sábado, 2 de diciembre de 2017

Colombia: “La Comisión de la Verdad no es contra nadie”

8:00 p m| 1 dic 17 (ET/EE/BV).- Así declaró el padre jesuita Francisco De Roux, después de la primera reunión de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición en Colombia. Semanas atrás De Roux fue designado como presidente de la comisión que se ocupará de explicar las razones por las que Colombia se sumió durante más de medio siglo en un conflicto armado que ha dejado miles de víctimas, y evitar que hechos similares se repitan, recurriendo al diálogo y la reconciliación. En el mismo ámbito, Radio Vaticano entrevistó a Mons. Fabio Henao, quien fue elegido miembro del Consejo Nacional de Paz, para la Reconciliación y Convivencia, instancia de consulta del Gobierno colombiano para la política de paz y reconciliación.

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“No seremos jueces, seremos trabajadores por la verdad”
Sorprendido y emocionado se vio el padre jesuita Francisco De Roux cuando fue designado como presidente de la Comisión de la Verdad. De Roux afirma no recibir este encargo como una dignidad, sino como un servicio muy difícil y riesgoso en el que procurará, junto con los demás miembros, ser lo mas acertados posibles y contribuir de la mejor manera a la construcción de la paz.
“Sé que me voy a equivocar, quizás demasiado, sé que es muy imposible acertar en todo. Esta es una obligación muy seria”, señaló en diálogo con COLPRENSA.
-¿Cómo recibió la designación del Comité de Escogencia para que usted sea el presidente de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la no Repetición (CEV)?
Quiero expresar mi agradecimiento con la Comisión que me dio este gesto de confianza. Es una satisfacción, porque del grupo de personas escogidas cualquiera podría obtener la presidencia y ellos decidieron que sea yo quien asuma esa responsabilidad.
-¿Qué pueden esperar los colombianos de esta comisión de la verdad?
Yo estoy convencido de que la comisión tiene que recoger la verdad de lo que ha pasado en el país.
-¿Para qué sirve una Comisión de la Verdad?
Le respondo de la siguiente manera: esta no es una Comisión de la verdad para incentivar odios, ni para profundizar venganzas, ni para señalar culpables. La Comisión no está para eso.
-Pero muchas personas sí creen que de acá deben salir por lo menos insumos para juicios y condenas…
No, la comisión está para invitarnos a una comprensión colectiva de qué fue lo que realmente nos pasó y por qué llegamos a la barbarie en que se vio metido el país. Además, es importante que entendamos la manera cómo juntos podemos, en un escenario de reconciliación, buscar una salida colectiva y seria, donde la verdad sea verdad, y se consideren con seriedad los argumentos y las responsabilidades de unos y otros.
-¿Qué decirles a las víctimas que son quienes finalmente esperan justicia?
Los juicios jurídicos los hará la Justicia Especial para la Paz (JEP). Esta Comisión no es para eso, nosotros no somos jueces, somos trabajadores por la verdad.
-¿Por ser una comisión cuyos resultados no tienen alcances judiciales, cree que esto abre puertas a sectores civiles y que las empresas se motiven a participar?
Espero que la Comisión tenga la capacidad y la grandeza para ofrecer un contenedor, donde quienes se sientan responsables se expresen con toda tranquilidad, con libertad, sean acogidos con respeto. eso sí con toda franqueza y verdad, claro de una manera constructiva. Ojalá seamos capaces de construirla.
-¿La comisión está pensada para delitos de la Farc exclusivamente, o incluye el paramilitarismo, ELN…?
La comisión está pensada para la totalidad del conflicto en Colombia. Vamos a mirar todo lo que ha pasado en más de 50 años de dolorosa guerra, en todos los lados y desde todos los ángulos que podamos.
-¿Cree que iniciar labores en plena campaña política, puede afectar en algo el nombre de la Comisión?
Me imagino que vamos a quedar en el ojo del huracán, pero no me preocupa, inevitablemente la campaña política es así. Ahora hay que entender que el país está viviendo un trauma social y cultural muy profundo que nos polariza, pero es claro que la comisión debe trabajar en el país real.
-¿Cuándo inician las labores de la Comisión?
Perdóneme, pero la verdad su pregunta me desborda, pues me acabo de informar que fui escogido como presidente, sé quienes la integran, porque he ido escuchando.
-Hay mucho resentimiento en todos, por todo, ¿no?
Sí. Una cosa es clara, y es que el país está lleno de dolor, de mucha rabia y de mucha indignación, así que es normal todo eso en un momento político tan complicado.

Sobre los militares (El Tiempo)
-¿Hablará con Acore (Asociación de Oficiales Retirados de las Fuerzas Militares), que dice no confiar en los elegidos ‘porque han pertenecido a organizaciones detractoras del Ejército y de la Policía’?
Iré a buscar a Acore y a los altos mandos militares para conversar con ellos. Espero de ellos la disposición para conversar y que se puedan expresar con toda franqueza. Ojalá se manifieste con rigor la verdad de todas las partes y se logre dar explicaciones.
-¿Cómo se imagina el trabajo de la Comisión para romper las divisiones?
Hay que escuchar a todas las víctimas. A los soldados sin piernas; a las mamás de los militares que se perdieron en la selva, que quedaron en manos de la guerrilla y nunca se los encontró; a los hombres del Ejército que pasaron diez años en una cárcel en la selva; a las familias que fueron masacradas por paramilitares, a la gente que fue extorsionada, a la que sufrió por ‘falsos positivos’ del Ejército.
-¿Y piensa que eso puede acabar con el largo ciclo de desconfianza?
Hoy (este jueves) estaba hablando en la Escuela Superior de Guerra y un militar me dijo: “Es que ustedes son de la teología de la liberación y usted ha escrito y se ha pronunciado contra los militares”. Yo le dije, delante de 400 militares: “Hasta donde tengo conciencia, jamás he escrito o me he pronunciado en contra de los militares de Colombia”. Yo respeto mucho el trabajo de los defensores de derechos humanos, pero nunca he hecho el papel de denuncia porque siento que lo mío es trabajar por la reconciliación. ¡Claro que tengo posiciones! Y creo que el país tiene que hacer cambios estructurales.
-¿Quiénes, según usted, están hoy más heridos: los militares, las Farc, las víctimas?
Me parece muy difícil generalizar, porque encuentro militares que comparten las cosas que yo digo, y a otros radicales, que están en contra del proceso de paz y de la reconciliación. Encuentro empresarios totalmente jugados por la paz, y a otros radicales, o veo víctimas que sufrieron cosas horribles, como Pastora Mira, de San Carlos, que están absolutamente con la reconciliación y no guardan ningún rencor, y a otras que no perdonan.
-¿Qué espera de los militares escépticos, que al fin de cuentas deben hacer parte del relato de la Comisión de la Verdad?
Primero que todo, espero que se sientan escuchados. Y segundo, que si no pueden llegar a confiar en lo que nosotros produciremos, por lo menos que se sientan respetados.
-¿Pero tiene la esperanza de convencerlos?
Tengo la esperanza de hacerles sentir que, cuando los veo en esas posiciones tan duras frente al proceso de paz, no creo que sean malos ni perversos, sino que piensan que es lo mejor para Colombia. Yo respeto eso, pero quisiera que entendieran que lo que yo hago también lo hago porque creo que es lo mejor para este país. Yo no tengo un juicio moral sobre ellos. Quiero mantener eso como un punto básico para poder conversar.

Empieza la Comisión de la Verdad (reflexión del padre De Roux)
Esta es mi última columna. En adelante escribiré como presidente de la comisión. Mientras emprendemos esta tarea difícil en equipo, me he hecho estas reflexiones preliminares. Se trata de la verdad de todas las víctimas, a partir del dolor general, porque no hay colombiano que no haya sufrido en sí mismo o en su familia, amistades, organizaciones, el golpe de la violencia. No es una comisión contra nadie. Es contra la mentira.
Veo dos grandes desafíos. El encuentro en las regiones con las víctimas de todos los lados en un proceso de acogida, reconocimiento y esclarecimiento de lo ocurrido, con el propósito de generar una comprensión colectiva de lo que nos pasó y avanzar hacia la reconciliación.
Y un documento final, dentro de tres años, que presente la verdad compleja y las responsabilidades morales y recomendaciones. No para acrecentar odios y rupturas, sino para convocarnos a una tarea ética y social colectiva desde nuestras diferencias.
Entre tanto, conviene mantener el juicio en suspenso e informar continuamente sobre el proceso participativo para poder decir al final: estos casos fueron así, y lo afirmamos con certeza; en estos otros establecemos lo que parece más probable; en aquellos otros, discutibles, hay varias interpretaciones serias posibles, y escogemos una por las razones que presentamos, etcétera.
El objetivo de la comisión es la verdad humana, no la jurídica, que define culpables y da sentencia con “el debido proceso”, muchas veces lejano de la realidad y construido técnicamente por jueces y abogados. La comisión no tiene abogados para defender o acusar, ni jueces para condenar.
Se parte de los hechos y prácticas duras recogidas de asambleas y personas con respeto, compasión, recopilación y verificación. Estos testimonios brutales no son el resultado, son datos desde los cuales se plantean las preguntas por la verdad: ¿quiénes son las víctimas, y de ellas las más frágiles?, ¿qué fue la totalidad de lo ocurrido?, ¿por qué motivos?, ¿quiénes son los victimarios y qué provecho buscaban y para quién?, ¿qué temores e imaginarios los movían?, ¿qué historia regional hay detrás?, ¿qué contexto nacional y estructural propició lo ocurrido?, etc.
Y se parte también de la información que tienen universidades, entidades del Estado, centros de investigación y derechos humanos, organizaciones de víctimas, mujeres, indígenas y afros, las ONG, los gremios, el equipo de Memoria Histórica, y de todo el acopio directo en las regiones.
Si se logran respuestas que satisfagan todas las preguntas que surgen de los datos aportados con la mayor participación posible, vamos a afirmar la respuesta como verdad. No la verdad de la comisión, sino la que emerge de esta participación centrada en las víctimas. De lo contrario no seríamos honestos. No importa que la evidencia contradiga lo que esperábamos. Esa verdad es la explicación que satisface todos los interrogantes que levantan el hecho brutal y su contexto, y vamos a protegerla aunque sea insoportable. A sabiendas de que en el futuro pueden aparecer otros datos y otras preguntas que exigen volver a revisar el proceso.
Obtenido el juicio racional cierto o probable o hipotético, vamos a pasar al juicio moral a fin de que podamos avanzar hacia la aceptación responsable, por supuesto, de actores específicos, pero también de todos como sociedad, y hacia la no repetición y la reconciliación. Siempre conscientes de que la verdad total no la poseemos, que siempre estamos en búsqueda, pero que podemos llegar a juicios de hecho y a decisiones que nos lleven a comprender lo que nos pasó y nos pongan en el camino responsable de reconstruir este país entre todos a partir de las víctimas, en compasión, reparación y justicia, sin miedo, como nos invitó a hacerlo el papa Francisco.

Se realizó la primera reunión de la Comisión
Después de que concluyera este primer encuentro, el padre Francisco de Roux se refirió a la polémica que ha surgido por las críticas, sobre todo de sectores como el uribismo, a esta comisión. Al respecto, de Roux dijo que esta “no es una comisión contra nadie, es por las víctimas. Es una comisión que quiere, a través de las heridas, alcanzar una movilización hacia la compasión, que fue lo que nos aconteció en el país: por qué nos vimos metidos con tantos sufrimientos y cómo podemos salir juntos”.
También reafirmó el carácter extrajudicial de la comisión, y aseguró que busca “la verdad humana, no la verdad jurídica, que está a cargo de la JEP. Trabajamos en una totalidad de la justicia transicional”. Sobre ese primer encuentro, expresó que “es un grupo excelente, absolutamente abierto a la totalidad del deber del país. No es un grupo contra nadie y está muy decidido a poner la vida para que podamos darle un sentido muy profundo a las tareas que tenemos por delante”.
En el encuentro también los comisionados Alejandra Miller, Alejandro Valencia, Alfredo Molano, Lucía González, María Ángela Salazar, Marta Cecilia Ruiz, el mayor Carlos Guillermo Ospina y Saúl Alfonso Franco. La comisión, que tendrá una duración de tres años más seis meses previos de preparación, tiene como objetivos el esclarecimiento de lo ocurrido, el reconocimiento de las víctimas y la promoción de la convivencia en los territorios.
Buscará, además, esclarecer las prácticas que constituyen graves violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario; las responsabilidades colectivas por estas prácticas y hechos; el impacto humano y social del conflicto en la sociedad y en las diferentes poblaciones, así como el impacto del conflicto en el ejercicio de la política y en el funcionamiento de la democracia; el contexto histórico, los orígenes y múltiples causas del conflicto armado, y los factores y condiciones que facilitaron o contribuyeron a la persistencia del conflicto.

Mons. Henao: reconstruyamos la sociedad sobre la base de la reconciliación
El Consejo Nacional de Paz de Colombia tiene varias tareas. Recientemente el consejo fue reformado, y la reforma se hizo buscando adaptarlo a las decisiones tomadas en el acuerdo en el fin del conflicto con las FARC.
En ese sentido, se convirtió en el Consejo Nacional de Paz, Reconciliación y Convivencia, y tiene que ayudar al Estado a desarrollar la política pública de reconciliación y convivencia. Una de las tareas, tal vez la más importante de todas, es comprometerse con esa política pública, que será una decisión del Estado colombiano como tal -no del gobierno sino del Estado colombiano- para que en el futuro haya un clima de reconciliación en el país.
Dentro de esa tarea hay tareas muy importantes anexas. Una tiene que ver con la pedagogía de la paz, es la pedagogía de dar a conocer los acuerdos, difundirlos de manera adecuada y para ello hay una subcomisión que trabajará en niveles regionales, para que la gente tenga mayor conocimiento de los contenidos de los acuerdos.
Por otra parte hay una Comisión de Paz territorial, que tendrá que revisar muy detenidamente el impacto en los territorios de los procesos y sobre todo los mecanismos que han sido creados para garantizar el cumplimiento de los acuerdos, y también hay alguna comisión que está encargada de la parte que tiene que ver con lo legislativo mismo.
El Consejo tiene múltiples tareas y están representados así los distintos sectores y organizaciones de la sociedad colombiana: es un organismo pluralista y complejo.
¿Cómo se piensa cumplir estas labores? Radio Vaticano se lo preguntó a monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria, Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social Cáritas Colombiana y recientemente nombrado integrante del Comité Nacional de Paz.
-Se ha cumplido el primer mes de trabajo conjunto de veeduría y verificación del cese al fuego bilateral entre el Gobierno de Colombia y el ELN, por parte de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia y la Conferencia Episcopal del país. ¿Cuál es el punto de la situación?
En la mesa de negociaciones que se desarrolló en Quito con el ELN, se tomó la decisión de tener un mecanismo de verificación y monitoreo, en donde la verificación las hacen las Naciones Unidas, porque es un trabajo muy técnico, sobre violaciones al fuego y hechos que puedan desestabilizar el proceso, mientras que a la Conferencia episcopal se le dio la tarea de hacer el monitoreo y el acompañamiento desde las comunidades, a ese proceso.
Para ello se han creado en 20 diócesis del país, comités especiales, que son los que hacen el seguimiento a la implementación de estas medidas y al desarrollo del cese al fuego. Esos comités están presididos por el obispo diocesano y se componen por un grupo de personas, sacerdotes y laicos, que tienen conocimiento, que están comprometidas y que puedan también visitar las comunidades.
Con ello se trata de fortalecer el papel de las comunidades dentro del proceso y garantizar que ellas van a tener una posibilidad de que sus reclamos y aspiraciones lleguen a Naciones Unidas, y de allí pasen a la mesa de negociación de Quito. Es una tarea novedosa la que se le dado a la Conferencia Episcopal, la cual hasta ahora se está desarrollando.
En general el cese al fuego ha funcionado bastante bien. Tenemos dificultades en el departamento del Chocó, que queda en la costa pacífica colombiana, en donde hubo un asesinato de un líder indígena muy importante y reconocido, y de otra persona. Entonces, en este momento lo que se impone es avanzar en estas conversaciones para asegurar que estos hechos no se repitan más.
El ELN reconoció su responsabilidad y se están afinando las conversaciones también entre miembros de la Conferencia Episcopal, donde hay un consejo especial que hace seguimiento a este deber y los miembros de la guerrilla.
-Los Obispos católicos de Colombia se reunieron en una Asamblea Plenaria Extraordinaria para profundizar en el mensaje de fe y esperanza que llevó el Obispo de Roma a su país. “No nos podemos quedar parados”: así se tituló el mensaje de la CEC al pueblo de Dios al concluir la Plenaria. ¿Cuán importante es promover la cultura de la paz con obras e iniciativas concretas para llevar adelante este proceso de paz?
La Asamblea del Episcopado realmente es un momento muy importante para profundizar en los mensajes que el Papa nos dejó. Es decir, para profundizar en toda la enseñanza muy rica que el Santo Padre nos dejó en temas tan cruciales como la reconciliación, las causas de la violencia de Colombia, para avanzar hacia un país reconciliado y en paz, con justicia social.
Al final de la Asamblea hubo un comunicado de los obispos en donde llamaron la atención sobre los puntos más sensibles que tenemos hoy en la sociedad colombiana, muchos de ellos relacionados con las violencias que tenemos actualmente, que vienen de distintos grupos ilegales, pero también problemas muy graves como la corrupción, que tiene enormes desafíos.
Ha sido una asamblea muy rica en las posiciones, también han lanzado llamados a la sociedad colombiana para que seamos capaces de llevar a la práctica lo que el Papa nos ha dejado, y así realmente reconstruir la sociedad sobre la base de los principios de la reconciliación, recordando que ella está fundamentada en la verdad, la misericordia y la justicia, los grandes pilares de este gran proceso de reconciliación.

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Fuentes:
El Tiempo / El Espectador / El Colombiano

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