Redacción ACI Prensa
En su catequesis de la Audiencia General de este miércoles 14 de febrero en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa Francisco animó a rezar con fe, pues “todo es posible para el que pide con fe”, e invitó a aquellos que no tienen una fe suficientemente fuerte a rezar con esta fórmula: “Creo, Señor. Pero aumenta mi poca fe”.
“Recordemos, de hecho, cuanto nos ha dicho el Señor Jesús: ‘Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y será concedido’”, subrayó.
El Santo Padre continuó con las catequesis sobre la Santa Misa. En esta ocasión, reflexionó sobre el Credo y la Oración de los fieles.
El Credo “manifiesta la respuesta común de la asamblea a todo lo que se ha escuchado de la Palabra de Dios. Existe un nexo vital entre la escucha y la fe. De hecho, ésta no nace de la fantasía de mentes humanas, sino que, como recuerda San Pablo, ‘viene de escuchar la Palabra de Cristo’. La fe se alimenta, por lo tanto, de la escucha, y conduce al Sacramento”.
“De esa manera, el rezo del Credo hace que la asamblea litúrgica vuelva a meditar y a profesar los grandes misterios de la fe antes de la celebración eucarística”.
Destacó el vínculo existente entre el Credo y la liturgia de la Palabra, y afirmó que “la escucha de las lecturas bíblicas, prolongadas en la homilía, responde al derecho espiritual del pueblo de Dios a recibir con abundancia”.
“Cuando la Palabra de Dios no se lee bien, no se predica con fervor por el diácono, el sacerdote o el Obispo, se les está privando a los fieles de un derecho, porque los fieles tienen derecho a recibir la Palabra de Dios”, advirtió.
El Credo “vincula la Eucaristía al Bautismo, recibido ‘en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’, y nos recuerda que los Sacramentos son comprensibles a la luz de la fe de la Iglesia: son ‘signos’ de la fe, la presuponen y la suscitan”.
En este sentido, “me agrada mencionar, el Credo, llamado ‘de los Apóstoles’, como el Símbolo bautismal de la Iglesia de Roma, fórmula que se puede adoptar en la Misa, especialmente en Cuaresma y en el Tiempo Pascual, en el lugar del Credo niceno-constantinopolitano. En la misma fe recibida por los Apóstoles se aplica la fe de cada bautizado, cuya unión a Cristo se actualiza en la celebración Eucarística”.
Tras reflexionar sobre el Credo, el Papa habló también sobre la Oración de los fieles: “La respuesta a la Palabra de Dios acogida con fe se expresa después en la súplica común denominada ‘Oración universal’, porque abraza las necesidades de la Iglesia y del mundo”.
“También se la denomina ‘Oración de los fieles’ –explicó–. De hecho, en los primeros siglos, después de la homilía, los catecúmenos abandonaban la iglesia, mientras los fieles, es decir, los bautizados, unían sus voces para suplicar juntos al Señor”.
El Papa también explicó que “los Padres del Concilio Vaticano II quisieron restaurar esta oración después del Evangelio y de la homilía, especialmente en el domingo y en las fiestas, con el objetivo de que con la participación del pueblo se haga la oración por la Santa Iglesia, por aquellos que nos gobiernan, por aquellos que se encuentran en necesidad, por todos los hombres y por la salvación de todo el mundo”.
“Tras las intenciones particulares, propuestas por un diácono o por un lector, la asamblea une su voz invocando: ‘Escúchanos, o Señor’, o con una súplica similar. Esta es la oración que los fieles elevan a Dios, confiando en que serán escuchados en las peticiones que presentan, por el bien de todos, según su voluntad”.
Por el contrario, “aquellas pretensiones que responden a la lógica mundana, no suben al Cielo, al igual que tampoco son acogidas las peticiones de auto-referencialidad”.
El Pontífice finalizó la catequesis recordando que “las intenciones por las cuales se invita al pueblo fiel a rezar deben dar voz a necesidades concretas de la comunidad eclesial y del mundo, evitando recurrir a fórmulas convencionales o miopes”.
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