10:00 a m| 13 feb 18 (ITESO).- Entrevista a Antonio Spadaro SJ, quien visitó el ITESO -Universidad Jesuita de Guadalajara que cumple 60 años-, para participar del VI Encuentro “El Humanismo y las Humanidades en la Tradición Educativa de la Compañía de Jesús”, disertando la conferencia de cierre: “Desafíos de la cultura digital para la educación humanista y universitaria”. Durante la charla, Spadaro señaló que el avance tecnológico ha hecho que “ahora recibamos respuestas incluso antes de hacer preguntas. Lo que hace falta hoy son las preguntas, no las respuestas”.
También señaló que uno de los grandes retos para quienes viven activamente las redes sociales es no encerrarse en burbujas donde solo se consumen contenidos y se interactúa con personas que piensan de manera similar a la propia; por el contrario, hay que “abrirse a una conversación amplia que nos permita pensar juntos, confrontarnos”.
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-En su conferencia señalaba que actualmente hay demasiadas respuestas, pero que hace falta hacer preguntas. ¿Cuáles serían esas preguntas?
Hoy, en general, el esfuerzo de los comunicadores es dar respuestas. Pero, para mí, el desafío está en saber quién recibe la información: quién lee los periódicos, quién ve la televisión, quién escucha la radio, quién está en las redes sociales, quién en Facebook, quién en Twitter. Todos tienen una respuesta, o la apariencia de una respuesta. El problema es que ahora sentimos que debemos tener la respuesta disponible de inmediato.
La cuestión importante es aprender a hacer preguntas, comprender cuáles son las preguntas importantes, significativas, y no simplemente recibir lo que escuchamos de la televisión o el periódico. En esto, el comunicador puede ayudar a ver la realidad desde un punto de vista diferente y comprender la complejidad de las cuestiones que se tratan. Entender esto nos ayuda a pensar cuáles pueden ser esas preguntas.
-¿Cómo hacerse escuchar en una era en la que todo el mundo quiere hablar, todo el mundo tiene una opinión?
Hoy la persona quiere hablar, quiere entrar en la discusión, participar en el debate. Esto es bueno, porque no es posible estar de manera pasiva: todos queremos dar nuestra opinión. El riesgo es cuando se quiere hablar sin saber, sin documentarse, emitiendo opiniones sólo desde la emoción y desde aquello que se tiene por verdadero. Es necesario comprender el gran esfuerzo de participación popular, pero debemos ser conscientes de que, antes de hablar, debemos escuchar, y ayudar a las personas a aprender a escuchar.
-Muchas veces las personas, cuando escuchan que un mensaje o quien lo emite se relacionan con la religión, dejan de escuchar. ¿Cómo enfrentar ese reto?
Creo que en este momento las personas están necesitadas de un significado, de escuchar cualquier cosa que le dé sentido a la vida. Pero si ponemos eso como un mensaje concluido, como una idea cerrada, la gente no escucha más. Por eso insisto en que lo importante son las preguntas. No afirmar tal cosa, decir tal cosa, sino darle las preguntas justas a la gente, cuestionarla sobre sus significados. Lo que yo veo en las redes sociales es que si yo posteo en Facebook una frase, la gente reacciona, pero si pongo una pregunta, la interacción es mucho mayor. Hay que ayudar a la gente a hacerse su propias preguntas, porque las preguntas inquietan, provocan, interpelan.
-¿Qué provecho ha sacado La Civiltà Cattolica de su presencia en el entorno digital?
La Civiltà Cattolica es una de las revistas más antiguas del mundo, fue fundada en 1850. Es una gran experiencia de comunicación. Para nosotros, el gran esfuerzo ahora consiste en tres cosas: primera, pedir colaboraciones a personas que vivan en todo el mundo, para tener una mirada amplia de la realidad sin limitarnos a un ámbito cultural o regional específicos. La segunda, buscamos publicar en más lenguas. Ahora La Civiltà Cattolica aparece en español, inglés, francés y coreano, además de italiano. Hemos conformado un directorio más amplio, de diversas culturas. La tercera es estar muy presentes en las plataformas digitales para escuchar las opiniones y las reflexiones que surgen en las redes y ponerlas a debate.
-Algo que ayuda a contrarrestar la idea de la burbuja que planteaba en su conferencia.
Sí, y permite que las personas se expresen sobre nuestros contenidos y nos permite conocer opiniones diversas.
-¿En qué consiste la ciberteología?
Es muy simple. El esfuerzo de la ciberteología se podría resumir con un silogismo: ¿qué cosa es la teología? La teología es el razonamiento de la fe, cómo pensar la fe. Por otra parte, Internet ha tenido un impacto sobre el modo de pensar, cambia las formas de pensar. Ahora bien, si Internet cambia las formas de pensar, y la teología es pensar la fe, la pregunta aquí es cómo Internet cambia mi modo de pensar la fe. Es una pregunta muy simple, fruto de un silogismo, pero es muy desafiante, porque Internet tiene un impacto global sobre los modos de investigar, sobre el modo de pensar, de reflexionar, de relacionarme con el otro, de vivir en comunidad. Y todo esto tiene un efecto, un impacto directo sobre la manera de pensar y vivir la fe. Es un campo muy amplio, muy abierto, en el que siempre la pregunta es cómo pensar la búsqueda de Dios en los tiempos de los motores de búsqueda, como Google.
-Usted es una persona cercana al papa Francisco. ¿Cómo le ha influido esa cercanía?
El papa Francisco es un papa jesuita y, por tanto, me siento muy cercano a su forma de vivir la fe en el carisma espiritual que lo acompaña en su ministerio. Siento que es una figura de gran inspiración en este momento histórico, quizás el único gran líder moral del mundo. Es una persona muy abierta a aprender y me impacta mucho su modo de relacionarse con las personas: es un gran “escuchador”. Aprendo mucho de él.
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