue a poner sensores térmicos en una cueva del sistema de fuentes de Escuaín (Huesca). Tardó 13 horas en recorrerla junto a miembros del Centro de Espeleología de Aragón, en colaboración con la federación aragonesa de Espeleología y el Parque Nacional de Ordesa.
La medida más detallada del retroceso del glaciar la aporta el escáner láser terrestre, una máquina que lanza más de un millón de puntos de luz al glaciar y construye un mapa topográfico con una resolución centimétrica. “Este es el glaciar del mundo que más se ha estudiado con esta tecnología”, explica Esteban Alonso-González, el miembro del equipo que se encarga del escaneo cada año. “Nosotros tenemos una serie ininterrumpida desde 2011, y con varias campañas también en primavera para medir también los máximos de acumulación de nieve”, detalla. Después de 2017, que fue el peor año de la serie, este ha habido muy poca pérdida o alguna ganancia, pero la tendencia general es de declive. Los datos muestran que el glaciar ha perdido de media cinco metros de grosor, aunque hay puntos en que son 14 metros menos. En general el Monte Perdido retrocede un metro al año. Esto se suma a las medidas anteriores usando otras técnicas, que muestran una pérdida global de unos 50 metros entre 1980 y 2010.
“Si asumimos que continúa pasando lo de los últimos años, en 20 o 30 una gran parte desaparecerá completamente. Solo sobrevivirá la zona de hielo vivo, más protegido y con más nieve en la parte alta, que podría perdurar alguna década más”, explica López-Moreno. Será una lenta agonía, pues se estima que en sus últimos años el retroceso del hielo se ralentizará.

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