9:00 a m| 16 feb 18 (AMERICA/BV).- “Romper la complicidad silenciosa con el mal social del racismo que ha estropeado el pasado y continúa estropeando el presente”. Esta es la aspiración de la Iglesia de Estados Unidos. Así, al menos, lo considera el obispo de Youngstown (Ohio), George Murry, quien es responsable del “Comité Contra el Racismo” del Episcopado norteamericano (USCCB).
El comité se estableció en agosto del año pasado, tras las marchas y protestas con motivos raciales, en Charlottesville, Virginia, que dejaron muertos y heridos. Además, según anunció Murry esa consigna también será el pilar de una carta pastoral que se está preparando, y se buscará pasar de declaraciones a respuestas concretas desde la Iglesia.
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Si bien Murry cree que en los Estados Unidos se ha progresado en el tema del racismo, dijo que “los recientes acontecimientos en nuestro país han cuestionado exactamente cuán lejos hemos llegado”.
Hablando recientemente a más de 500 activistas sociales católicos reunidos en la capital de la nación para una conferencia de cuatro días -Encuentro del Ministerio Social Católico- Murry hizo una crónica de la evolución de la postura de la Iglesia sobre la esclavitud, señalando que anteriormente la Iglesia consideraba que existían “formas justas e injustas de esclavitud”.
Tales paradigmas dieron forma a la experiencia católica estadounidense, y como observó Murry, “la subordinación de los negros en Estados Unidos era simplemente una parte aceptada del paisaje social y cultural tanto para los católicos como para los no católicos”.
Mientras elogiaba al “remanente” de católicos que trabajó para mejorar la problemática racial en los EE.UU. -comentando que “habían muchos líderes católicos, incluidos obispos, sacerdotes, mujeres religiosas en pleno hábito y rectores universitarios que arriesgaron sus vidas para apoyar al causa de la justicia racial”- estos individuos “fueron la excepción a la regla”.
“A medida que la Iglesia mundial ha defendido la dignidad humana y la igualdad, ¿por qué parece que la Iglesia en Estados Unidos ha sido incapaz de tomar medidas decisivas e incapaz de enunciar principios claros con respecto al racismo?”, preguntó. Y es que puso de manifiesto que entre 1979 y 2004, solo un 18% de los obispos emitieron declaraciones condenando el racismo.
Murry dijo que el flagelo del racismo no ha sido simplemente una experiencia afroamericana, sino que también ha sido una realidad vivida por muchos hispanos, asiáticos, judíos e inmigrantes.
Criticó a los católicos por ser “observadores silenciosos” de esta realidad y dijo, “no podemos evitar preguntarnos por qué en los Estados Unidos ha habido tan poca conciencia social entre los católicos sobre el racismo”.
“La discusión sobre la igualdad debe ser mucho más profunda si queremos ser fieles a los principios sobre los que se fundó nuestro país y sobre los principios en los que se basa nuestra fe”, agregó. A pesar de esta desalentadora evaluación, Murry dijo que el comité ad hoc, que es la respuesta estructural más importante de la Conferencia episcopal norteamericana, tiene la intención de ser realmente incisiva e ir más allá de simplemente hablar.
“El objetivo de todo esto no será simplemente emitir declaraciones”, dijo Murry. “El objetivo será ayudarnos a todos a actuar juntos para que la Iglesia pueda estar en una posición de esfuerzo sostenido para erradicar este problema”.
Más adelante, el comité organizará una reunión ecuménica de líderes religiosos para discutir respuestas concretas al racismo. Esto será seguido por sesiones de escucha en todo el país, y luego una sistemática conversación nacional sobre el racismo en parroquias católicas, escuelas, instituciones de salud y proveedores de servicios sociales.
A finales de este año, se publicará una nueva carta pastoral sobre el racismo, que servirá como actualización de la carta de 1979, “Brothers and Sisters to Us”.
En una entrevista con Crux después de su discurso, Murry dijo que la nueva carta pastoral será breve, accesible, y discutirá “no solo las actitudes individuales del racismo… (sino también) algunos de los problemas sistémicos más amplios que a menudo no pensamos que resultan opresivos para las personas de color “.
El obispo David Talley de Alexandria, Louisiana, que también es miembro del comité ad hoc, le dijo a Crux que la nueva carta ofrecerá “continuidad” con la original, pero reflejará “un tiempo diferente y un contexto cultural distinto”.
Talley, un exbaptista sureño que abandonó la denominación durante su adolescencia por el tema de la segregación racial, dijo que está alentando a los católicos a no ser “abrumados por la naturaleza histórica de este asunto”.
Talley también comentó que sus muchos años como sacerdote y obispo en el sur le han dado verdadero aliento y confianza en la fe de los católicos para querer enfrentar el racismo. “Si bien puede haber una actitud despreocupada entre algunos… existe un auténtico deseo espiritual de hacer lo correcto”, dijo Talley.
Si bien el nuevo comité ad hoc proporcionará una estructura institucional, según Murry, gran parte del trabajo será de abajo hacia arriba, y tendrá lugar en las parroquias, las comunidades locales y sus respectivas instituciones.
Murry comentó que la semana pasada habló en una parroquia en Charlotte, Carolina del Norte y antes de su charla, estaba admirando un mural de Jesús llamando a Pedro y Andrés a ser discípulos cuando un feligrés se le acercó y le dijo “¿no es interesante que Jesús era judío y del Medio Oriente, pero parece que es alemán”.
El punto es que, observó Murry, para muchos católicos de color, el arte católico es estrictamente blanco. Él alentó una mayor “sensibilidad y conciencia” a esa realidad. “Cuando se elige poner una estatua de San Martín de Porres”, el patrón de la armonía racial, “y es una parroquia de blancos en los suburbios, están haciendo una declaración, y creo que es una declaración importante”, Murry le dijo a Crux.
Al concluir su charla, Murry alentó la audacia y el coraje, insistiendo en que los católicos deben “decir la verdad sobre el propio pasado pecaminoso”. “Si la raza en la imaginación católica es un ejemplo del amor de Cristo, se debe avanzar con la comprensión de que nadie puede entrar en plena comunión con el Señor si la relación de uno con el otro está marcada por la indiferencia u opresión”, concluyó.
“Cristo desea derribar los muros creados por los males del racismo”, dijo con una ovación de pie.
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Fuente:
America Magazine
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