miércoles, 3 de octubre de 2018

VELASCO: las máquinas que hacen máquinas

Por:   Gonzalo García Núñez
¿Qué industria tendría el Perú si hubiese mantenido el rumbo  hacia la  industrialización iniciado el tres de octubre de 1968 y después de cancelar el laudo de la Brea y Pariñas?
Sin duda y de acuerdo a las prioridades de la propuesta industrialista  de Velasco, ya existiría un eje petroquímico en el centro sur peruano. El gas de Camisea y de los otros pozos habría dado nacimiento a una potente red de acumulación productiva sustentada en la industria química básica, la química  del etano.  
Una suerte de gran Cachimayo cuzqueño, hecho de fertilizantes y explosivos. Que sería un exitoso conglomerado industrializador de la agricultura, recién liberada de sus relaciones feudales por la profunda reforma agraria y la ley de aguas dictadas por el gobierno del chino Velasco.  
El gas por reducción directa del hierro de Apurímac  habría valorizado los inmensos  yacimientos del mineral. 
De  Las  fábricas y acerías  el metal madre se habría convertido en arrabio, insumido y  exportado, luego, en acero en  láminas, barras, planchones, ítems fabricados con aceros especiales y en hornos electromagnéticos. Como en las SIDER del planeta.
Los insumos de acero valorizados por las fábricas situadas a lo largo de los ejes  costeños del sur y el norte habrían sido llevados  como productos al mercado internacional y a la demanda privada, incluyendo del fabricante de barcos como el SIMA. 
Los insumos de la petroquímica fina, los fertilizantes nitrogenados y fosfatados como los de Piura, la metalurgia física no ferrosa, junto con la siderurgia más moderna estarían produciendo los insumos para una poderosa industria de la mecánica de producción, la necesaria para las maestranzas y las maquinas herramientas, las maquinas que hacen maquinas. 
Una igualmente poderosa industria de ensamblaje de vehículos de transporte pesado, liviano y automotriz que estaría en funcionamiento, uniendo con ferrocarriles modernos, sistemas de metros y trenes públicos, barcos, autos y motocicletas, a la gente, a  los pueblos de la Nación peruana y de los países adyacentes.  
Por supuesto defendiendo nuestras fronteras, construyendo nuestros medios de defensa.
La minería alimentada por la modernización de los procesos de producción de  insumos industriales habría creado los circuitos productivos articulados, por ejemplo del mineral de cobre hacia los cables eléctricos, pero también los circuitos nuevos del ande viniendo de la explotación racional de sus  extraordinarios recursos geológicos, energéticos y mineros. 
La industrialización hacia los insumos y productos finales de la actividad minera tendría sentido entonces en la necesidad de darle el máximo valor agregado a nuestra paleta de metales y de nuestros recursos naturales, hidrobiológicos y energéticos en los corredores mineros y auríferos del sur y norte amazónico.  No tendríamos frio en los hogares del ande. El Estado hispano hablaría quechua y aimara.   
INDUPERU era la empresa encargada de formular los proyectos de inversión de iniciativas industrializadoras, creada por Velasco.  Junto con la Corporación Financiera del Estado COFIDE, las empresas nacionales e internacionales, publicas y privadas, mixtas y de cualquiera de las modalidades del pluralismo empresarial y financiero, INDUPERU tendría  una cartera extraordinariamente atractiva de proyectos para lograr retornos económicos y financieros que habrían dinamizado los proyectos incentivados para el mercado interior, descentralizando y balanceando- dentro de  una perspectiva integradora- a los mercados del exterior, desde adentro y hacia afuera, desde el Perú hacia Sudamérica y el Asia.  Para eso la CAN y la política exterior independiente.
En suma la prioridad a la industria productora de capital técnico y físico, la industria básica, la construcción, el cemento, los materiales de construcción, el papel, la metalurgia y la forestal, la eléctrica y la electrónica habría sido  la chispa industrializaste que pudo haber incendiado-como la CECA en la Unión Europea- la pradera de iniciativas dinámicas locales y regionales. Impulsando las productoras de bienes esenciales para el consumo privado y la exportación no tradicional de nuestros campos modernizados por las tecnologías del riego, empleos decentes y la producción de semillas especializadas. 
Esta dinámica habría creado también la respuesta al crecimiento de la infraestructura física, educativa, sanitaria y la edificación de las viviendas que requieren las mayorías poblacionales y sus familias. Como en la Europa Nórdica.  
Una burguesía modernizada y un proletariado especializado habrían izado el conflicto distributivo a la categoría de  normas arbitrales y  civilizadas propias a la negociación colectiva y de rama. Recordando que el salario llego a su punto más alto de la historia del proletariado peruano en 1974. 
El rumbo que abandono el Perú después de Velasco fue el  que asumió  Corea del Sur. Ella  nos inunda hoy con carros de sus fábricas.  Tailandia moderna. La China de jInping que nos compra minerales y nos devuelve los productos terminados de sus imbatibles talleres. O los celulares tel de los  herederos hacendosos de la indomable tradición independentista de la Republica socialista de Vietnam. Sociedades que se dieron como norte alcanzar la alta distinción de  homus Faber.  
Si Velasco hubiese podido continuar su tarea tal vez habrían prosperado las comunidades de trabajadores en las empresas industriales, pesqueras, mineras, telecomunicaciones coexistencia con sus azorados propietarios muchos de los  que miraban desconfiados la hora en que, creían, sería expropiado.

Lo que la comunidad era, en realidad, un ejercicio de la  participación y capacitación de los trabajadores  en las decisiones de producción y acumulación. Esto  sugería un horizonte compartido de la comunidad de productores en los beneficios de la actividad. 
Estas iniciativas eran experiencias  de innovadora participación obrera en las iniciativas económicas.  Estas se vinculaban a la promesa de las comunidades campesinas, las cooperativas agrarias, las empresas de propiedad social y otras que buscaron nuevas relaciones sociales de producción, en especial en el mundo rural, liquidados  como estuvieron  el gamonalismo y el esclavismo, la informalidad y otras formas  provenientes de la vieja herencia colonial. 
Así lo entendió Velasco en uno de sus mensajes a la Nación: “El desarrollo, entendido como proceso transformador y revolucionario, tiene un precio que debe ser pagado y que, en gran parte, consiste en la liquidación de todos los privilegios que los pocos tuvieron a expensas de los muchos. Bien poco valdría esta revolución si ella simplemente aspirara a modernizar el país, a introducir cambios secundarios en sus instituciones tradicionales”

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