Compartimos la carta del expresidente Alan García.
Excelentísimo Señor Presidente de la República Oriental de Uruguay
Don Tabaré Ramón Vásquez Rosas
Excelentísimo Señor Presidente:
Don Tabaré Ramón Vásquez Rosas
Excelentísimo Señor Presidente:
En
mi condición de Ex Presidente Constitucional de la República del Perú,
donde ejercí el honroso cargo de Jefe de Estado elegido por el pueblo en
dos ocasiones, recurro a Usted para solicitar asilo político en
Uruguay.
Hoy, una vez más, en mi patria, las leyes y
procedimientos se desnaturalizan y manipulan por intereses políticos
como instrumentos de persecución. Estallado el escándalo Odebrecht, como
en otros países, se iniciaron las investigaciones, y con ellas se
descubrieron y probaron grandes sobornos. Así, al Ex Presidente
Alejandro Toledo se le investigó y enjuició por haber exigido y recibido
veinte millones de dólares en la obra de la Carretera Interoceánica; al
Ex Presidente Ollanta Humala, se le investigó y detuvo por el hallazgo
de tres millones de dólares aportados en su campaña y confirmados en sus
agendas personales. Pero además, el descubrimiento de supuestos
servicios financieros prestados por Pedro Pablo Kuczynski a la empresa
Odebrecht para sus negocios en el Perú, al mismo tiempo que era Ministro
de Economía del gobierno de Toledo, y el cobro por ellos de cuatro
millones de dólares, originaron su vacancia presidencial en febrero de
este año 2018.
Toda la atención fue puesta en mí, a la espera de
que, las delaciones acordadas entre la empresa y la Fiscalía de la
Nación del Perú, arrojaran alguna prueba de pago o soborno. Pero por el
contrario, en todas sus declaraciones durante dos años y bajo juramento,
tanto Marcelo Odebrecht como sus más altos funcionarios, reiteraron:
“Jamás se habló con Alan Garcia de nada ilícito” y jamás mencionaron,
como en todos los otros casos, montos, números de cuentas, lugares o
conversaciones. Todo ello a pesar de las especulaciones gratuitas o
rumores que los adversarios y los agentes del gobierno difundieron. No
existe pues ni una sola declaración, delación o prueba de ilícito,
mencionados por ningún declarante peruano o brasilero. Más aún, el
Congreso aprobó por mayoría de 65 a 18, el 9 de Noviembre de este año,
un amplio informe de la Comisión multipartidaria Lava Jato, elaborado en
dos años, en el cual se precisa que “No existe ningún elemento,
delación o prueba que vincule a Alan García con los temas investigados”.
Sin
embargo, aunque el fondo y la conclusión son claros; en mi país, la
guerra por copar las instituciones y la Fiscalía de la Nación ha creado
un clima de indefensión jurídica, donde ni la verdad ni la ausencia de
pruebas valen ante el afán de usar los procedimiento investigatorios
extremando abusivamente sus ilícitas atribuciones. Hoy, y con propósito
político y persecutorio, se mezclan y confunden tipos penales para
extender los plazos. Una sospecha no comprobada sirve para iniciar un
procedimiento por enriquecimiento ilícito, luego se añade a este la
figura del Lavado de Activos para aumentar el plazo investigatorio de
ocho a doce meses, y finalmente se agrega la figura de la Organización
Criminal, para que ese plazo “investigatorio” llegue a ser de treinta y
seis meses ampliable a otros treinta y seis.
Y durante ese tiempo,
se aplica abusivamente la detención preventiva, con lo cual la libertad
como valor fundamental desaparece ante la arbitrariedad de fiscales
comisionados por el régimen, con el propósito de infamar y destruir a
los adversarios políticos del gobierno.
Desde que concluí mi
segunda presidencia he hecho frente a múltiples acusaciones y a todas he
respondido, asistiendo en cuarentaiocho ocasiones (48) a las fiscalías,
a los juzgados y al Congreso de la República. Ninguna condujo a
proceso, pues ninguna evidencia ni prueba se halló. Pero sirvieron para
la destrucción sistemática y periodística de mi imagen política.
Sin
embargo, producida la vacancia del Presidente Pedro Pablo Kuzcinsky,
por las razones antedichas, un nuevo tipo de política se ha instaurado.
Es la confrontación y el arrinconamiento de los otros poderes.
Aprovechando el antiparlamentarismo tradicional e histórico del pueblo
peruano se ha convocado a un referéndum para establecer la No Reelección
de los congresistas, como un recurso para fortalecer la pasajera
popularidad del presidente accesitario tras la vacancia. Además,
aprovechando las escuchas telefónicas practicadas contra algunos
magistrados (apenas al 0.1% del total de jueces y fiscales del Perú), se
inició la batalla por capturar la fiscalía de la Nación, en la que
había sido elegido el Fiscal Pedro Chavarry, con el propósito de
destituirlo y entregar la institución a fiscales dóciles al gobierno.
Por
primera vez en un régimen, en apariencia democrático, tanto el
Presidente accesitario como su Primer Ministro han reclamado
públicamente la destitución por el Congreso del Fiscal Chavarry. Y como
el congreso, de mayoría contraria, no accediera a tal exigencia, se optó
por usar los procedimientos penales acusando al partido Fujimorista de
haber recibido un millón de dólares como contribución a su campaña
electoral. Para ello, se aplicó la figura del Lavado de activos,
presumiendo que esa supuesta ayuda provenía de actividades ilícitas de
Odebrecht y que los beneficiarios lo sabian. Inmediatamente toda la
organización de ese partido se denunció como una Banda Criminal y se
aplicó indebidamente contra sus dirigentes la detención provisional “por
treinta y seis meses”, contra las opiniones y resoluciones de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y del propio Tribunal Constitucional
del Perú.
Más
grave es que, cuando ese partido solicitó al Premier Cesar Villanueva
una reunión con el Jefe del Estado, este respondió que, para conversar,
deberían primero, “destituir al Fiscal Chavarry”, en una pública y
escandalosa exigencia que comprueba el interés político del régimen por
cambiar de fiscal, para evitar, como se presume, su propia investigación
y enjuiciamiento por casos en los que, ex ministros del régimen
Kuczynski, como los actuales Presidente y Primer Ministro, estarían
comprometidos.
En esta situación, con el parlamento judicialmente
coaccionado, una Corte Suprema en la que renunció el Presidente y cinco
vocales son investigados; con un Consejo Nacional de la Magistratura
inexistente, una Fiscalía de la Nación acosada y en lucha con fiscales
inferiores “con intereses políticos coordinados con el gobierno” según
declaración del Fiscal de la Nación; la Justicia en el Perú vive una
situación anómala, y la situación jurídica de un dirigente político
opositor está gravemente amenazada. No hay fiscales ni jueces naturales o
imparciales.
Por ejemplo, uno de los casos por los que se me
“investiga” a pesar de haberse comprobado por su propia declaración, que
la empresa Odebrecht jamás me pago un centavo, es escandaloso. Una
persona, a la que jamás conocí, vendió una vivienda en un barrio
popular, recibió el pago, pero después, se negó a entregar el bien, y
además, denuncio al comprador por apropiación ilícita. Rechazadas cinco
primeras denuncias fiscales por no ser racionales, la misma persona
encontró como recurso presentar una sexta denuncia señalando que el
comprador es un “testaferro de Alan Garcia”. Por tal argumento esta
sexta denuncia si ha sido tramitada, iniciándose mi investigación por
“enriquecimiento ilícito y lavado de activos”. Esa, Señor Presidente, es
la situación que vivo, en un ambiente de persecución política.
Y
hace unos días se difundió la infamia de que una conferencia
internacional que ofrecí a la Federación Industrial de Sao Paulo, ya
como ex Presidente en el año 2,012, que fue contratada por una agencia
cuyos honorarios me fueron depositados en mi cuenta personal en Lima,
pagando de inmediato el 30% de impuestos por ella, provendría de los
fondos de Odebrecht que es solo una de las miles de asociadas de esa
Federación industrial. Sin embargo, con esa sola afirmación, en el mismo
día, se ha dictado contra mí una medida de impedimento de salida del
país, lo que comprueba el uso exagerado y político de los
procedimientos.
Señor Presidente: yo he sabido afrontar dentro de
las leyes todas las acusaciones o especulaciones y ya en una ocasión la
Corte Suprema del Perú, en última instancia, me exoneró de todas ellas
en enero de 1992 pero, destituida esa Corte por el Golpe de Estado de
ese año, y acosado por los golpistas fui protegido por Colombia, Patria
de las Leyes. Pero hoy, la situación es similar, como se ira conociendo
paulatinamente.
Por tal causa, como Presidente electo en dos ocasiones y defensor de las libertades democráticas, me dirijo a Usted para solicitar la protección de la República Oriental del Uruguay, hasta que cese el clima de persecución política existente en mi país.
Es gracia que espero alcanzar.
Muy respetuosamente.
Alan García
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