11:00 a m| 18 jul 18 (RD/EC/CEP).- Hace 50 años, entre agosto y septiembre de 1968 se celebró la segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano y Caribeño en Medellín (Colombia), conferencia que representó un antes y un después para la Iglesia del Continente.Algunos le llamaron el “paso” de Dios por estas tierras, un paso claro, contundente, una verdadera “irrupción” del Espíritu en esta realidad.
También como concreción del Concilio Vaticano II -Celebrado de 1962 a 1965- que había invitado a “leer los signos de los tiempos”, invitación que los obispos habían acogido dando como resultado las opciones emanadas de esa Conferencia que hoy vuelven a resonar fuerte con la orientación que Francisco le está dando a su Pontificado.
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En Medellín la Iglesia se sintió llamada a ser una Iglesia de los pobres (comentario)
El tema de esta conferencia deja ver los objetivos que perseguía: “La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio”. Como resultado se pueden señalar, entre otros, los siguientes aspectos: En primer lugar, una lectura de la realidad buscando comprometerse con su transformación. En Medellín lo consignado en la Constitución Gaudium et Spes (de Vaticano II) se hizo realidad. La iglesia latinoamericana miró la situación del continente y descubrió que Dios decía su palabra y pedía una respuesta.
Percibió la injusticia estructural que mantenía en la pobreza a las mayorías del Continente, una injusticia que “subía al cielo como un clamor” (semejante al clamor de los israelitas oprimidos por los egipcios, Ex 3, 7-8) y Dios interpelaba de nuevo (como a Moisés) a dar una respuesta por parte de los que dicen reunirse en su nombre.
En segundo lugar, si las palabras de Juan XXIII al inicio del Concilio sobre una “Iglesia de los pobres” no calaron demasiado, en Medellín la Iglesia se sintió llamada a ser una Iglesia de los pobres, capaz de sentir compasión por ellos y trabajar por su liberación. Las palabras de Pablo VI en la inauguración de la Conferencia marcaron ese camino al mostrar la necesidad de que la iglesia diera testimonio de la pobreza: “La indigencia de la Iglesia, con la decorosa sencillez de sus formas, es un testimonio de fidelidad evangélica; es la condición imprescindible para dar crédito a su propia misión”.
En tercer lugar, no faltó la persecución y el martirio porque esa manera de ser iglesia molestó a los poderosos, mostrando lo profundo de su compromiso evangélico. Fueron muchos los laicos/as, obispos y sacerdotes asesinados. No se niegan las posibles desviaciones pero, contando con la limitación humana de cualquier opción, la iglesia que surgió de Medellín fue mucho más cercana al evangelio de Jesús y por tanto más fiel a sus orígenes.
Pero lo más novedoso fue la vitalidad de ese modelo eclesial traducido en las CEBs (comunidades eclesiales de base) donde los laicos y laicas tomaban la palabra y se convertían en verdaderos protagonistas de una nueva manera de ser iglesia, verdadera comunidad, de la que surgían cantos, símbolos, oraciones, liturgias, arte y, sobre todo, mucha solidaridad de los pobres para con los pobres y acciones comprometidas para defender y mejorar las condiciones de vida de los más necesitados.
Obispos como Hélder Cámara, Enrique Angelelli, Sergio Méndez Arceo, Leonidas Proaño, Oscar Arnulfo Romero apoyaron este nuevo momento eclesial con sus homilías proféticas que les hicieron ganar la persecución e incluso la muerte.
Como memoria de la Conferencia de Medellín quedaron “Las Conclusiones” en dieciséis capítulos, divididos en tres secciones: (1) Promoción humana (Justicia, Paz, Familia y demografía, Educación, Juventud) (2) Evangelización y crecimiento de la fe (Pastoral popular, Pastoral de élites, Catequesis, Liturgia) (3) La iglesia visible y sus estructuras (Movimientos de laicos, Sacerdotes, Religiosos, Formación del clero, Pobreza de la Iglesia, Pastoral de conjunto, Medios de comunicación social).
Ahora bien, todo documento eclesial es la suma de muchos puntos de vista y por eso en sus páginas se encuentran diferentes perspectivas que, a veces, no confluyen en la misma dirección. Pero salvando esa realidad de todo trabajo grupal, se puede afirmar que en ese documento se manifestaban algunas líneas fundamentales -continuidad con Vaticano II- y, algunas especificidades, que afirmaron el espíritu latinoamericano que se fue consolidando en el continente tanto en el quehacer teológico como en la práctica pastoral.
Para destacar uno de los temas tratados en el documento, fijémonos en cómo la categoría “signos de los tiempos” fue asumida en el documento: “A la luz de la fe que profesamos como creyentes, hemos realizado un esfuerzo por descubrir el plan de Dios en los “signos de los tiempos”. Interpretamos que las aspiraciones y clamores de América Latina son signos que revelan la orientación del plan divino operante en el amor redentor de Cristo que funda aspiraciones en la conciencia de una solidaridad fraternal” (Mensaje a los pueblos de América Latina).
Se refiere también a esta categoría al tratar la realidad juvenil y como criterio de una evangelización que “no puede ser atemporal ni ahistórica”. Más aún, la considera “un lugar teológico” y una interpelación de Dios (Pastoral de élites, 13) y una pedagogía para los movimientos apostólicos en su proceso de liberación y humanización de la sociedad (Movimientos de laicos,13). Igualmente para responder a los problemas del ser humano de ese momento se invita a los sacerdotes a discernir los signos de los tiempos (Sacerdotes, 28) y que en la formación del seminario se aprenda a interpretarlos para crear actitudes y mentalidades pastorales adecuadas (Formación del clero, 26).
Este año se celebrarán varios eventos para esta conmemoración en la que se irán desarrollando todos los aspectos tratados en esa Conferencia. Conviene estar atentos y, en lo posible, participar de alguno de los que se realicen. Pero sobre todo volver a recrear ese momento histórico de “irrupción del Espíritu” manteniendo el discernimiento de este tiempo presente y preguntándonos cómo vivir la fe hoy en nuestro mundo actual con todos sus desafíos y posibilidades.
Dejémonos influir por los frutos de Medellín para que continuemos ese camino eclesial latinoamericano marcado por la centralidad de los pobres y una iglesia viva y comprometida con la transformación social (Texto de Consuelo Vélez, teóloga colombiana de la Pontificia Universidad Javeriana).
Las 3 líneas trazadas por Pablo VI en Medellín (historia)
El 24 de agosto de 1968 el papa Pablo VI inauguraba en Bogotá la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano que se clausuraría el 6 de septiembre y cuyas sesiones de trabajo se celebrarían en el Seminario de Medellín. En su apretura oficial Pablo VI trazaba “tres direcciones” para las tareas: espiritual, pastoral y social que hoy, medio siglo después, contienen muchas preguntas que siguen vigentes y que en varios casos se retoman en la encíclica Evangelii gaudium del Papa Francisco del que se espera un importante mensaje al celebrar los 50 años y cuyo papel fue decisivo -siendo cardenal- en la V Conferencia que presidiría Benedicto XVI en Aparecida (Brasil) (13-31 mayo 2007) en la que el entonces arzobispo de Buenos Aires cardenal Bergoglio tuvo un destacado papel. Resumimos a continuación esas tres líneas que proponía Pablo VI en la inauguración
Estas eran las 3 líneas: 1- Espiritual, señalando que no debemos dedicarnos al apostolado, si no sabemos corroborarlo con el ejemplo de las virtudes cristianas y sacerdotales. 2- Pastoral ya que la Iglesia institucional aparece hoy confrontada con otra llamada carismática, como si la primera fuese la de un cristianismo ya superada, mientras la otra, sería capaz de interpretar el cristianismo para responder a los problemas urgentes y reales de nuestro tiempo. 3- Social favoreciendo todo esfuerzo honesto para promover la renovación y la elevación de los pobres partiendo de la propia sencillez de la Iglesia en sus formas que es un testimonio de fidelidad evangélica como condición, alguna vez imprescindible, para dar crédito a su propia misión.
Las ponencias durante la II Conferencia de Medellín servirían de guía a las 16 comisiones y subcomisiones encargadas de elaborar las aplicaciones pastorales, cuya división y títulos corresponden fundamentalmente a las Conclusiones del Documento Final (click aquí para ver el listado de las ponencias de la Conferencia y el texto completo).
A 50 años de la conferencia que revolucionó a la Iglesia en Latinoamérica (reflexión)
El valor del documento de Medellín está en marcar el camino, no desde afuera, desde Roma, sino desde nuestro continente. Dio criterios para abordar los problemas, como el tener presente al conjunto de la población y no sólo a los que salen de la pobreza. Mostraba también un modo de ser Iglesia donde participaban todos, los obispos y los teólogos, los curas y los laicos. No se veía a la Iglesia como una pirámide, desde arriba, desde las autoridades, sino desde abajo, desde la gente sencilla y la más pobre (click aquí para leer el texto completo).
El CELAM prepara la celebración del 50º de Medellín
Para celebrar esos 50 años de la II Conferencia en Medellín, Colombia, el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) prepara un Congreso que se celebrará entre el 23 y el 26 de agosto de este año 2018 en el mismo lugar en donde se celebró la II Conferencia, para “conmemorar y proyectar el mensaje de Medellín como un mensaje clave de la Iglesia en el continente con diálogo en la Iglesia universal. Latinoamericana”. El Congreso impulsado por el CELAM cuenta también con el respaldo de la Confederación de Religiosos y religiosas, el Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Cáritas, SECLAC y con la propia Arquidiócesis de Medellín.
Anticipándose al 50º aniversario de Medellín, en octubre del año 2015 al celebrar el II Congreso Continental de Teología (Belo Horizonte, Brasil), teólogos y teólogas de diversos países latinoamericanos acordaron celebrar un Congreso académico internacional de teología con el título: “Medellín 50 años después: memoria y perspectivas de futuro”.
También la Red Amerindia y la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) de El Salvador celebrarán del 30 de agosto al 2 de septiembre de 2018 en la misma ciudad su III Congreso de Teología en torno al “patrimonio de Medellín” bajo el lema “Los clamores de los pobres y de la Tierra nos interpelan”. Los teólogos latinoamericanos buscan reafirmar la opción por los pobres y “por nuevos modelos de Iglesia más comunitaria, participativa y en salida en la línea del papa Francisco”.
En el Perú, a propósito del 50 aniversario, el Instituto Bartolomé de las Casas, el Centro de Estudios y Publicaciones y la PUCP, han organizado la presentación del libro “De Medellín a Aparecida. Artículos reunidos. A 50 años de la Conferencia episcopal latinoamericana de Medellín”, obra del P. Gustavo Gutiérrez, teólogo fundador de la Teología de la Liberación y especialista del movimiento teológico Latinoamericano.
Este volumen recoge ocho artículos del P. Gutiérrez dedicados a reflexionar sobre el alcance y las repercusiones de ese acontecimiento eclesial, a través de los cambios en la sociedad y en la Iglesia. El autor muestra cómo las líneas pastorales propuestas en Medellín han marcado profundamente las evoluciones posteriores. Para el evento, a realizarse el 25 de julio, se contará con la presencia del autor, y de otros especialistas (P. Juan Bytton SJ, Catalina Romero y Andrés Gallego). Aquí más información.
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Fuentes:
Religión Digital / El Clarín / Centro de Estudios y Publicaciones
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