"El Papa Francisco es alguien que está preocupado por los pueblos originarios"
"Nosotros partimos de un rostro muy concreto, el rostro de los pueblos amazónicos"
(Luis Miguel Modino, corresponsal en Brasil).- Brasil es un país donde "la situación de los pueblos indígenas es lamentable", según Monseñor Roque Paloschi,
presidente del Consejo Indigenista Misionero - CIMI y miembro del
Consejo Presinodal del Sínodo de la Amazonía, donde el gobierno no
respeta de hecho lo que la propia Constitución de 1988 reconoce como
derechos de los pueblos originarios, negándoles los derechos
fundamentales y persiguiéndoles.
En esa situación, el Sínodo de la Amazonía puede ayudarnos,
según el arzobispo de Porto Velho, Rondonia, "a tener una conciencia más
regional de las alegrías, de las esperanzas, pero también de los
sufrimientos de los pueblos de esta región", donde la Iglesia debe
"crear una conciencia del cuidado de la creación y, sobre todo, del
compromiso con los hijos de esta tierra".
Por eso, debemos aprender con los pueblos indígenas. En ese sentido,
Monseñor Roque Paloschi insiste en dos campos, la relación armoniosa con
la creación y la sobriedad feliz. Junto con eso, el respeto por los más
frágiles, niños y ancianos. No podemos olvidar "que antes de evangelizar tú eres evangelizado",
como nos recuerda el Presidente del CIMI, por lo que "debemos reconocer
el mensaje de Dios presente en medio de los pueblos de esta región
amazónica", para lo que es necesario "un proceso de aprendizaje, de
valorización, de inculturación, de no quedarse sólo en el nuestro modo
de ver las cosas..., de desnudarnos un poco y aceptar también la
necesidad de percibir que la tradición de los pueblos indígenas puede
ayudarnos para una espiritualidad mucho más encarnada", según Monseñor
Paloschi.
El arzobispo de Porto Velho reconoce que existe "una actitud de
acogida y sobre todo de profunda sintonía" entre el Papa Francisco y los
pueblos amazónicos, que son el punto de partida de la reflexión del
Sínodo de la Amazonía, una actitud que se entronca con el Vaticano II y
que va a ayudar a "percibir los signos de la presencia de Dios en medio
de esos pueblos".
Usted forma parte del Consejo Pre-sinodal del Sínodo de la
Amazonia, ¿qué es lo que puede suponer ese sínodo para la Iglesia
universal y de la propia Amazonía?
En primer lugar, puede ayudarnos a tener una conciencia más regional
de las alegrías, de las esperanzas, pero también de los sufrimientos de
los pueblos de esta región Pan-amazónica, una región bonita,
encantadora, pero que ha sido destruida de manera violenta. La Iglesia
puede ayudar a crear una conciencia del cuidado de la creación y, sobre
todo, del compromiso con los hijos de esta tierra.
En segundo lugar, la Iglesia también puede decir a otras partes del
mundo, a través del Sínodo, que es posible mirar de manera más
particular determinadas situaciones que se viven en regiones del mundo,
lo que pide a la Iglesia una mirada más amorosa, una mirada más
misericordiosa, más cercanía, de ternura con las personas, con la
creación y con los sueños de los pueblos de aquí.
¿Cuál es hoy la situación de los pueblos indígenas en Brasil?
La situación de los pueblos indígenas es lamentable, porque no sólo
están rodeados por el agro-negocio, por grandes proyectos de
infraestructura, carreteras, hidrovías, represas, hidroeléctricas, como
que están rodeados por tantos proyectos de ley que no hacen viable la
perspectiva de concretar los artículos 231 y 232 de la Constitución de
1988. La situación de los pueblos indígenas es desesperante en la medida
en que crece de manera sistemática una reacción del poder legislativo,
del poder ejecutivo, del desmonte, por ejemplo, de los órganos que
tendrían la misión de concretar los derechos de los pueblos originarios,
y también el propio poder judicial con esa gran lucha que estamos
teniendo en la cuestión del marco temporal, que es una cuestión muy
complicada.
La cuestión del estatuto del indio, que no va hacia adelante, ni
hacia atrás, y todo eso, va creando una situación de descrédito y
desesperanza, pero los pueblos indígenas tienen esa conciencia que ya
proclamaron en el año 2000. Sus movilizaciones a nivel nacional, que de
modo especial tienen mucha incidencia en Brasilia, en los órganos del
gobierno, han ayudado a mantener vivo el sueño de un camino que ellos
quieren recorrer y tienen el derecho de hacerlo, pero desafortunadamente
la sociedad brasileña les impide hacer ese camino.
¿Podemos decir que la sociedad y el gobierno brasileño persiguen a la población indígena?
Se puede decir tranquilamente, porque cuando se niegan los derechos
fundamentales, cuando se alimenta el odio a través de los medios de
comunicación, es una persecución. Cuando se intentan crear todas las
barreras para que los pueblos indígenas no realicen su proyecto, no son
respetados, no son consultados, lo que va creando barreras, impidiendo a
los pueblos indígenas el poder realizar ese sueño que el estado
brasileño quiso con la Constitución de 1988, alimentar su derecho de
autodeterminación y también de educación diferenciada, salud, y así
sucesivamente. El reconocimiento que sus tierras son de ellos, que
necesitan ser respetadas, no invadidas, divididas y contaminadas por las
minas legales e ilegales, por los grandes proyectos, por el agro-tóxico
de sus tierras que son arrendadas contra la propia constitución.
¿Qué es lo que la sociedad brasileña podría aprender de los pueblos indígenas?
La Laudato Si nos da una sugerencia muy importante, primero esa
relación armoniosa con la creación, según el camino de una sobriedad
feliz. Nosotros vivimos movidos a producir, producir, consumir, consumir
y vamos a llenar todo de basura. Las comunidades indígenas pueden
ayudarnos a ello, sobre todo a una vida de una profunda armonía entre
todas las edades. En una comunidad indígena no se ve a un niño
abandonado, no se ve tampoco a ancianos rechazados, tienen todo un
camino mucho más de armonía, de respeto y de compromiso con ellos.
¿Cómo el Consejo Indigenista Misionero está haciendo ese
trabajo de apoyo, de acompañamiento y de escucha de los pueblos
indígenas?
En cada regional se están dando pasos. En la asamblea del CIMI
Rondônia se oyó a los pueblos indígenas, a partir de los textos del
Sínodo y luego se van dando pasos también en la perspectiva de las
propias comunidades, lo que nosotros diríamos hoy en las aldeas, donde
también se va a tener esa oportunidad, con la perspectiva de que
realmente ellos sean los protagonistas de ese Sínodo. Los pobres de esta
tierra necesitan ser oídos.
Escuchar es la actitud fundamental que el Papa Francisco está
proponiendo para el Sínodo de la Amazonia. ¿Hasta qué punto esto puede
cambiar la forma de la Iglesia, más acostumbrada a enseñar, a decir, a
hablar que a escuchar?
Este es el dilema, porque nosotros tenemos esa conciencia, que es un
camino de dos direcciones. En la práctica nos falta esa capacidad, esa
humildad de percibir que las visiones del otro pueden ayudarnos. Creo
que es un aprendizaje que vamos a tener que hacer, seamos los obispos,
sea la Iglesia como un todo, los sacerdotes, los religiosos, las
religiosas, tenemos que hacerlo.
Pero eso es un proceso que los documentos de la Iglesia muestran, que
antes de evangelizar tú eres evangelizado. Y eso, tal vez, tenemos que
empezar a vivirlo de manera más eficaz, sabiendo del mensaje de Dios
presente en medio de los pueblos de esta región amazónica, sean los
pueblos originarios, sea también los pueblos quilombolas (descendientes
de esclavos), las comunidades ribereñas, las comunidades del bosque .
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