El desarrollo de cadenas productivas como en Colombia es una alternativa, donde no se impide la importación, pero compromete a la industria a comprar también la producción local.
(Agraria.pe) Una de las mayores demandas de los pequeños productores nacionales, especialmente de la costa norte, es la prohibición de la importación de arroz. El Gobierno contestó a través del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) elevando la sobretasa de importación de arroz de US$ 77 por tonelada a US$ 90 por tonelada desde el pasado 5 de julio.
“Los importadores peruanos tenía la opción de pagar el 15% del precio costo y flete (CIF) de importación en lugar de la sobretasa, pero ahora el gobierno peruano subió ese porcentaje a 20% extendiendo esta medida hasta fin de 2018”, señaló el diario El Observador de Uruguay, país donde la medida ha causado preocupación, ya que Perú es uno de sus principales destinos para la exportación del cereal.
“Lo que podemos hacer nosotros es negociar con la agroindustria y decir que van a tener menos aranceles pero tienen que comprarle al productor nacional; porque el problema es que ellos al final del día no encuentran quién les compre su producto. La agroindustria avícola y de arroz termina importando para no comprar producto nacional”, propone Eduardo Zegarra, investigador principal de Grade, como alternativa tanto para el sector de arroceros como de maiceros (el maíz es otro producto que Perú importa masivamente).
Zegarra refiere que hay experiencias de negociación en este sentido en Colombia, donde se han logrado acuerdos con la agroindustria, dejando de lado los extremismos ideológicos de libre mercado, pues lo único que se va a conseguir de persistir por la misma vía es encender protestas sociales ya que los productores nacionales sentirán que no son protegidos frente a los subsidios.
Aclara además que en el caso del arroz sí considera que la producción nacional puede competir con las importaciones, situación diferente al maíz amarillo que viene de Estados Unidos (país con el cual hay un TLC vigente), donde sí habría fuertes subsidios estatales que distorsionan las leyes de mercado y ocasionan depresión de precios.
El modelo colombiano, que busca un desarrollo de cadena productiva sería la mejor opción para buscar alternativas de solución a largo plazo, ya que engarzarían a los pequeños productores con la gran industria, abriéndoles incluso la posibilidad de migrar a otros cultivos de mayor ventaja económica. De esta manera, sostiene, otras regiones del país que están relegadas por sus características geográficas y de atraso estructural, como la selva, encontrarían mercado interno para colocar sus productos (como el arroz, que también se produce en la selva).
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