Artículo escrito días antes de la beatificación de Monseñor Romero, que tuvo lugar en San Salvador, el 23 de mayo de 2015.
Por Attilio Hartmann* .- Con ocasión de las celebraciones de los 35 años de muerte de Monseñor Romero, el Vaticano anunció la beatificación del arzobispo de San Salvador, ceremonia que tendrá lugar en El Salvador, país al cual Monseñor Romero dedicó toda su vida. La celebración será presidida por el cardenal italiano Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos. En una nota que hizo pública la arquidiócesis de San Salvador, expresó su alegría por la beatificación. Dice: “Hoy, es tiempo de alegría y de fiesta. Es una inmensa alegría para nuestra Iglesia salvadoreña saber que estamos a las puertas de la beatificación del obispo que quiso permanecer con su pueblo, como buen pastor. La beatificación es un don extraordinario para toda la Iglesia, pero, de un modo especial, para todo el pueblo salvadoreño. Monseñor Romero, a partir del cielo, se convirtió en pastor bueno y santo que une a todo el pueblo de El Salvador”.
Romero fue el cuarto arzobispo de San Salvador, en El Salvador, América Central. Célebre por su predicación en defensa de los derechos humanos, él fue abatido con un tiro de fusil, disparado por un soldado del Ejército de El Salvador, en el momento de la elevación del cáliz, durante la Eucaristía, el 24 de marzo de 1980. Tenía 62 años. Hasta hoy, nadie ha sido detenido por el crimen. Romero puede ser considerado un mártir de los derechos humanos y de la opción preferencial por los pobres. En un sermón, él dijo claramente: “La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así ella encuentra su salvación”. La causa de su canonización fue abierta por su sucesor, Arturo de Rivera y Damas. En América Latina, muchos se refieren a él como San Romero de América. Fuera de la Iglesia católica, Romero es honrado por varias denominaciones cristianas. La Iglesia anglicana lo incluyó oficialmente entre sus santos. Romero es el único de los diez mártires del siglo XX, representados en la Abadía de Westminster, en Londres. El, Romero, fue candidato al Premio Nobel de la Paz en 1978.
A la época, El Salvador vivía un contexto de violenta guerra civil. Romero suportó muchas incomprensiones, también dentro de la Iglesia. Su voz, sus reivindicaciones y denuncias no quisieron ser escuchadas en el Vaticano. Hubo corrientes ideológicas y mala información sobre lo que ocurría en El Salvador. El simplismo conceptual y político redujo todo a la polarización Este-Oeste, entre el capitalismo y el comunismo, basado en la Doctrina de la Seguridad Nacional imperante.
En algún punto de la Plaza de San Pedro, en Roma, cayeron las lágrimas amargas de Óscar Romero, que salía abalado de la audiencia del día 11 de mayo de 1979, en la cual él tenía inútilmente intentado explicar a Joan Pablo II lo que estaba aconteciendo con su pueblo y qué había acontecido con él, en un recorrido dramático de conversión, sellado por el funeral de sus pobres y de sus padres.
En aquellos años, quien defendiera los derechos humanos y predicara la opción por los pobres era tajado de marxista y denunciado como comunista. Romero no era marxista, era sólo cristiano, un seguidor coherente del Evangelio de Jesús.
Un hombre de profunda fe, cómo podría quedar indiferente cuando unas 75.000 personas murieron durante la guerra civil de El Salvador, que comenzó en 1980 y terminó en 1992, con un acuerdo de paz mediado por las Naciones Unidas.
En 2010, el entonces presidente de El Salvador, Mauricio Funes, el primer líder de izquierda a ser elegido desde el fin de la guerra civil, emitió una petición de disculpas oficial por la muerte del arzobispo. Al descender un panel en homenaje a Romero en el aeropuerto internacional de El Salvador, él dijo, textualmente: "Estoy buscando un perdón en nombre del Estado. Mons. Romero fue una víctima de los escuadrones de la muerte de derecha que, desgraciadamente, actuaron bajo la protección, colaboración o participación de agentes estatales ".
* Comunicador y docente universitario; director de la Librería Reus
Artículo publicado en la revista digital Punto de Encuentro de SIGNIS ALC, el 21 de mayo de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario