miércoles, 24 de enero de 2018

Frei Betto: "La Iglesia brasileña es tímida, perdió el profetismo de décadas pasadas"

"TENEMOS UN GOBIERNO GOLPISTA, COMANDADO POR EL PRESIDENTE TEMER"

"Francisco no es el Papa de muchos obispos brasileños, que le toleran pero no le apoyan"


(Luis Miguel Modino, Brasil).- Brasil pasa por un momento de extrema importancia histórica. La situación socio-política es cada vez más preocupante, a lo que une el juicio en segunda instancia que mañana va a tener lugar en Porto Alegre contra el ex-presidente Lula, y que ha dividido claramente al país entre acusadores y defensores.
Dentro de esa coyuntura, Frei Betto, una de las voces más autorizadas en Brasil en lo que hace referencia al análisis socio-político, hace un juicio de valor en esta entrevista sobre el momento por el que el país pasa, mostrando cómo puede ser resuelta esta situación.
Dentro del periodo actual, el fraile dominico define la postura de la Iglesia católica como tímida, poco profética, trayendo a la memoria la figura de obispos que se comprometieron con los más pobres, llegando a afirmar que existe una distancia entre el Papa Francisco y el episcopado brasileño, que "le tolera pero no le apoya".
En el contexto del 14º Intereclesial de las comunidades eclesiales de base, que hoy se inicia en Londrina, analiza el papel de las CEBs, a las que concede una gran importancia en la vida del país en las décadas de setenta y ochenta, y como ellas pueden ser un instrumento que ayude a retomar muchos de los aspectos que siempre estuvieron presentes en la sociedad y la Iglesia de Brasil.
¿Cómo ve la actual situación socio-política de Brasil?
Brasil vive una crisis política, institucional muy fuerte desde que fue dado el golpe parlamentario destituyendo a la presidente Dilma Rousseff, golpe que completa una estrategia de la Casa Blanca para destituir en América Latina a los presidentes progresistas. Comenzó por Honduras, después por Paraguay y ahora Brasil, y con eso tenemos un gobierno golpista, comandado por el presidente Temer, que no consigue llegar al 5% de aprobación por parte de la opinión pública y un gran momento de espera porque están queriendo criminalizar la figura del exponente máximo de la base popular brasileña, que es el ex-presidente Lula, cuyo juicio en segunda instancia será mañana en Porto Alegre.
Vamos a ver el resultado. De cualquier forma creo que él no será impedido de ser candidato a presidente. La superación de esa crisis va a depender, de un lado de las elecciones de este año, que serán a final e año, elecciones presidenciales, para gobernadores y también para el Congreso Nacional, y de otro lado, tenemos un escenario muy curioso, que es la inercia del pueblo.
Muchos me dicen, principalmente amigos extranjeros, ¿por qué no ocurren aquí manifestaciones como aquella que hubo recientemente en Argentina? Por la misma razón que debería haber en Brasil contra la Reforma de la Previdencia Social, ¿por qué no ocurren manifestaciones para deponer al presidente Temer, por que no ocurren manifestaciones expresivas?
Porque, infelizmente, durante los trece años del gobierno del PT, Partido de los Trabajadores, no se trabajó la politización del pueblo brasileño, no se hizo lo que yo llamo alfabetización política. Y con eso, tenemos hoy una nación de consumistas e no de protagonistas políticos.
¿Qué debería ser hecho desde los movimientos sociales, desde los partidos políticos, para recuperar esa dimensión política en la sociedad?
Necesitamos en primer lugar, fortalecer los movimientos sociales, eso es lo más importante. Ellos son el pueblo más importante de toda la cadena de movilización social, mucho más que los partidos. El problema es que, una vez en el gobierno, el PT cortó a algunos movimientos sociales importantes, como a CUT, Central Única de Trabajadores, y la Unión Nacional de los Estudiantes, que se convirtieron mucho más presencia del gobierno en la base que, lo que debería ser siempre, representantes de la base al lado del gobierno.
Con eso, hoy tenemos movimientos sociales muy fragilizados, aunque algunos tengan expresión nacional y capacidad de movilización, y yo resalto dos, el MST, que es el Movimiento Sin Tierra, y el MTST, que es el Movimiento Sin Techo. Esos dos movimientos son los exponentes de la movilización popular en el país. Pero deberíamos tener mucho más, pues Brasil tiene una red enorme de movimientos sociales, movimientos negros, movimientos de mujeres, movimientos de lucha por derechos, agua, pasarela, carreteras, cisternas, toda una infinidad de movimientos sociales, pero esos fueron fragilizados por falta de un trabajo, a medio plazo, de alfabetización política, y hoy, si se pregunta, cuál es nuestra tarea prioritaria, la respuesta es esa, priorizar, invertir, fortalecer los movimientos sociales.
Usted ha hablado del Movimiento Sin Techo. ¿Es cierto el rumor que corre que  oulos, el líder de ese movimiento, podría ser un futuro candidato a la Presidencia de Brasil?
Parece que hay una tentativa para que él sea candidato a presidente por el PSOL, Partido Socialista y Libertad, que es un partido de izquierda, y en el segundo turno apoyaría a Lula. Él há hablado mucho con Lula y Lula con él, los dos están juntos. Porque Guilherme, como candidato a Presidente va a conseguir sumar un sector de la izquierda que hoy no está dispuesto a votar a Lula, debido a las alianzas que Lula hizo en el pasado y todavía insiste en hacer en el futuro, con Renan Calheiros, con José Sarney, etcétera, que son caciques corruptos de la política brasileña.
La Iglesia, ante esa situación política, a través de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, CNBB, ya ha emitido algunas notas. ¿Piensa que es suficiente, que la Iglesia brasileña debería ser más profética?
La Iglesia brasileña fue muy profética durante los años de la dictadura militar y la democratización, a partir de 1985 hasta la década de noventa. A partir de ahí, con el pontificado de Juan Pablo II y Benedicto XVI, ese profetismo desapareció prácticamente, y todavía no se recuperó de nuevo. Tenemos una Iglesia tímida, que hace documentos tímidos, algunos hasta críticos con el gobierno Temer, como aquel que fue emitido contra la reforma laboral, pero no tenemos más exponentes proféticos como Don Pedro Casaldáliga, Don Helder Cámara, Don Paulo Evaristo Arns, Don Fragoso, Do Luiz Fernandes, obispos que realmente expresaron en público el amor a aquellos que son, em consecuencia de la desigualdad social y de la exclusión, sin voz.
¿Porque esa timidez cuando vemos que el Papa Francisco está siendo alguien que se toma postura contra un sistema que él define como un sistema que mata?
Porque infelizmente, el Papa Francisco no es el Papa de muchos obispos brasileños, ellos le toleran, pero no le apoyan. Piensan que el Papa Francisco es demasiado avanzado. Entonces, por eso, no manifiestan ese apoyo que me gustaría que la CNBB manifestase siempre.
El Papa Francisco ya promovió tres encuentros de líderes mundiales de movimientos sociales, tres. Brasil, seguramente, es uno de los países del mundo con mayor número de movimientos sociales. La CNBB ya debería haber hecho por lo menos uno. Todavía es una conferencia episcopal tremendamente clericalizada, donde los laicos casi no tienen ningún espacio. Eso realmente muestra la falta de nuestro profetismo.
La Iglesia de Brasil promueve en este año el Año del Laicado. Desde ese punto de vista, ¿el Año del Laicado es algo que se queda dentro de la Iglesia o que tiene una implicación hacia fuera?
No, no, para dentro de la Iglesia. No es un año en que se tenga, por ejemplo. una Iglesia que se manifiesta a favor de los laicos, de católicos que participan de la vida nacional u que deberían tener todo el respaldo explícito de la Iglesia. La Iglesia ni siquiera respalda a padres y religiosas que están en línea de frente. No da suficiente apoyo a aquellos que están más implicados en los movimientos sociales.
La CNBB, por ejemplo, debería haber hecho una misa en el asentamiento del MTST en São Bernardo do Campo, donde hay ocho mil personas alojadas debajo de tiendas de campaña. No lo hizo, debería haber aprovechado la Navidad para hacer una gran celebración allí, pero los pastores evangélicos fueron. Esa es a contradicción que vivimos.
Estamos participando del 14º Intereclesial de las Comunidades Eclesiales de Base. La Iglesia de base, ¿cómo podría ayudar a que los cambios que el Papa Francisco intenta proponer, tanto en la Iglesia como en la sociedad, se hagan realidad, al menos en esa Iglesia de comunidades, de base?
Las comunidades de base tienen que crecer y eso tiene que ser una iniciativa de los laicos. Aunque haya muchos padres y algunos obispos que apoyan, no vamos a esperar que ellos tomen la iniciativa solos. Es necesario que los laicos incrementen esa red de comunidades, extremamente vital durante la década de 1970 y 80 en Brasil, contribuyendo a derribar la dictadura, contribuyendo a la formación del PT, la CUT, el MST.
Lula varias veces ha repetido que las CEBs tuvieron más importancia en la capilaridad nacional del PT que el movimiento sindical, o que el movimiento social.
¿Podríamos decir que con el tiempo las CEBs se convirtieron en algo más intraeclesial?
No, las CEBs no se convirtieron, las CEBs perdieron el apoyo en los dos pontificados conservadores, de Juan Pablo II y Benedicto XVI, y con eso los obispos recularon en el apoyo. Y como la Iglesia tiene una estructura vertical, autocrática, eso tuvo reflejo en las CEBs. Inclusive ya existen estudios que demuestran que el crecimiento de las iglesias evangélicas tiene que ver con el reculo de las CEBs.
En cuanto los laicos encontraban en las CEBs el espacio para vivir su fe y su práctica misionera, las iglesias evangélicas no crecían tanto. Muchos fueron buscando en las iglesias evangélicas lo que no encontraron más en la católica.
Frente a eso, muchos movimientos conservadores acusan a las CEBs de provocar el crecimiento de las iglesias evangélicas.
Pero no es verdad, existen estudios científicos que demuestran lo contrario, que la caída de las CEBs, corresponde al crecimiento de las iglesias evangélicas. Eso es un hecho, el hecho es que las CEBs fueron una fuerza extremamente expresiva en la historia de Brasil en las décadas de setenta y ochenta.

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