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"Cuando alguien te dice que los hijos no van a suponer un peaje al romance en tu matrimonio, o es tonto, o es alguien que está desesperado por tener nietos"dice Betsy Kerekes, coautora del libro "101 Tips for a Happier Marriage". Lo cierto es que hay que hacer un gran esfuerzo para mantener viva la llama del amor cada que una pequeña voz interrumpe un beso o abrazo.
Cuando hay hijos pequeños, el tiempo de pareja se convierte en un "artículo de lujo". Sin embargo, es cuestión de voluntad, orden y esfuerzo. Los siguientes son los consejos de Betsy Kerekes para conseguir un feliz y romántico matrimonio, especialmente para los casados con hijos, así que toma nota:
1. Recuerda que el amor es una decisión, no un sentimiento
Es imposible mantener las mariposas en el estómago hacia tu esposo/a constantemente, especialmente cuando los niños pequeños te están pidiendo todo tu tiempo y tu energía. Sólo recuerda que tu relación con tu cónyuge va primero. Si quieres lo mejor para tus hijos, (¿quién no?), el éxito de tu matrimonio es primordial.
Una búsqueda en Google te permitirá hacerte una idea sobre la cantidad de estudios que existen sobre los efectos negativos sobre los niños de una ruptura matrimonial. Si quieres que tus hijos sean felices, mantén contento a tu cónyuge. Sean felices juntos.
2. No dejes que tus hijos lleven la batuta
Si tu devoción por tus hijos ha llegado a un punto en el que ellos te pasan por encima (Sé honesto/a, ¿haces cosas que pueden ir hacia esa dirección?) puede haber un cúmulo de tensión en tu casa. Quizás es tu cónyuge que no está de acuerdo con tus métodos de disciplina, o quizás tú mismo te das cuenta de que estás siendo gobernado por un niño de dos años de edad.
Cuando se trata de disciplina, es imperativo que ambos padres estén en la misma línea. Cuando hay brechas en los cimientos del castillo, el joven príncipe o la princesita los encontrarán y tomarán ventaja convirtiéndoos en los bufones de la corte.
3. Hay que estar "siempre" en comunicación
Ya se trate de discutir sobre los estilos de educación o sobre cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que pudiste compartir un momento íntimo, hay que ser abierto y honrado. “Comunicación es la clave”, puede ser un cliché, pero son palabras que hay que vivir. Si tienes algo que decirle a tu cónyuge, hazlo. No lo escondas, porque crece y se corrompe y puede provocar una explosión.
4. Cuando llegue el momento de hablar, hazlo de forma agradable
No hagas una lista de culpas y la eches de golpe sobre el otro. A nadie le gusta ser atacado. Esta es una razón más por la que hablar cuando algo no va bien. Y si es posible hacerlo de una manera adecuada. Esto hace que el golpe se minimice.
Por ejemplo: “Deberíamos esforzarnos más en dejar la cocina un poco más organizada”. Incluso si es de sobras conocido que la otra persona es un desastre en la cocina, el baño o donde sea, es mucho mejor decir esto que: “¡Tienes que arreglar este caos! Estoy cansado/a de ir detrás de ti ¡Eres un desastre!”. Así no va a terminar a bien de ninguna manera”.
5. Pon a tu cónyuge primero
A pesar de haber aprendido desde el jardín de infancia a compartir, seguimos siendo seres egoístas. Queremos lo que queremos cuando lo queremos. Tecnología y sociedad como conjunto no son de ayuda para romper esta costumbre, pero el funcionamiento feliz de la familia excluye totalmente el egoísmo.
Pregúntate siempre ¿qué es lo que a mi cónyuge le hace feliz? ¿qué le apetece comer? ¿qué película le apetecería ver? ¿o qué postre para compartir elegiría en un restaurante? Deja a tu cónyuge que elija. Tener a tu cónyuge feliz te hace a ti feliz. Deja que su felicidad te traiga felicidad.
6. Ten citas
Sólo porque estás casado/a y tienes hijos no significa que tu vida social se acabó. Necesitas pasar buenos ratos a solas con tu pareja, o salir con los amigos, pero especialmente a solas. Salir de casa muchas veces no es posible por el tema económico pero puedes crear una cita sin salir.
Nada de pasar tus noches en habitaciones separadas, cada uno en su ordenador o teléfonos, apaga todo menos la televisión. Disfruten de una buena película con palomitas o un buen vaso de vino. O juguen algún juego de mesa. Cada pareja tiene uno preferido. Queda para realizar esa actividad. Márcala en el calendario si es necesario.
7. Encuentra un momento de comunicación
Esto deberías hacerlo diariamente. Si es difícil hablar durante las comidas porque estás muy ocupado/a en reñir a Penélope para que se coma los guisantes o a Bobby para que no meta la cara en el plato, encuentra un rato de sofá donde los niños no estén alrededor. Siéntense juntos. Acurrucados. Que una parte de ti toque al otro. El contacto físico ayuda. Si, aunque estés enfadado/a, una parte de ti toca a tu cónyuge, ese contacto alivia la tensión y ayuda a asumir los problemas de una forma más tranquila, más calmada. Inténtalo.
8. Vayan a dormir a la misma hora
Esto proporciona otra oportunidad para la comunicación: verbal o física. Tú decides. Disfruta de la compañía del otro. Si normalmente te acuestas cuando ya estás tan cansado/a que no puedes hacer más y caes dormido/a apenas llegas a la cama, oblíguense a acostarse antes. Se necesita más tiempo de pareja.
9. Sé agradecido/a
Odio ser portadora de malas noticias pero no eres ni Superman ni la Mujer Maravilla. No puedes abarcarlo todo. Algunas veces necesitarás que tu cónyuge te ayude. Permite que tu cónyuge te ayude, pide ayuda, pero no la exijas. Pide con cortesía sin exigencias ni quejas. Y acepta con gratitud. Cuando la ayuda llega sin pedirla, sé agradecido/a y no te dé pena mostrar gratitud. Las palabras “gracias” y “te quiero” ayudan mucho, los besos más todavía.
10. Céntrate en las cosas positivas de tu vida
Probablemente tendrás que lavar el desastre luego pero ¿no fue adorable cuando tu bebé sopló la papilla encima de ti? No te ha dado tiempo a cambiarte y vas en pijama todo el día pero tu bebé ha aprendido a darse la vuelta. ¿Puedes recordar la última vez que te duchaste? Pero seguro que te acuerdas de su primera palabra o del primer paso.
No te quedes en lo negativo. Nadie te dijo que la vida sería sencilla. Hazlo lo mejor que puedas. Cada cosa se hará a su debido tiempo. Y recuerda, no siempre será así. Cada persona con canas que te encuentres te dirá: “los hijos crecen muy deprisa”. Disfruta de lo que tienes y filtra lo malo.
*Betsy Kerekes trabaja como editora en el Ruth Institute, es coautora junto a la Dr. Jennifer Roback Morse de "101 Tips for a Happier Marriage" (Ave Maria Press 2013, Publicaciones Paulinas India 2014) y participa en el blog Parentingisfunny.wordpress.com. Artículo publicado por Aleteia.org.
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