Los otros muros |
Vivimos muy cerca, muy influenciados económica y culturalmente y, también, muy dependientes de los Estados Unidos; de lo que allá se piensa, decide y ejecuta. Nuestra economía mayoritariamente depende de lo que les exportamos y de las remesas que nos hacen llegar con puntualidad nuestros “compatriotas tepesianos”. Y, desde que D Trump asumió el poder su insistencia repetitiva y machacona es la de construir el muro para frenar la inmigración que para él es ilegal e inconstitucional. La “Tolerancia Cero” se está tomando al pie de la letra y se mantiene a como dé lugar aunque sea con familias unidas y no separadas.
Muestra de todo ello son los datos que diariamente recibimos: “en 50% incrementan hondureños retornados. Son 35,224 hondureños que han retornado al país entre enero y junio. Es decir, 11,741 más que lo que se registró en 2027, donde la cifra ascendió a 23,503”, es lo que nos dicen los periódicos. Y de México han retornado 35,224. Si a México se le quiere hacer pagar el costo de la construcción del muro para Honduras el problema que se plantea es cómo manejar la reinserción de las familias que están retornando. No sé sabe cuántos de manera forzada o voluntaria están regresando. Esto es a grandes rasgos la consecuencia directa de la “tolerancia cero” y del “muro trumpiano”.
Sin embargo, hay un segundo muro que nos viene por añadidura: se trata del “muro mexicano” hacia Centroamérica. Los datos son elocuentes y hablan por sí mismos: “Gobierno de Peña Nieto deporta más de 233,000 hondureños. Entre 2013 y 2018 ha enviado el 62% de los indocumentados, contra el 38% de Estados Unidos”. En cinco años y medio, México se ha convertido en el país que más hondureños ha deportado. Para ser objetivos tenemos que reconocer que ninguno de los candidatos presidenciales estaba de acuerdo en la construcción de un muro.
Por parte de nuestros hermanos migrantes la lucha contra el muro es permanente: “el muro de la frontera de Estados Unidos o medidas migratorias más drásticas en México que pudiera instaurar el nuevo presidente, no frenarán la migración de los hondureños que cada día intentan acariciar el sueño americano”. Al decir de nuestros hermanos la realidad es que: “yo intentaré llegar a Estados Unidos. Esta es la segunda vez que lo hago. No hay nada que nos detenga. En México no es fácil, uno debe evitar la migra, los narcos y los delincuentes que lo asaltan en el camino”.
Pero en la vida política también hay sorpresas que, en esta caso, vienen dadas por la victoria de Andrés Manuel López Obrador (= AMLO). También es sorpresa, más bien diríamos denuncia, que en solo cuatro horas dieran el conteo de los votos sobre una población de 126 millones mientras que para ocho millones de hondureños nos tardaramos un mes. Es un candidato anti-sistema que resultó ganador fundamentalmente por saber capitalizar “una violencia brutal y una corrupción rampante” en el país. “El nuevo proyecto de nación buscará establecer una auténtica democracia, no apostamos a construir una dictadura abierta ni encubierta”.
El nuevo gobierno mexicano busca distanciarse de la clase política que ha gobernado México durante casi un siglo. Será un gobernante austero: va a renuciar al avión presidencial y se reducirá el salario a la mitad. Su proyecto político equilibra tres cosas: la guerra contra el narco, la guerra contra la corrupción y la guerra contra el proyecto neoliberal”. También apuesta por un gobierno sin lujos ni privilegios reduciendo los sueldos de altos funcionarios públicos en un 50%”. Su lema es que “no podemos tener un gobierno rico con una país viviendo en la miseria”.
De todo este recorrido, ¿qué es lo que podemos concluir?. Hay muros que podemos destruir y otros que, por el momento, no depende de nosotros. Con el nuevo gobierno de AMLO hay posibilidades para que el muro mexicano-hondureño se vaya desmoronando, se haga humanitario y solidario. El de D Trump es más díficil de manejar y en buena parte su futuro a corto plazo no está en nuestras manos. Pero el muro más difícil de derribar es el muro de la corrupción, impunidad y desigualdad que ha creado el gobierno de JOH. ¿Cuándo dejará de vivir en la opulencia entre tantos pobres y pobreza y cuándo dejará de ser cómplice y encubrir una clase política e institucionalidad sumida en la corrupción y concentración de poder?.
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